El oro intangible de Bruno Hortelano
- A pesar de quedar cuarto y sin medalla en la final de 200m, el velocista español se mostró contento con su carrera y satisfecho por los resultados de toda la temporada: "Vengo de tocar fondo y para mí esto es una victoria".
- El fin de la "etapa única" de la vida de Bruno Hortelano
De infinitos baches y contadas alegrías va la vida. Por eso Bruno Hortelano esprinta feliz, sin miedo, solo soñando. Su mano derecha la cubre un guante negro que le recuerda uno de esos traspiés que dejan cicatriz; es el símbolo de su debilidad y su fortaleza, de volver a sentirse competitivo después del accidente. Sale a la pista del Estadio Olímpico de Berlín con una sonrisa enorme donde se reflejan su ilusión y sus sueños; y corre casi más que nunca, solo con el objetivo de ser mejor que él mismo. Pero los rivales, esta vez, van más rápido.
"Siento que lo he dado todo. He ejecutado la carrera que quería", dice Hortelano en zona mixta, todavía con la sonrisa gigante en el rostro a pesar de no haber podido revalidar su título europeo de 200 metros, ni tan siquiera subir al podio. "Cualquier otro atleta estaría frustrado, enfadado, pero mi sensación es de victoria. Vengo de tocar fondo y para mí esto es un oro. No salí del hospital para ganar una medalla", añade rotundo el plusmarquista español de 100m, 200m y 400m.
Hace justo 704 días, Bruno Hortelano se destrozaba la mano contra el asfalto de la A-6 en un accidente de coche que casi le cuesta la vida. Este jueves, después de un larguísimo proceso de recuperación, el discípulo de Adrian Durant, el líder del nuevo y rejuvenecido atletismo español, volvió a sentirse competitivo, parte integrante de la élite de la velocidad europea —y mundial—. No pudo con el ímpetu y la potencia del turco Guliyev, oro con 19.76s, récord de los campeonatos y la segunda mejor marca continental de la historia, solo por detrás de Pietro Mennea (19.72s); ni con el británico Mitchell-Blake ni el suizo de origen jamaicano Wilson, ambos con 20.04s, una mísera centésima más rápidos que Hortelano.
"No me siento que haya perdido. Ellos han corrido más que yo", explica el velocista español nacido en Australia y formado como atleta en la Universidad de Cornell (Estados Unidos). Y es que más allá de sus veloces piernas, la mente prodigiosa de Hortelano, fuerte y clara, es la clave de un renacer tan impresionante, un regreso que ha enganchado a tanta gente. "Estoy muy satisfecho de cómo ha salido la temporada. Es un gran paso de cara a los Juegos Olímpicos de Tokio. Venía con la mente vacía, con mucha confianza y me voy con más".
"¿Pero cómo voy a estar decepcionado?"
Después de una curva velocísima, Hortelano, por la calle tres, encara la última recta en una buena posición. Sin embargo, su técnica de carrera, subiendo mucho las rodillas y con los brazos en ángulo recto, como un robot humano, ya no es tan exquisita e hipnotizante como en la semifinal, donde gana con solvencia. Aprieta los últimos metros cuando ve que se alejan las medallas; y se tira con todo, literalmente, sobre la línea de meta. Acaba por los suelos, dando una voltereta y con rasguños en buena parte del cuerpo. Se ha vaciado.
El fantástico crono que marca Bruno, 20.05s, es el segundo mejor registro de su vida en un doble hectómetro, solo por detrás de los 20.04s del Campeonato de España de Getafe, hace unas semanas. Pero la espinilla de superar la barrera de los 20 segundos todavía no se la ha conseguido extirpar: "Me he notado ahí, a punto de romperla. Tenía el cuerpo y la preparación para haberlo logrado", se lamenta mínimamente Hortelano en la zona mixta. "Lo importante era notarme competitivo y estar peleando con los rivales".
Antes de la final, Hortelano no quería aventurarse con récords ni medallas. "Solo quiero ser mejor que yo", decía tras clasificarse para la final. Y es que su triunfo personal no se contabiliza en oro, plata o bronce, sino en haber sido capaz de levantarse cada día, bajar a la pista a entrenar y alcanzar el mejor estado de forma de su vida. En volver a coronar esa cima y cerrar la "etapa única" de su vida para dar paso a la siguiente.
Por eso cuando le preguntan si a pesar de todo, en algún resquicio del interior de su cuerpo puede hallarse un mínimo gramo de decepción, salta tajante a desmentirlo. "¿Pero cómo voy a sentirme decepcionado viniendo de donde vengo? He tenido que renunciar al Mundial de Londres y al de Birmingham de pista cubierta porque no estaba bien del todo. Y eso no ha sido fácil para mí. Este resultado me anima para seguir trabajando duro, seguir con el plan de entrenamiento y confiar en el proceso y en mis sueños".