Mario Díaz Olalla Cernuda
"Nike cree en un mundo en donde todos celebramos el poder de la diversidad. Sin importar cómo o a quién le rindas adoración, de dónde vengas o a quién ames, la experiencia individual de cada uno es lo que nos hace más fuertes". Así reza el comunicado que la empresa de Oregón emitió horas después de que el británico de origen somalí Mo Farah, cuatro oros olímpicos en su vitrina, viera cómo la 'travel ban' emitida por la administración de Donald Trump le impedía entrar en territorio estadounidense.
Farah, rey de los 5.000 y los 10.000 metros en Londres 2012 y Río de Janeiro 2016, fue una víctima más de la orden ejecutiva firmada por el nuevo presidente estadounidense por la que los ciudadanos de siete países de religión musulmana (Libia, Sudán, Siria, Irak, Irán, Yemen y Somalia) tienen vetada su entrada al país. Una decisión que, primero, motivó un comunicado del atleta de Nike acusando a Donald Trump de convertirle en un "alien", y, segundo, motivó un comunicado de la empresa con sede en la ciudad de Eugene, cerca de Portland.
Mark Parker, presidente y director ejecutivo de Nike, firmó un comunicado en el que se posicionaba del lado de los más débiles: "La experiencia individual de cada uno es lo que nos hace más fuertes. Esos valores están siendo amenazados por la orden ejecutiva en EEUU prohibiendo el ingreso de refugiados, así como turistas, de siete países mayormente musulmanes. Esta es una política que no apoyamos. Hoy, pienso en todos aquellos que se ven impactados, como Sir Mo Farah, cuatro veces medallista de oro olímpico, quien vive en Oregón con su familia. Lo que Mo siempre tendrá -con lo que toda la familia de Nike siempre contará- es con el apoyo de esta compañía. Haremos todo lo que esté en nuestro poder para garantizar la seguridad de cada miembro de nuestra familia: nuestros colegas, nuestros atletas y sus seres queridos".
La polémica no habría ido a mayores de no ser porque Nike Women soltó su próxima campaña publicitaria. Una imagen de marca que tendrá como protagonista a Zahra Lari.
Esta joven emiratí -probablemente- se convertirá en los Juegos Olímpicos de Peongchang en la primera atleta musulmana que compite con velo en unos Juegos de invierno. Algo tan absolutamente sorprendente como la presencia de Ibtihaj Muhammad en el equipo olímpico estadounidese de esgrima, pues se convirtió en la primera deportista que competía con un hiyab bajo la bandera de las barras y las estrellas. Sin embargo, y pese a que nadie en la compañía deportiva, ha relacionado la campaña publicitaria con la normativa impuesta por Trump, Zahra Lari se ha convertido de forma inevitable en un símbolo de la protesta de Nike contra el nuevo presidente estadounidense.

NIKEWOMEN PRESENTS: ZAHRA LARI

Cada vez que la joven emiratí pisa el hielo, los ojos de los espectadores se posan inevitablemente sobre ella. No lo hacen por sus piruetas, ni por sus saltos, aunque ella en realidad desearía que así lo hicieran. Los ojos se van irremediablemente hacia esa pequeña figura subida a unos patines que cubre su cabeza con un velo, y que lejos de los escuetos maillots llenos de purpurina y transparencias de las patinadoras del resto del circuito, ella enseña poco. Sólo su arte.

Zahra sueña desde hace años con ser la primera patinadora de su país, Emiratos Árabes Unidos, en participar en unos Juegos de Invierno. Un logro ya per se gigante que además quiere compaginar con otro igual de simbólico para ella: quiere hacerlo siendo la primera patinadora de religión musulmana que lleva hijab, tanto cuando entrena como cuando compite. Unas competiciones en las que sus trajes le cubren siempre escote, brazos, espalda y piernas.



Un clásico de Disney

La historia de esta patinadora de 21 años comenzó cuando la pequeña Zahra apenas tenía 11 y acaba de ver en el cine un clásico de Disney: La princesa de hielo. Hizo entonces lo que buena parte de los preadolescentes del mundo: decirse a sí misma “yo quiero ser como ella”, y ponerse manos a la obra.

La primera vez que se puso unos patines y trató de deslizarse sobre el hielo en una pista en Abu Dhabi se dio de bruces con el hielo. Pero la constancia y las horas de entrenamiento la llevaron tan lejos que cuando la cosa empezaba a ponerse seria, su padre le pidió que dejara el deporte. “Cuando llegué a una determinada edad mi padre me pidió que dejara de patinar, aunque me lo pidió con suma delicadeza” explica la joven, que estudia ingeniería ambiental en la Universidad de Abu Dhabi, a la versión saudí de la revista The Economist.

Zahra Lari en un ejercicio en el hielo.

“Me prohibió ir a competiciones nacionales, pero seguía permitiéndome ir a ver a mis compañeras de equipo cuando participaban en pruebas. Ahí es cuando me vió lo que yo disfrutaba cviéndolas y animándolas, lo que amaba este deporte, y entonces me permitió seguir con mi sueño”, cuenta.

Su sueño ha ido evolucionando con el paso de los años, y ahora entrena entre cuatro y horas siete horas a la semana, no sólo sobre el hielo sino también ballet y expresión corporal. Sus horas de esfuerzo sobre el hielo ya han tenido recompensa: ha ganado el campeonato nacional de Emiratos, y ha sido becada para, con los fondos de Solidaridad Olímpica, seguir su formación hacia su sueño.

“Espero que todas las mujeres que persiguen sus sueños puedan hacer como yo, y no permitir que ninguna montaña se interponga en su camino”, repite la patinadora.