España se planta en unas semifinales sin los favoritos
La selección de Manolo Cadenas se impuso a Rusia (25-23) y se jugará las medallas ante Noruega, Croacia y Alemania. Francia, Dinamarca y la anfitriona, Polonia, eliminadas.
27 enero, 2016 22:19No es la España de este Europeo la selección soñada. No pasa por su mejor momento y, sin embargo, será esta España la que dispute las semifinales del Europeo por tercera vez consecutiva. Tenía que ganar. Sí o sí, a cara de perro y ante una Rusia que se jugaba, como mínimo, el Preolímpico. Y lo hizo. Como si fuera ya un cruce de cuartos, victoria o a casa, tirando de casta y, por fin, dando señales de su mejor versión ante un cuadro de semifinales, sin Dinamarca, sin Francia, que se presenta más favorable que nunca.
Y eso que al descanso la selección de Manolo Cadendas parecía un alma en pena, cabizbaja pese al empate en el marcador, desilusionada ante su falta de opciones para frenar la movilidad de Atman y Chipurin y su conexión con Gorbok en el pivote, ante su incapacidad para correr, para sentirse libre de ataduras.
España sufrió ese extraño mal que le atenaza al comienzo de los encuentros. Ese virus que da siempre la primera sangre al rival. Ese catarro del que, en este campeonato y de forma más que sorprendente, siempre ha conseguido recuperarse. Lo hizo ante Alemania, lo hizo ante Suecia, lo hizo incluso ante Dinamarca. Lo hizo siempre desde el corazón para después rematar con todo lo que lleva dentro. No fue diferente frente a Rusia.
Comenzó España a enderezarse desde las paradas de Sterbik, desde las aportaciones de Baena en la línea de seis metros del campo contrario, desde el brazo de Valero Rivera en el punto de penalti. Fue ahí donde encontró oxígeno el grupo de Cadenas, donde se sacudió la intensidad defensiva de los rusos y desde donde comenzó a construir, porque en defensa las dos exclusiones de Viran Morros antes del descanso y las molestias con las que jugó Gedeón Guardiola ya eran suficiente indicativo de los problemas.
Y a pesar de todo ello, el 12-12 del descanso no invitaba al optimismo. Tuvieron que llegar las carreras de Víctor Tomás y Valero Rivera y otra vez las paradas de Sterbik para que España terminase de crecerse, de ser ella misma, de finiquitar el partido en una guerra relámpago que los rusos ni siquiera advirtieron.
Un ejercicio de autoridad, tan rápido como contundente, que convierte a la selección en la máxima candidata al título, porque si sorprendente fue la eliminación de Dinamarca a manos de Alemania, más si cabe lo son las de Francia y Polonia, ambas apeadas en el otro grupo por la sorprendente Noruega y por una Croacia que dio una soberana paliza a los anfitriones para acceder a la pelea por los metales.