"Estamos totalmente en shock y profundamente tristes ante la repentina muerte de Jonah Lomu. Estamos sin palabras. Nuestras condolencias a su familia. Jonah Lomu era una leyenda de nuestro deporte idolatrado por aficionados de aquí y de todo el mundo". Tres tuits de Steve Tew, presidente de la federación de rugby de Nueva Zelanda, en la cuenta oficial de los All Blacks, anunciaron al mundo la noticia. Con 40 años, la leyenda, el mito habían perdido la batalla. Jonah Lomu, el hombre al que sólo Nelson Mandela pudo eclipsar ha muerto a los 40 años y de forma repentina, había sucumbido a sus problemas renales.
Un síndrome nefrótico. Problemas renales. Diálisis siete horas seguidas tres veces por semana. Un transplante de riñón. Casi el mismo día que comenzó su leyenda deportiva se inició su calvario. Jonah Lomu dio el salto mundial a la fama en 1995, en aquel Mundial que Clint Eastwood retrató para mayor gloria de Nelson Mandela en la película 'Invictus', la cinta en que lo único que separaba al premio Nobel de Paz de dar un paso casi definitivo hacia la erradicación del 'apartheid' era un hombre de 196 centímetros y 120 kilos.
Aún conserva el récord de ser el debutante más joven con el equipo de rugby más famoso del planeta -19 años y 45 días-, pero fue en Sudáfrica, en aquel mundial al que llegó después de haber disputado únicamente dos partidos con los All Blacks, donde alcanzó la fama mundial, donde se convirtió en Michael Jordan, en Tiger Woods, en Maradona. Fue en aquel Mundial cuando el mundo global descubrió el rugby. Y lo hizo gracias a él, la primera gran superestrella del oval con aquel récord extraterrestre de siete tries en cinco partidos.
Aquel mismo año, a finales de aquel 1995 en que Nueva Zelanda perdió la Copa Webb Ellis para regocijo de Nelson Mandale, a Jonah Lomu le diagnósticaron su enfermadad, el inicio de su calvario, el que no le permitiría ser aún más grande, más global, encumbrarse aún más de lo que lo hizo con un riñón prácticamente inservible. Porque Lomu, como Arvydas Sabonis cuando los tobillos le empezaron a fallar, seguía siendo un dios sobre el césped incluso al 70% de su capacidad real.
La diálisis le destrozó las funciones nerviosas de los pies y parte de las piernas, y en 2004 incluso le avisaron de la posibilidad de terminar en un silla de ruedas si no recibía un transplante de forma urgente. Grant Kereama, productor y locutor de radio neozelandés, pasará a la historia del país de los helechos, la ovejas, los barcos y el rugby como el hombre que donó un riñón al mito. Su cuerpo, en cualquier caso, nunca se recuperó.
Retirado una y mil veces -las mismas que intentó volver en las ápocas de esplendor físico-, en su biografía Jonah Lomu: My story reveló que en 2011, poco después de la ceremonia de inauguración del Mundial que se disputó en Nueva Zelanda sufrió una crisis renal de tal calibre que estuvo a punto de morir. De hecho permaneció varias semanas ingresado y con pronóstico reservado. Desde aquñ día esperaba un segundo transplante que nunca llegó.
Con 40 años, Lomu ha fallecido de forma repentina, inesperada. Al menos vio a los All Blacks proclamarse campeones del mundo no sólo una vez, sino de forma consecutiva, algo que ninguna selección había logrado antes en la historia de los Mundiales. Algo que él mismo no pudo conseguir, pues en si en 1999 el rugby champagne de Francia expulsó a los All Blacks en semifinales, la historia recordará que en 1995 fue el embrujo de Nelson Mandela lo único que pudo detener a Jonah Lomu.