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El Gran Premio de Australia de 2025 marcará el regreso de la Fórmula 1 a Melbourne como apertura del campeonato, y para Fernando Alonso, representa mucho más que el inicio de una nueva temporada.

El asturiano volverá al escenario donde en 2016 protagonizó uno de los accidentes más escalofriantes de su carrera, un momento que pudo haberle costado la vida y que, sin embargo, no hizo mella en su espíritu competitivo.

Aquel 20 de marzo de 2016, Alonso, al volante de su McLaren-Honda, impactó a 305 km/h contra el Haas de Esteban Gutiérrez. La brutal colisión lo lanzó contra el muro y, tras una serie de violentas volteretas, su monoplaza quedó irreconocible.

La FIA determinó que el español sufrió una desaceleración de 45G, una de las más fuertes registradas en la historia de la categoría. Contra todo pronóstico, Alonso salió por su propio pie, visiblemente aturdido pero ileso.

Su primera reacción, en una mezcla de shock y determinación, fue preguntar si podía subirse al coche de reserva para continuar la carrera, sin recordar que esa opción había desaparecido años atrás.

"Estás volando y saltando. Ves el cielo, el suelo, el cielo otra vez… Sabes exactamente dónde estás. Sigues moviéndote y moviéndote y quieres detenerte. Entonces, el coche se para, con un pequeño hueco para salir. He salido rápido. Mi madre lo verá por la tele, así que quería estar fuera bastante rápido y decir 'estoy bien'. Ha sido una buena", comentó Alonso después del tremendo susto.

2025, un año clave

Ahora, nueve años después, Fernando Alonso regresa a Melbourne con Aston Martin en un contexto muy distinto. El asturiano afronta su 22ª temporada en la Fórmula 1, con la certeza de que 2025 será un año clave para su futuro en el equipo de Silverstone.

La escudería británica, tras un 2024 irregular, ha centrado sus esfuerzos en consolidarse como el quinto mejor equipo de la parrilla, por detrás de McLaren, Ferrari, Red Bull y Mercedes.

Alonso, consciente de las limitaciones del AMR25, sabe que sus opciones de brillar en Melbourne dependen de una combinación de factores: estrategia, errores ajenos y las condiciones meteorológicas.

Las previsiones meteorológicas apuntan a que la carrera podría disputarse bajo la lluvia, lo que podría alterar drásticamente el desarrollo del Gran Premio. Si se confirman las precipitaciones, la clasificación del sábado podría no ser determinante, y la habilidad para adaptarse a un asfalto húmedo podría marcar la diferencia.

En este escenario, Alonso es un especialista. Lo ha demostrado a lo largo de su carrera con actuaciones memorables bajo la lluvia, como en Hungría 2006 o en Alemania 2007. El asturiano no ha escondido su optimismo respecto a las posibles condiciones adversas. "Si hay un clima loco, todo puede cambiar", declaró recientemente.

En una parrilla donde la diferencia entre los cuatro equipos dominantes y el resto es significativa, cualquier alteración en el guion habitual podría beneficiar a aquellos que saben moverse en el caos.

La lluvia en Melbourne podría ser la oportunidad que Alonso necesita para colarse entre los favoritos y aspirar a un resultado por encima de las prestaciones reales de su Aston Martin.

Las carreras en mojado en Australia han dejado huella en la historia de la Fórmula 1. En 1989, una tormenta en Adelaida provocó que solo 13 coches terminaran la carrera, mientras que en 2010, la lluvia propició una carrera caótica donde Alonso remontó desde el último lugar hasta la cuarta posición.

Si bien la cantidad de lluvia prevista para este fin de semana no es extrema, sí podría ser suficiente para alterar estrategias y provocar errores en pista.

La batalla de la zona media

Los test de pretemporada en Bahréin dejaron claro que Aston Martin sigue un paso por detrás de los grandes, aunque con margen de mejora. "Tendremos algunas actualizaciones a lo largo de la temporada, y si alguna de ellas funciona, podríamos cambiar nuestra suerte", explicó Alonso.

Sin embargo, 2025 es visto en Silverstone como un año de transición antes de la gran revolución de 2026, cuando entrará en vigor el nuevo reglamento técnico.

A pesar de este escenario, Fernando Alonso sigue siendo el mismo competidor inquebrantable de siempre. Su motivación no ha decaído, y su experiencia le permite extraer el máximo de cualquier situación.

En una temporada donde no parte como candidato a victorias, su mejor arma será la inteligencia en carrera y la capacidad para aprovechar las oportunidades que se presenten.

Melbourne es un circuito que ya ha visto a Alonso brillar en el pasado, desde su victoria en 2006 con Renault hasta su podio en 2023 con Aston Martin tras una re-salida accidentada.

Si la lluvia se convierte en protagonista este fin de semana, podría ser la clave para que el asturiano sume otro gran resultado en un circuito que le ha dado tantas luces y sombras.

Alonso vuelve al lugar donde "volvió a nacer", y si la lluvia y el caos se alinean, podría ser la sorpresa del Gran Premio de Australia 2025. Con su experiencia, destreza en mojado y determinación inquebrantable, el español podría convertir una carrera impredecible en una oportunidad para brillar una vez más.