Después de dos años en los que el lugar más alto del planeta no ha sido pisado por nadie, Sagarmāthā ha recibido a sus primeros visitantes. Nueve sherpas han pisado, por primera vez desde 2013, la cumbre del Everest (8.848 metros de altura), dejando además la ruta preparada con cuerdas fijas, material y provisiones. Todo listo para los 289 montañeros que aguardan en la ladera de la montaña hasta que los sherpas dejen la ruta abierta. Tras el poco mediático trabajo de los nepalíes, es el turno ahora de las expediciones comerciales.
El que se lleva el honor de ser considerado el primer ser humano que pisó la cumbre en dos años es Shea Gyaljen Sherpa, que trabaja para la compañía Asian Trekking’s Eco Everest Expedition, y que fue el encargado de colocar cuerdas fijas hasta la mismísima cumbre, por las que después decenas de montañeros podrán asegurarse para limitar los riesgos de una caída. Junto a él, otros ocho nepalíes: Gyazen Dorjee Sherpa, Ang Pemba Sherpa, Nima Tshering Sherpa, Pasang Tenzing Sherpa, Mingma Sherpa, Mingma Chhiri, Ang Gyalzen y Lhakpa Tshering Sherpa.
“Nuestra más sincera enhorabuena a todos por haber conseguido colocar cuerdas fijas hasta la cumbre y volver a la seguridad del campo base”, señaló en un comunicado el presidente de la Asociación Montañera de Nepal. Gyanendra Shrestha, portavoz del Ministerio de Turismo Nepalí, destacó que la ruta “queda ahora abierta oficialmente para todas las expediciones que quieren intentarlo”. Este año el Gobierno ha concedido 289 permisos para escalar el Everest en la temporada de primavera: 34 expediciones que estarán acompañadas por unos 400 sherpas nepalíes.
Ventanas de buen tiempo
Por las previsiones meteorológicas con las que cuentan las expediciones a día de hoy, hay dos ventanas de buen tiempo, que ofrecen las mejores condiciones para intentar llegar a cumbre. La primera, entre el 14 y el 16 de mayo, en la que más de 100 personas saldrán del campo base para intentar pisar la cumbre. Los otros esperarán a la segunda oportunidad, probablemente entre el 19 y el 20 de mayo.
Es un año de grandes aglomeraciones en el intento por llegar a lo más alto del Everest, aunque no tantas como en 2013, cuando 658 personas pisaron cumbre. La sequía de cumbres de las últimas temporadas en el Everest tiene poderosas razones, más cuando acaba de cumplirse, el 10 de mayo, el vigésimo aniversario de la llamada “tragedia del Everest”, ese aciago día en el que ocho alpinistas murieron en la montaña sorprendidos por una terrible tormenta. Desde entonces, cada año decenas de expediciones han atacado la cumbre del Everest, y los éxitos se han ido sumando año a año, hasta hace dos temporadas.
En 2014, 16 sherpas murieron en las laderas del Everest por una avalancha devastadora, que puso fin inmediatamente a esa temporada sin que nadie pudiera llegar a pisar la cumbre. El año siguiente, el terremoto que asoló Nepal y que dejó cerca de 9.000 muertos en todo el país tuvo también su repercusión en la montaña, donde otras 19 personas perdieron en diferentes avalanchas provocadas por los seísmos. Y de nuevo la ruta quedó cerrada, aunque las administraciones locales decidieron extender a todas las expediciones los permisos hasta 2017, para que pudieran volver a intentarlo.
Cada año, la llegada del mes de mayo supone una especie de bendición para el abnegado pueblo Sherpa, unas 130.000 personas que nacen, crecen y mueren en las laderas del Himalaya. La ventana de buen tiempo entre los monzones que se produce siempre en el mes de mayo supone la llegada de centenares de expediciones que necesitan la ayuda de los sherpas para alcanzar algunas de las cumbres más altas del planeta, incluida el Everest. Por eso, cada año, antes de que los “ricos occidentales” empiecen a escalar, los sherpas más fuertes se encargan de dejar la ruta de la montaña más alta de la tierra lo más segura posible, preservando así los ingresos para las familias sherpas por el resto del año.
Este año además los sherpas han colocado cuerdas fijas hasta la misma cumbre, y han tenido que afrontar las dificilísimas condiciones de la ruta, que tras dos años sin ser usada, sumado a las consecuencias de diferentes avalanchas y el deshielo progresivo de los últimos años, lo han hecho más duro aún. “70 metros debajo de la cumbre se ha formado un resalte de roca muy complicado que les ha costado mucho superar, y para colocar cuerdas en el escalón Hillary tardaron cuatro horas, por la dureza del hielo y la cantidad de nieve acumulada”, explicaron los portavoces de una de la compañía de sherpas.
Una novedad: helicópteros
En el glaciar del Khumbu, el peligrosísimo tramo de bloques de hielo y grietas justo encima del campo base, el deshielo y los movimientos provocados por los sucesivos terremotos han convertido las rutas con escalas prácticamente en impracticables, y han tenido que colocarlas de nuevo. Los sherpas tendrán este año, sin embargo, una ayuda inestimable para la primera parte de sus trabajos en la montaña: los helicópteros.
Por primera vez en años, el Gobierno nepalí no sólo ha aprobado, sino que aconseja, la utilización de helicópteros para llevar material pesado hasta el campo base e incluso por encima del glaciar del Khumbu, para evitar el continuo trasiego de sherpas cargados con kilos y kilos sobre sus espaldas sobre las inestables y frágiles escaleras.