Al mismo tiempo que gran parte de nuestro país se encuentra sumergido en el extendido fenómeno del running, otra serie de deportes intenta revelarse como una vía de escape ante la continua rutina del corredor de fondo. Disciplinas para deportistas que buscan otro tipo de motivaciones y donde se combinan entrenamientos más dinámicos, amenos y divertidos. Es decir, nuevos retos para consigo mismo que les ayuden a sentirse más realizados y encarar las obligaciones diarias con otro enfoque mucho más positivo. Y es ahí donde reside buena parte del atractivo del triatlón.
Tres deportes en uno: nadar, montar en bicicleta y correr
Es evidente que el triatlón ha experimentado un crecimiento considerable en España durante los últimos años. ¿Pero a qué se debe esta fiebre? Miles de triatletas copan las listas de inscripción del gran número de pruebas que se disputan todas las semanas, desde la distancia más corta, el super sprint, hasta la de mayor dureza: el temido ironman. No importa el nivel o el tiempo marcado por cada participante, sino el espíritu de superación que demuestra cada persona capaz de cruzar la línea de meta. Han descubierto en este deporte una manera de superarse día a día, de relacionarse con otras personas o de mejorar su calidad de vida. El triatlón es demostrarse a uno mismo que si se quiere, se puede.
La fiebre está extendida
El invierno empieza a asomar la cabeza. Son las ocho de la tarde en el IES Ciudad Escolar, el lugar de entrenamiento del club Triton del Pardo, y empiezan a llegar los protagonistas. Aunque no apetezca calzarse unas zapatillas y echar a correr, la pasión que sienten por el triatlón es más fuerte que el tiempo meteorológico. “Hay días que es duro empezar de noche y con este frío, pero otros es necesario”, dice Vicente. “Todos al final necesitamos ese momento de liberarnos”. Y ellos han encontrado en este deporte su refugio particular.
Vicente Rodrigo tiene 47 años; y Dani Cañas 22. A pesar de la diferencia de edad, les une el mismo entusiasmo por el triatlón. Ambos llevan poco más de dos años entrenando y compitiendo con el club Tritón del Pardo de Madrid. Son solo dos integrantes más de esa nueva camada de triatletas.
“Últimamente –dice Dani– hay muchas más carreras y mucho más interés. Amigos míos que nunca habían hecho triatlón se apuntan a veces; hay más publicidad en las pruebas y aparece más en los medios de comunicación”. Vicente, desde su experiencia, corrobora la versión de su compañero: “Sí podemos hablar de fiebre por el triatlón, pero también porque no era un cosa que estuviera tan extendida. Ahora es muy fácil encontrar con quién entrenar, un club o carreras para poder hacerlo”.
En este sentido, empresas como Banco Santander han querido unirse a dicha fiebre para acercar esta disciplina a miles de personas a través del gran circuito nacional Santander Triathlón Series que se celebra desde junio a finales de octubre y están promovidas con un fin solidario, apoyando a FUNDELA -Fundación Española para el Fomento de la Investigación de la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA). El objetivo que persigue el Santander es demostrar a la gente cuán beneficiosa es la práctica del triatlón para su salud y para la autosatisfacción personal.
El número de triatletas, en aumento
Los datos del número de licencias aportados por el Consejo Superior de Deportes son bastante concluyentes en este sentido: en 2010 existían en España 15.946 licencias de triatletas, tanto hombres como mujeres; mientras que en 2015 (el último año disponible), la cifra era casi el doble (29.739). Y en cuanto a los clubes, las estadísticas también reflejan un incremento pronunciado: 588 (2010) por 1.121 (2015). Pero a los datos oficiales hay que sumar la indescifrable cantidad de gente que se ha lanzado a este deporte por simple ocio, sin intención de federarse.
Pese a que sigue siendo un deporte bastante minoritario en el cual es muy difícil llegar a ser profesional, uno de los principales motivos del boom del triatlón en España radica en los grandes resultados cosechados por los triatletas nacionales en el panorama internacional. El joven Dani Cañas revela a un ídolo como el responsable, en gran medida, de su entusiasmo: “Javi Gómez Noya ha tenido mucha culpa de todo esto”.
De hecho, cuando en la última prueba de las Series Mundiales de 2016 el británico Alistair Bronwlee agarró a su hermano pequeño Jonathan –víctima de un desfallecimiento a falta de 300 metros para finalizar la prueba en el momento que se estaba jugando el campeonato– y le condujo a duras penas hasta la línea de meta, el triatlón se elevó al primer peldaño del debate público. Las redes sociales y los medios de comunicación empezaron a recoger comentarios de todo tipo: algunos calificaban la acción de temeridad médica, mientras que otros veían un emotivo gesto, fiel reflejo del máximo grado de deportividad alcanzable. Pero es inevitable parar un segundo y reflexionar: ¿fue esto un acontecimiento aislado o realmente existe un amplio interés por el triatlón?
Un deporte de progreso
Superación, entrega y sacrifico; pero también diversión, recompensa o progreso son términos ligados a la práctica del triatlón. Dani empezó en este deporte buscando nuevas motivaciones y más recreo en un entrenamiento que combina tres disciplinas. Poco tiempo después, los resultados comienzan a ser visibles: “Soy mucho más fuerte psicológicamente. Cuando estás nadando y piensas que luego vienen más cosas, se hace duro. Es mucha superación”.
Para Dani, el secreto del progreso está unido a la entrega diaria. “A mí me encanta entrenar. Por ejemplo, he notado que puedo hacer muchos más kilómetros con la bicicleta, tengo más capacidad de sufrimiento. Y en mi día a día también, por mi trabajo [de pastelero, cargando pesados boles de un lado para otro], que necesita mucho esfuerzo físico, me ha ayudado a ser mejor y aguantar más. Eso mis jefes me lo dicen”, confiesa con una sonrisa.
Gracias al triatlón, Vicente Rodrigo, que venía de las carreras de montaña, aprendió a nadar. Y también perdió 15 kilos. Pero, evidentemente, le ha aportado muchas más cosas a nivel personal: “Me gusta, me divierte entrenar y, sobre todo, juntarte con la gente, compartir momentos”. Disfrutar, al fin y al cabo, rodeado de compañeros, de amigos.
A Dani le tildan de “loco” en su cuadrilla de amigos por no salir a dar una vuelta un viernes por la noche con la excusa de que tiene que madrugar al día siguiente para subir el puerto de la Morcuera. Y Vicente confía en que el cuerpo le aguante unos cuantos años más, sabiendo que en casa su hijo ya está preparado para darle el relevo.
Las ganas, el esfuerzo o la ilusión no entienden de años. Y como ellos dos, cada vez hay así más triatletas amateurs en España.