Cuando Sal Yvars lanzaba una bola al aire anticipaba que el pitcher iba a lanzar una bola rápida. Si, por el contrario, jugueteaba con la pelota en sus manos, lo que el pitcher rival iba a lanzar era una bola curva. En realidad, los juegos de Yvars en el banquillo de los New York Gigants no tenían nada que ver con la intuición o la experiencia. En realidad, no muy lejos del estadio, otro integrante del equipo 'espiaba' al catcher de los Brooklyn Dodgers con un telescopio, observaba sus señales y gracias al apaño de un electricista comunicaba a sus compañeros a través de señales acústicas en el banquillo lo que iba a suceder a continuación.
Aquellos Gigants, hablamos de la temporada de 1951 en las Ligas Mayores de béisbol, remontaron una diferencia de 13,5 partidos respecto a los Dodgers para proclamarse campeones y entrar ya no en los libros de historia sino en la categoría de leyenda del deporte por lo increíble de su victoria. Una lástima que medio siglo más tarde el The Wall Street Journal descubriera la trama y desinflase el mito. Aunque tampoco demasiado.
Lo cierto es que en el béisbol no existe prohibición alguna en lo referente a robar las señales que pitcher y catcher del equipo rival realizan antes de cada lanzamiento. De hecho, hay una cierta mística en ello y se guarda un venerable respeto para quienes lo hacen. Si lo hacen bien, porque lo único que no está permitido es utilizar medios tecnológicos, ya sean mecánicos o electrónicos, en el banquillo para conseguir el objetivo. Precisamente lo que ha sucedido con los Red Sox de Boston, a los que los New York Yankees denunciaron por utilizar un Apple Watch desde el banquillo en una trama de "espionaje".
En realidad, la organización de la trama era bastante sencilla. Al igual que todos los equipos, los Red Sox tiene un equipo de vídeo encargado de monitorizar todo lo que sucede en el campo. Ese equipo observaba en directo a través de sus pantallas las señales del catcher de los Yankees, las descodificada y las transmitía directamente y ya 'traducidas' mediante mensajes de texto al Apple Watch del entrenador asistente de los Red Sox Jon Jochim, quien a su vez se las hacía saber desde el banquillo a sus jugadores de campo para que se lo comunicasen al bateador.
Resulta imposible saber con certeza la incidencia directa de esta técnica de "espionaje" sobre el resultado final de aquellos tres encuentros de agosto -según la sanción también la habrían utilizado con otros equipos que visitaron Fenway Park-, aunque en el primero de ellos cuando los Red Sox colocaron a un jugador en la segunda base -se supone que ésa es la posición más ventajosa para leer las señales del rival- impactaron 5 de 8 lanzamientos. También es cierto que en los dos encuentros siguientes apenas hicieron 1 de 6 y 3 de 10. En cualquier caso, la franquicia de Boston ha reconocido la utilización de medios tecnológicos para 'robar' las señales de los Yankees, aunque han librado de toda responsabilidad a la directiva del equipo.
Se desconoce la sanción impuesta por la MBL a los 'medias rojas' -es la política oficial-, aunque sí es público el enfado de la liga con los Yankees por hablar públicamente de la situación. "Lo primero de todo: nosotros preferiríamos no tener este tipo de incidentes. Y lo segundo: en la medida que los tengamos o se den, preferiríamos investigarlos y tratarlos en privado, y resolverlos. Pero eso no fue lo que ocurrió en este caso, algo que no es positivo para nadie", señaló Rob Manfred, comisionado de las Grandes Ligas, en un comunicado.
De hecho, los Yankees tampoco ha salido libres de pecado. A su denuncia, los Red Sox reaccionaron con otra por idéntico motivo, aunque en su caso concreto les acusaban de utilizar la televisión propiedad del club -YES- para espiar sus señales durante sus visitas al Yankee Stadium de Nueva York.
Una guerra de espías, tan antigua como el propio béisbol, que se renueva cada año y que, si bien existe cierta tolerancia hacia ella, tiende a desaparecer o, al menos, a ser menos visible. Además, las cantidades de ambas multas irán destinadas a los trabajos de recuperación de diferentes zonas afectadas por el huracán Irma. Al menos alguien gana de verdad.