Desde aquella final del Mundial de 1991, un duelo entre el XV de la Rosa y Australia siempre será un choque de alto voltaje. Fue entonces cuando los Wallabies robaron la gloria a los hijos de la Gran Bretaña, el comienzo de una rivalidad que este sábado, en Twickenham, en la catedral mundial del rugby, tendrá otro choque clave, un clásico de la Copa del Mundo, un partido que puede dejar fuera de su Mundial a Inglaterra.
Aquel 2 de noviembre de 1991 marcó un antes y un después en la relación anglo-australiana en el seno del rugby, tras un primer choque mundialista en 1987 con triunfo aussie en la fase de grupos (19-6). Twickenham estaba preparada para lanzar las salvas de la victoria a Inglaterra en su propio Mundial, pero el equipo liderado por Nick Farr-Jones y Michael Lynagh, con estrellas como David Campese, John Eales o Tim Horan se impuso a los anfitriones 12-6, que contaban con grandes nombres en la historia del rugby inglés como Will Carling, Jason Leonard, Rob Andrew o Rory Underwood, cuando el deporte ovalado aún no era profesional.
Los de la Rosa tomaron buena nota de esta afrenta y desde entonces no han perdido ningún choque con los australianos durante un Mundial. Primero devolvieron el golpe en la siguiente edición de 1995, imponiéndose en los cuartos de final por 25-22, con un drop decisivo de Rob Andrew. Un Mundial que finalmente ganó Sudáfrica, apoyado por todo un país que utilizó aquella final del Ellis Park para dar el primer paso y salir de la infamia del ‘apartheid’.
La auténtica revancha para los ingleses llegó en 2003. Los australianos se presentaban como los grandes favoritos en su propio Mundial. Querían ser los primeros en reeditar la Copa Webb Ellis y consagrarse como un equipo de leyenda. Pero ante ellos se cruzó un tal Jonny Wilkinson. El portador de la camiseta 10 del XV de la Rosa llevó en volandas a su equipo hasta la final con su infalible acierto al pie y su capacidad de sacrificio. Y ese maravilloso pie derecho fue el que hizo que un equipo del hemisferio norte acabase con la hegemonía del sur en la conquista del Mundial.
El partido llegó al final del tiempo reglamentario con empate a 14 puntos en el Telstra Stadium de Sidney, con un ensayo para cada equipo y el duelo de pateadores entre el anfitrión Elton Flatley y Wilkinson. En el tiempo de prolongación, Wilko adelantó a Inglaterra, pero Flatley igualó a 17 a falta de 3 minutos. Cuando todo hacía pensar que se viviría por primera vez en la historia de los mundiales los lanzamientos a palos, como la tanda de penalties del fútbol, el joven Wilkinson lanzó un drop, una patada al balón a bote pronto, más allá de los 22 metros para dar el triunfo y la gloria a los suyos (17-20). Un partido y un jugador que ya forma parte de la leyenda del rugby.
Ya en Francia 2007, Wilkinson volvió a llevar a los suyos a una final, aunque, inevitablemente, en el camino, concretamente en cuartos de final, se volvieron a encontrar con Australia. Wilko no se encontraba en su mejor momento físico pero en la fase final fue decisivo. Con cuatro certeros golpes de castigo tumbó las ilusiones de los Wallabies (12-10) y dio una nueva lección de pundonor y sacrificio.
Ahora, ocho años después, son los ingleses quienes se encuentran en grandes apuros. En el llamado Grupo de la Muerte del Mundial 2015 puede estar a punto de ver una de las mayores sorpresas de un Mundial. El anfitrión podría quedarse fuera a las primeras de cambio por primera vez en la historia de los campeonatos del mundo. La derrota ante Gales (25-28) el pasado fin de semana fue un duro varapalo para los anfitriones, que necesitan ganar sí o sí a sus eternos rivales si quieren mantener opciones de clasificación para cuartos de final. Además, cuentan con algunas bajas importantes, como la pérdida por lesión de su octavo Billy Vunipola. Sólo queda reponerse para mantener el orgullo de los inventores del rugby.