Llega el mes de febrero y para los amantes del deporte llega el clásico entre los clásicos: el Seis Naciones, el trofeo de selecciones más antiguo del mundo con las mejores selecciones del hemisferio norte. En esta edición, y ya va por la 122, el rugby europeo está herido en su orgullo, tocado y aturdido por descubrir cómo mejorar su juego después de verse arrollado por el potencial y dinamismo de los combinados del hemisferio sur, encabezado por los All Blacks, durante el pasado Mundial 2015.

Para superar este fracaso los grandes del Viejo Continente han decidido renovar plantillas -el mundial suele suponer el canto de cisne de muchos jugadores- y presentar nuevos técnicos en un intento de mejorar el sistema de juego y empezar a preparar el largo camino hacia Japón 2019.

Mientras Francia, Italia e Inglaterra presentan nuevos técnicos, Irlanda defiende título con cambio de capitán y jóvenes jugadores y junto a Gales, liderado por el sempiterno Sam Warburton, parten como los favoritos a priori. Sólo Escocia pudo irse del Mundial con la cabeza alta, después de que un error en una decisión arbitral (algo extraño en el rugby) les dejara fuera de la carrera por el cetro mundial ante Australia en los cuartos de final.

Inglaterra

El XV de la Rosa se ha traído al entrenador de moda del momento, el australiano Eddie Jones, a base de talonario, para tratar de redimirse de sus errores en el Mundial y de su propia autocomplacencia al no ver a tiempo la deriva a la que iba el equipo. Jones tampoco ha querido perder el reto profesional que supone entrenar a la todopoderosa Inglaterra.

El currículum del técnico aussie se puede resumir por sus hitos: dirigió a Japón durante el pasado Mundial llevando a los Brave Blossom a la machada de derrotar a Sudáfrica. Pero los resultados de Jones no se quedan ahí. Fue subcampeón del mundo en 2003 con Australia, cuando cayó como anfitrión ante la Inglaterra que ahora le toca entrenar, liderada entonces por Jonny Wilkinson, autor de un drop para la leyenda (algo así como el gol de Iniesta en el Mundial 2010 pero en versión oval).

Para completar el círculo en su vida profesional, Jones fue asistente de Sudáfrica en el Mundial de 2007, torneo en el que los Springboks levantaron el título y a los que ocho años después derrotó con una selección netamente inferior. Ahora 13 años después, vuelve a cerrar otro círculo con los ingleses.

Pero más que una revolución en caliente, Jones llega para aportar sus conocimientos y serenidad y desbloquear a unos jugadores llamados a ser los mejores del mundo. El entrenador australiano no lo tendrá fácil en su primer partido oficial ante el eterno rival, Escocia.

Calcuta Cup

El trofeo más antiguo aún en juego entre países del mundo del deporte es más que un partido. Y más aún si se juega en Murrayfield, el coliseo del XV del Cardo, donde los escoceses huelen la sangre del animal herido.

Muchos medios asimilan el interés por este choque al mítico partido que enfrentó a ambos en 1990 en la cancha de Edimburgo, cuando el rugby era aún amateur. En aquella ocasión, los del Cardo rompieron los pronósticos y se impusieron a los grandes favoritos. Sólo decir que un año después, Inglaterra alcanzaría la final del Mundial 1991. Era el primer partido en el que se entonaba el nuevo himno de Escocia, el Flower of Scotland.

Para buscar una victoria que no consiguen desde 2008, Escocia se ha encomendado al neozelandés Vern Cotter desde 2014. En un cambio de rumbo radical, los escoceses cambiaron de seleccionador sólo un año antes del Mundial ante el pobre juego de los años anteriores. Pese a que Escocia se llevó la cuchada de madera en 2015, a solo seis meses del torneo mundial, la Federación escocesa mantuvo la confianza en el técnico kiwi y salió relativamente bien.

En un grupo complicado, con Sudáfrica, Samoa y Japón como principales rivales, los del Cardo salieron airosos realizando un buen juego ofensivo, aunque su asignatura pendiente sigue siendo la defensa. Cotter ha basado buena parte del juego en los jugadores procedentes del rugby a 7, la modalidad del rugby que será olímpica en los Juegos de Río 2016. Su mejor partido llegó ante Australia en cuartos, donde bajo la lluvia de Londres estuvo a punto de romper todos los pronósticos. Unas previsiones en contra que hoy sí espera romper ante su afición en Murrayfield. Un partido que no empezará con el pitido inicial sino cuando todo el estadio entone el Flor de Escocia.