Silvia Navarro (Valencia, 1979) explicará a las nuevas que ella, no hace tanto, se colgó un bronce Mundial en 2011 y otro olímpico en los Juegos de Londres 2012. Contará, también, que fue subcampeona de Europa en 2016. Que ella perteneció a una de las mejores generaciones que ha dado el balonmano patrio. Que sí, que sigue en activo. Que tiene 38 años, escucha Siempre así y, a pesar de ser madre de Unai, acude a su cita semanal con los tres palos junto al Rocasa Gran Canaria. Que intuye el final de su carrera, pero no lo vislumbra. Y que da igual los años que lleve hablándole a los postes: ella acudirá al Mundial de Alemania como una más (del 1 al 17 de diciembre). Por delante, un objetivo ineludible: conseguir que España sea una de las cuatro selecciones –de un grupo de seis– que se clasifican para octavos. Francia, Rumanía, Eslovenia, Paraguay y Angola (sábado, 20:30 horas) calibrarán si las ‘guerreras’ lo merecen. Pero antes de eso, la portera se sienta con EL ESPAÑOL.
Bronce en el Mundial, bronce en los Juegos de Londres, subcampeona europea… ¿Le cuenta muchas batallitas a las nuevas?
Sí, tienen mucha curiosidad por preguntar y sí que las más veteranas les contamos alguna anécdota o algún partido que ha sido significado mucho para nosotras.
¿Qué les dice a las nuevas, a las que acuden a su primer Mundial?
Que disfruten. Las ganas ya las traen. Tienen una ilusión y unas ganas tremendas… Es verdad que el primer día que llegas aquí impresiona, pero luego les digo que disfruten, que por suerte seguro que viven más Europeos y Mundiales.
Después de tanto vivido, ¿se acuerda de su primer día?
Sí, estaba alucinada. Menos mal que tenía a mi compañera Andrea, que me pegaba dos cogotazos y me decía: ‘¡Oye, Navarro, espabila!’.
Ahora son otras las que llegan nuevas, ¿cómo ve el futuro?
El cambio es grande. Ahora, lo bueno que tienen las jóvenes es que están jugando en la liga española. Antiguamente no pasaba. No se le daba oportunidad a las jugadoras de 18, 19, 20 o 21 de jugar a alto nivel. Esa oportunidad no la teníamos. Por eso tienen que disfrutar esto y, sobre todo, aprovecharlo.
¿Qué significa para usted acudir al que puede ser su último Mundial?
Es cierto que tengo que ser consciente de que tengo mis años, pero no me faltan ni ganas ni ilusión. Tengo muy metido el balonmano en las venas y de momento el cuerpo me respeta. No miro más allá ni pienso qué pasará mañana.
¿Le preocupa más ganar o vivir otra experiencia?
Ambas cosas. Lo primero es vivir la experiencia. Hay un cambio generacional y hay que dar plazo a que todo el mundo se acople para que vean un poquito la dinámica y cómo es el campeonato. Hay que darle margen a la gente. De momento, las nuevas lo están haciendo estupendamente. Y sí, pienso que puede ser mi último Mundial y disfruto mucho la experiencia porque no sé si volveré.
¿Y en ganar, piensa?
Es que somos competitivas, ambiciosas, guerreras… Sabemos que es muy difícil y que hay selecciones muy buenas, pero no perdemos la esperanza ni las ganas de intentar hacer algo grande.
¿Qué significa para usted la victoria?
Para mí el hecho de estar en la selección ya es ganar. Representar a tu país ya es un premio a todo el trabajo que has hecho durante todo el año, durante toda tu carrera. La selección es un premio extra y es un lujazo el poder estar aquí y poder disfrutar cada día.
¿Y perder?
También he perdido. Los deportistas tenemos que saber perder y ganar. Cuando pierdes, tienes que pasar página y aprender de los errores. No se puede pensar: ‘¡Es que nos han ganado, menuda paliza!’. No. Hay que dejarlo ahí y mirar para delante.
Y con los años mucho más. ¿Cómo ve la vida ahora que ha tenido un hijo?
A mi hijo lo echo mucho de menos. Cuando eres mamá, es complicado. Es muy difícil llevarlo, pero también te da un plus para salir adelante. Pero él se siente orgulloso, y cuando habla conmigo por teléfono es una pasada. Me pregunta dónde estoy, qué bandera hay en ese país… Para mí es un plus y una motivación para seguir adelante.
A su edad, ¿se toma la vida muy en serio?
Sí que me la tomo, aunque, como digo yo, soy muy cuadriculada, muy sencilla, muy normal, muy cercana… y también muy vergonzosa e introvertida. Soy muy casera. Me encanta estar con mi familia, con mi hijo, con mi pareja. Soy muy básica y no aspiro a más, sólo a tener a gente alrededor que me quiera.
¿Qué le pone de mala leche?
Aguanto mucho. Es verdad que, como dice mi madre, luego tengo un pronto muy malo que, aunque podría ser controlable, no lo es. Tengo 38 años y, a día de hoy, no lo he conseguido. A veces luego me arrepiento. Pero, sobre todo, me pone de mala leche algo que no me salga, o algo en lo que yo crea que no he dado el 100%, o algo que creo que podría haber mejorado.
¿Y su hijo?
Ese es otro tema. Ahí me tira el corazón, me tiene la cabeza absorbida. Lo veo tan chiquitito y se me pasa pronto.
¿Pensó que sacrificaba su carrera cuando decidió ser madre?
Siendo deportista de alto nivel te enfrentas a muchas cosas. Sacrificas todos los fines de semana y, ahora mismo, tengo el hándicap de la isla (juega en el Rocasa Gran Canaria). Viajo en avión y hay veces que los viajes no son cómodos. Piensas: ‘Podría haber hecho esto con mi familia, con mi pareja, con mi hijo...’. Pero me siento una privilegiada. Somos conscientes de que estamos haciendo algo que mucha gente querría hacer y con eso me conformo. Hacemos lo que nos gusta y eso es lo que te prima en la vida.
¿Le costó tomar la decisión de ser madre?
Cuesta. Yo no fui madre natural, no tuve que parar mi carrera deportiva, pero sí que cuesta porque tener un hijo te cambia la vida. Antes, por ejemplo, no tenía miedo a viajar y ahora sí. Cuando había turbulencias, pensaba: ‘Da igual, esto no se va a caer’. Pero ahora sí estoy asustada. Ya no sólo me hago cargo de mí, sino también de una persona muy pequeñita.
¿Qué le dice su hijo cuando la ve por televisión o cuando la ve en una foto con la medalla de bronce conseguida en Londres?
Él es el primero que me acompaña a los actos, el que me pregunta, el que sale en la tele… Lo que no encaja muy bien es que me vaya. El último día antes de venir con la selección me sacó las cosas de la maleta tres veces. Va cumpliendo años y no entiende por qué viajo tanto. Son muchos días y lo nota.
O sea, ¿que le sujetaba la maleta para que no fuera al Mundial?
Sí, es curioso. Hablaba con él y me decía: ‘Mamá, ¿quedan cinco días?, ¿seis?, ¿siete?...’. Y yo le contestaba: ‘Un poquito más’. Nosotros tenemos las herramientas para soportar la ausencia de alguien, pero ellos, no.
¿La ha tratado bien España como deportista y madre?
No me puedo quejar. En la selección me han facilitado todo y en mi club, igual. Me han echado un cable siempre que han podido.
¿Se considera una pionera, por aquello de haber sido de las primeras deportistas en tener un hijo?
Realmente, en la selección yo y Marta Mangué. Pero las noruegas y las rumanas, por ejemplo, paralizan su carrera deportiva, son madres y después vuelven sin ningún problema. No creo que sea un inconveniente. Todo lo contrario: es una experiencia que toda mujer tiene derecho a vivir.
¿Qué les queda por conquistar a las mujeres, tan de moda por sus éxitos recientes?
Lo que pedimos es igualdad respecto a los hombres. Es verdad que los tiempos han cambiado, pero no se puede comparar el deporte masculino con el femenino a nivel de privilegios y de todo. Que no caigamos en el cajón del olvido. Hacemos lo mismo que ellos o incluso más.
¿Hay que seguir siendo, por tanto, feminista?
Exactamente. Sé que es muy difícil, que eso está a años luz, pero yo no me cansaré de decirlo.
¿Han sido injustos los medios de comunicación con el tratamiento al deporte femenino?
Antiguamente cogías un periódico y no había nada, y lo mismo ocurría en la tele. Ahora ha cambiado. Agradezco mucho a todos los que nos prestan atención.
Cambiando de tema. ¿Qué le preocupa, más allá del Mundial?
El día que acabe. Al final, he hecho del balonmano mi forma de viva. Va a ser difícil el día que tenga que dejarlo, pero me estoy mentalizando. Llegará el día y todo deportista tiene que colgar las botas.
¿Le da miedo el día de después?
No, miedo, no. Sí me preocupa porque no sé qué será de mí ni cómo enfocaré mi vida. Me estoy mentalizando.
Mientras, sigue acudiendo con la selección, ¿qué siente al ponerse la camiseta cuando cada vez le quedan menos días como internacional?
El otro día, cuando nos repartían las equipaciones, pensaba: puede ser la última vez que vista esta camiseta. Le hice fotos a la sudadera y a todo. No lo había hecho nunca. Pero lo pienso en ese momento y luego me centro en disfrutarlo.
Respecto a la camiseta, el otro día Ruth Beitia decía que no entendía la doble moral de los deportistas que se ponen la camiseta de España y luego se declaran independentistas, ¿usted lo entiende?
Yo tampoco lo entiendo porque si defiendes un país, lo haces a capa y espada. Eres una representante y la cara visible de todos los deportistas que están luchando todos los días para acudir a una selección y yo estoy muy orgullosa de ser española como Ruth Beitia y a mucha honra.
Y se puede ser español y catalán y no pasa nada.
Sí, claro. Cada uno elige lo que quiere. Quien quiera ser catalán que sea catalán y quien quiera defender la independencia que la defienda. No pasa nada.
De una u otra forma, lo inmediato es el Mundial y casi no hemos hablado de él. Cuénteme, ¿cuál es el objetivo de España?
Hacer lo máximo posible. Hay un cambio generacional y hay que darle margen a este grupo. Que la gente no pida mucho porque ha sido un cambio muy grande y tenemos que ir despacito, pero no nos faltan ni ganas ni ilusión. Creo que se está trabajando muy bien y ojalá y consigamos algo importante. Vamos con todo.
Incluidas las ganas de ganar a Francia…
Lo principal es pasar de la primera fase… Ojalá podamos ganar a Francia. El otro día se lo decía a mi compañera: '¿Cuál va a ser la próxima, Rumanía?'. La verdad es que Francia nos ha dejado marcadas y a ver si tenemos opciones de ganarles.
Por si acaso pasa… ¿Se ha prometido algo si ganan una medalla?
No soy muy de tatuajes porque soy muy chapada a la antigua, pero alguno puede caer.
Y antes de que se retire, ¿cuál es la última promesa que le hace al balonmano y a los tres palos?
Al balonmano, darle todo de mi parte. Me comprometo a dejar el pabellón bien alto por parte de las ‘guerreras’. Y a los tres palos, bueno, han sido mi vida, mi segunda casa. Ya le dije a mi club: ‘Me voy a llevar la portería el día que me retire’. Las porteras, al final, tocamos los palos, ellos han sido nuestros confidentes, nuestro hábitat desde que empezamos…
Para terminar, cuénteme, ¿qué es para usted el futuro?
Una oportunidad.
Noticias relacionadas
- Sylvia, la española que se ha propuesto llevar a las niñas del Chad a los Juegos
- De Gea y la parada imposible en el Liverpool – Manchester United
- Los Jofresa, una saga inagotable: Gerard, triplista ACB a los 16
- Las Cortes Valencianas piden al Valencia que su equipo femenino juegue en Mestalla para "evitar la discriminación"
- Premiado el niño de 12 años que le salvó la vida a un jugador que no respiraba