Los primeros rayos de sol de septiembre calientan con fuerza las pistas de tenis del Sports Club de la Universidad Camilo José Cela, en Villafranca del Castillo (Madrid). El sudor empapa la camiseta roja de España que viste Daniel Caverzaschi: lleva casi dos horas golpeando drives y reveses sin respiro. Y eso que apenas son las diez de la mañana. La eterna jornada de entrenamiento no ha hecho nada más que empezar.
“¡Noooooo! ¡Qué desastre!”, clama y dirige la mirada al cielo como pidiendo explicaciones tras pegar a un par de bolas que se quedan muertas en la red. Mientras pelotea con Martín de la Puente, su pareja en dobles, el seleccionador nacional David Sanz dispara correcciones tácticas y técnicas a ambos tenistas. Se acerca la cita olímpica de Río y todavía quedan pequeños detalles por pulir. Para terminar, juegan un par de tie breaks con la misma intensidad de un partido de competición. Esta vez, la victoria es para Martín, pero Dani quiere más.
-¡Otro tie break, por favor! -la vertiente más competitiva de Caverzaschi hace acto de presencia en la cancha.
-Esta tarde tenemos otro entrenamiento -replica su entrenador: antes de comer le queda una sesión de condicionamiento físico. Después, volverá a coger la raqueta un par de horas para finalizar la jornada haciendo trabajo de recuperación, primero en la piscina y luego con los fisios.
-¡Pero si no estoy cansado! -argumenta el joven tenista, que no se da por vencido.
-No es cuestión de cansancio -sentencia David Sanz al mismo tiempo que Dani se retira resignado sobre su silla de ruedas -tuneada con los radios de rojo y gualda- hacia el banco donde ha dejado sus cosas, en busca de una sombra y de algún líquido para hidratarse.
“Soy muy autoexigente y esto a veces es una desventaja en un deporte tan psicológico como el tenis. En ocasiones lleva a frustrarte cuando no toca y a entrar en barrena. Es algo que estamos intentando controlar”. Cuando se sienta a conversar con EL ESPAÑOL, ese chico serio, impulsivo, competitivo y concentrado se transforma en un bromista dicharachero.
Él es Daniel Caverzaschi (Madrid, 1993), número 15 del mundo en tenis en silla de ruedas: el primer español de la historia que alcanza un puesto tan alto en el ranking. Es zurdo y luce una piel muy bronceada por el sol que resalta sus músculos definidos. Mira con unos ojos marrones que transmiten ilusión y se retoca varias veces su alborotada melenita oscura cuando le enfocan con una cámara. No se le escapa ningún detalle.
Y, además, le llaman el Rafa Nadal de los paralímpicos. “Lo único que tenemos de similar es que los dos somos morenos y zurdos. Para mí es un honor que me comparen con él”, reconoce sonriente Caverzaschi. “He consolidado un juego que se parece bastante: los dos somos correosos, jugadores de fondo, luchamos cada bola e intentamos llevar al límite al rival con lo que tenemos”. El madrileño sueña con llegar a sentir algún día que realmente se parece al ganador de 14 Grand Slams; mientras tanto, lo idolatra como un referente: “Es un ejemplo a seguir para cualquier deportista en lo mental y en todos los valores que transmite”.
Un apasionado del deporte
Daniel Caverzaschi nació con una agenesia de fémur en su pierna derecha, es decir, sin rodilla ni fémur. Sin embargo, eso no ha sido un impedimento para que el deporte, desde bien pequeño, sea una de las grandes pasiones de su vida. Habla de forma acelerada, pero sus palabras vuelan por el aire impregnadas de sensatez y naturalidad. Ha convertido su 'punto débil' en la mayor fortaleza.
Recuerda todos los deportes que ha probado: fútbol, baloncesto, esquí acuático y alpino... Hasta que descubrió el tenis con 12 años en un clínic de la Federación de Madrid. Era un momento complicado, porque con su prótesis no podía seguir el ritmo físico del resto de niños. Cogió la raqueta con ganas y, paso a paso, se ha convertido en uno de los mejores jugadores del circuito. Fue campeón del mundo júnior en 2011, se clasificó para los Juegos Paralímpicos de Londres y ha ido escalando posiciones en el ranking torneo a torneo. Hace sólo dos años, era el número 70 en la clasificación de la ITF (Federación Internacional de Tenis por sus siglas en inglés).
El camino ha sido largo y arduo, pero con el apoyo de su familia ha ido quemando etapas con la voracidad de un jugador que no conoce límites. Cuando se cerraba una puerta, Dani buscaba abrir otra. “En casa siempre me han tratado como uno más. Por ejemplo, si había que lavar los platos, se lavaban, y así más labores domésticas. Cuando eres pequeño y ves que hay cosas que no puedes hacer sí que preguntas: 'Mami, ¿por qué me ha tocado esto a mí?' Pero a partir de entonces, como uno más. Trepaba por los árboles, me rompía la prótesis cada dos por tres haciendo el burro con mis amigos... Siempre fui un niño con una vida completamente normal”.
Caverzaschi, que se descubre como un forofo del Real Madrid, se enfrentó a una situación complicada con 18 años -desde los dos a los nueve vivió en Estados Unidos por motivos laborales de sus padres-. Se marchó fuera a estudiar Económicas en la Universidad de Warwick (Inglaterra), dejando atrás el calor de su familia. “Estábamos acostumbrados a estar lejos por culpa de los torneos. Me fui con dos maletas grandes, la silla de tenis y el raquetero. Había un gran ambiente y me adapté muy bien”.
La experiencia universitaria le ayudó a independizarse y a madurar, a forjar su personalidad de luchador. Compaginaba las pistas de tenis con las bibliotecas, pero lo importante era sacar una buena nota. Regresó graduado y con una silla menos -una compañía aérea se la destrozó durante un vuelo-. Ahora, cuando no está celebrando puntos en algún lugar del mundo, reside en el CAR de San Cugat, en Barcelona.
“Hay momentos en que te planteas dejarlo”
Cuando se le pregunta por el sacrificio que supone entregarse profesionalmente al deporte, la expresión de Daniel Caverzaschi adopta un tono más serio. “El tenis es muy psicológico, estás tú solo y todo lo que conlleva es muy duro. Durante los últimos cinco o seis años, hay momentos en que te planteas dejarlo. A veces es muy frustrante, pero también es lo bonito. Para ser bueno en esto, tienes que controlar muchos aspectos”.
Hubo un momento especialmente delicado. Antes de terminar la carrera, el tenista madrileño reconoce que estuvo a punto de rendirse ante el poco apoyo económico que recibía. Sin embargo, tras una entrevista que sacó su caso a la luz, los patrocinadores llamaron a la puerta. En ese momento fue cuando decidió tomarse el tenis en serio, convertirse en un profesional, aguantar hasta Río para ver hasta dónde podía llegar. Y soñar.
-¿Es rentable en España dedicarse profesionalmente al tenis en silla?
-Por supuesto que no. El 90% de mis ingresos son de sponsors privados. La ayuda de las instituciones públicas es una fracción muy pequeña de mis ingresos. Del top 20 mundial, soy el jugador que menos ayuda recibe. Ahora mismo me encuentro en fase de inversión para llegar a mi mejor nivel.
-¿Tiene la sensación de que el deporte paralímpico sólo genera atención mediática cada cuatro años?
-En el caso del tenis, por la similitud al otro (la única diferencia es que la pelota puede botar dos veces), se nota menos. Tenemos también los Grand Slam… Pero estos días están siendo otra historia. Muchos medios me llaman solicitando entrevistas. Es verdad que en España hay bastante desconocimiento, pero nosotros también tenemos que aprovechar las redes para vender los entrenamientos del día a día. Estoy seguro de que si emitieran por la televisión una final de Grand Slam de tenis en silla, la gente la vería y se engancharía.
Caverzaschi se define como un tenista “muy sacrificado y muy currante”, un peleón incansable que mueve montañas si es necesario para alcanzar un objetivo que se ha propuesto. Pero también demuestra tener la cabeza fría: “Las amistades son muy importantes para tener una vida balanceada y sentir que no es todo tenis, tenis, tenis, porque eso tampoco es sano. Hay que desconectar de vez en cuando. Me gusta leer la prensa -reconoce con una sonrisa que repasa todo lo que escriben sobre él-, estar enterado de las cosas, soy bastante curioso, me gusta aprender”.
A darlo todo en Río
Daniel Caverzaschi llega a Río de Janeiro, sus segundos Juegos Paralímpicos, en el mejor momento de su vida y con el objetivo de ser cabeza de serie asegurado. Londres fue “un regalo y una experiencia espectacular”. Ahora, las cosas han cambiado. “He mejorado mucho estos años y creo que soy mejor jugador, pero hay que ser consciente de la realidad. Hay 14 jugadores mejores que yo. Estaré contento si hago las cosas bien, si aplico lo que he estado entrenando. Es un proceso de aprendizaje y estoy mirando para el futuro, de cara a los próximos Juegos, donde ahí espero que sí haya opciones reales de medalla”.
Tras recuperarse de una fuerte lesión muscular -se rompió el cuádriceps 15 centímetros, un auténtico agujero en la pierna-, Caverzaschi ha ganado el Ath Open (Bélgica) en individual y dobles y el Trofeo della Molle (Italia) en dobles. Hace una gran pareja con el joven Martín de la Puente, de sólo 17 años, pero que es el número uno del mundo júnior. No se ponen techo para Río.
-¿Y se puede decir que hay medallitis en España?
-Sí. España da un poco la sensación de que si no ganas una medalla, no es que sea un fracaso, pero no tiene tanto mérito. He tenido que trabajar mucho para llegar a estar entre los 15 mejores del mundo y cuando digo que la opción de medalla es muy complicada hay gente, incluso del mundo del deporte, que me dice '¿no vas a ir a por la medalla?' Claro que voy a ir a por la medalla, no voy a ir a pasearme, voy a representar a mi país, a intentar ganar todos los partidos y a luchar cada punto. Yo intento estar centrado en lo mío.
El seleccionador nacional, David Sanz, define a Dani como un chico “con mucho progreso y potencial. Todavía le queda un largo trecho que recorrer, pero ya tiene madurez suficiente en el juego. Sólo le falta estabilidad”. No quieren marcarse un límite para la cita olímpica que comienza este viernes, sino que aspiran a llegar lo más lejos posible jugando al máximo nivel.
A largo plazo, sus objetivos se centran en mantener la línea de trabajo, seguir mejorando en todos los niveles (físico, mental y técnico) para alcanzar una de las ocho primeras posiciones del ranking que le otorguen un billete para los Grand Slam.
El tenista madrileño habla con un realismo y humildad que también recuerdan al Nadal más sincero en sus ruedas de prensa. Y últimamente ha adoptado una nueva rutina que parece funcionarle: escribir los tres o cuatro objetivos del partido para centrarse, pensar, visualizar cómo va a ejecutar los golpes y reaccionar en los tramos complicados.
De cara a su viaje a la ciudad brasileña, no faltarán en su maleta unos altavoces para ponerse música por la mañana y motivarse: el reggaeton, el funk brasileño -que ha estado escuchando para animarse-, o un bañador para cumplir con la cita obligada de Copacabana. Allí espera cruzarse con el belga Maikel Scheffers, su némesis esta temporada, pues le ha ganado cinco veces consecutivas.
En el Centro Olímpico de Tenis de Río, Daniel Caverzaschi saldrá a jugar sin la presión de la medalla, sabiendo que, con 23 años, su carrera no ha hecho nada más que despegar. Pero sus gotas de sudor y entrega inundarán una pista donde todavía se respiran los resquicios de las batallas libradas por Rafa Nadal.