El Mundial más pobre del atletismo español: ni una sola medalla en Londres
El botín del equipo español, ninguna presea y apenas cinco puestos de finalista, el peor resultado en las 16 ediciones de los Campeonatos del Mundo, contrasta con el buen competir en líneas generales y un puñado de marcas personales.
13 agosto, 2017 22:25Noticias relacionadas
- La marcha española tampoco sube al podio, pero ilusiona para el futuro
- Los 4 fantásticos del 'cuatro', la nueva esperanza del atletismo español
- Londres consume el sueño de Ruth Beitia
- Orlando Ortega se queda sin medalla en la final de los 110 vallas del Mundial
- El drama de Sebas Martos, dos hombros dislocados y un sueño roto en el Mundial
¿Cómo se mide el éxito? ¿Se cuentan medallas o es la #pasiónporcompetir lo que en realidad importa? Raúl Chapado, presidente de la Federación Española de Atletismo (RFEA), había avisado en la previa que los Mundiales de Londres iban a ser "complicados" para el atletismo español. Y eso es justamente lo que ha sucedido, al menos cuantitativamente: España finaliza su actuación en el Estadio Olímpico de la capital británica con cero medallas —un resultado que nunca se había producido en las 16 ediciones de los Campeonatos del Mundo desde Helsiknki 1983— y con sólo cinco puestos de finalistas. "Un campeonato donde España se va sin medallas no es un buen campeonato nunca", dice Chapado minutos después de que acabe la última prueba, el relevo 4x400m.
Si bien los grandes espadas llegaban entre incertidumbres por los problemas físicos que les han golpeado a lo largo de toda la temporada y no han podido alcanzar éxitos de anteriores campeonatos, no todo son malas noticias para un atletismo español rejuvenecido, que pelea y compite aunque no gane.
En Londres la cosecha ha sido de cero preseas en el medallero, un cómputo doloroso, pero desde la federación justifican que se han pulverizado más de una decena de marcas personales y muchas más de la temporada, cosa que no sucedió en anteriores competiciones y que se disimuló a la sombra de un par de metales. "Aquí nadie nadie ha venido de vacaciones, todos los atletas se han dejado la piel en la pista", expresa el presidente.
El atletismo español se presentó en Londres con solo un atleta entre los ocho mejores del ránking de la temporada, por lo que no había ninguna opción realista de medalla. Se soñaba con el enésimo vuelo dorado de Ruth Beitia y con otra gran carrera de Orlando Ortega, los dos héroes de los Juegos de Río; incluso con Miguel Ángel López, campeón de Europa y del mundo de 20 kilómetros marcha, recuperado tras la decepción sufrida en la cidade maravilhosa. Pero lo cierto es que ninguno de los tres llegó en condiciones óptimas.
Beitia, la saltadora eterna de 38 años y con 15 medallas internacionales, terminó decimosegunda en la altura tras "cuatro meses horrorosos" por culpa de las lesiones. Orlando, también con los isquiotibiales tocados, tiró de garra para clasificarse séptimo en los 110 metros vallas porque las piernas no le corrían tan rápido como en Río, cuando fue plata. Ni en la marcha, la prueba que tradicionalmente ha salvado a España en la gran mayoría de campeonatos, subió a un representante nacional al podio, aunque sí terminaron cuatro marchadores entre los 13 primeros.
Antes de que comenzase el Mundial ya había pocos motivos para la esperanza. Ni Adel Mechaal en los 1.500, agotado después de un año de sanciones y cautelares, de controles y suspensiones, pudo enderezar el peor resultado del atletismo español. En Londres se consumó el salto al vacío que ya se rozó en ediciones anteriores, como la de Pekín 2015 —un oro y dos finalistas—, Daegu 2011 —un bronce y tres finalistas— o Berlín 2009 —una plata y seis finalistas—.
La selección española, con 56 atletas —el tercer equipo más grande presentado en un campeonato del mundo, solo por detrás de Sevilla 99 (74) y Tokio 1991 (59)—, era la sexta delegación más numerosa del Mundial de Londres, un número que no se corresponde con el verdadero nivel de nuestro atletismo. Desde el órgano federativo nacional también se explica que muchos de los atletas que han quedado eliminados en las primeras rondas pasando desapercibidos y que copaban los últimos puestos en función de las marcas, luego han quedado mucho mejor de lo esperado. "A cada atleta hay que valorarlo por su nivel", repite siempre Chapado.
Por nervios u otras circunstancias son varias las decepciones en Londres, como los tres nulos de Eusebio Cáceres en salto de longitud. Sin embargo, también se han destapado atletas de un futuro muy prometedor como Ana Peleterio, de 21 años, séptima en la final de triple; Jorge Ureña, de 23, noveno en el durísimo decathlon; Óscar Husillos y los 4 fantásticos del cuatro; Laura García Caro, de 22, novena en los 20 kilómetros marcha; y, sobre todo, Mechaal con un cuarto puesto estratosférico que no se convirtió en bronce por 18 centésimas. Todos ellos, luces en un campeonato que será recordado por la oscuridad que generan las cero medallas.
El resultado en Londres es malo, con un balance final en el que apenas se han logrado cinco puestos de finalista: la cuarta plaza de Adel Mechaal en el milqui, el quinto puesto del cuarteto del 4x400m, los séptimos de Orlando Ortega en 110 vallas y Ana Peleteiro en triple salto y la octava plaza del marchador Álvaro Martín. Una cifra mínima sobre la que todos los estamentos de la federación tendrán que reflexionar y estudiar el por qué de este desenlace.
Ramón Cid, el director técnico, también quiso hacer balance nada más finalizar la competición: "No hemos cumplido con nuestra historia. Ha habido un 25% de actuaciones malas, un 20% han estado justos o regular, otro 25% bien y un 30% excelente", valora Cid antes de preguntarse: "¿Hemos competido bien en relación a las expectativas?". Abriendo el abanico de los resultados, España ha metido a once atletas entre los diez mejores del mundo.
La realidad dice que el atletismo español del presente, en pleno relevo generacional, no es potente a nivel mundial, salvando a dos o tres excepciones, como Beitia, que se marcha entre lágrimas y a quien no se le puede exigir nada más. Los grandes, plagados de dolores, no han compensado los vacíos como sucedió en ediciones anteriores; los jóvenes todavía están creciendo y necesitan experiencia. Si las previsiones decían que era muy probable que España terminase el Mundial de Londres sin ninguna medalla, ha sucedido justamente lo esperado, por mucho que suene a fracaso.