Berlín

Es el grito de liberación de Orlando Ortega, el instante con el que lleva muchos meses soñando después de una temporada, la anterior, complicadísima, donde exigía a su cuerpo más de lo que éste podía ejecutar. No corre tan delicado y elegante como en la semifinal, donde reacciona rápido al disparo y engulle las vallas sin rozarlas; es el escenario opuesto: sale retrasado, choca con el primer obstáculo y se ve atrás, pero Ortega cree en él, en el trabajo acumulado durante todos los entrenamientos, y comienza a remontar. No le llegan los metros de la recta azul del Olympiastadion para alcanzar al francés Martinot-Lagarde ni al ruso Shubenkov, pero sí agarra con fuerza el bronce en la final de 110m vallas.

Y otra vez, como en en los Juegos de Río de Janeiro, Orlando Ortega se emociona al ver en el marcador gigante del estadio su nombre entre los tres primeros clasificados, al colocarse sobre los hombros la bandera de España. En la ciudad carioca fue plata, subcampeón olímpico, donde rompe a llorar y conmueve a todo un país; en Berlín, en un estadio que respira historia, también con los ojos vidriosos, es bronce, pero un metal que pesa más, que le devuelve la confianza después de chocar y chocar con las crueldades del atletismo.

En la zona mixta desembarca el vallista español de origen cubano henchido, con una sonrisa tan grande que no le cabe en el rostro. "A ver por dónde empiezo", dice, y suspira satisfecho de nuevo con su actuación en un gran campeonato, aunque la marca, 13.34 segundos, no sea la mejor. "Estoy orgulloso, contento. Sabía que podíamos estar en esta final, sabía que podíamos hacerlo bien y luchar por una medalla. Otra vez demuestro que estoy entre los mejores del mundo", continúa.

Llegada de la final de 110 vallas. Reuters

Pero Ortega, siempre ambicioso, confiesa que en su mente "solo estaba la medalla de oro", esa que Pascal Martinot-Lagarde (13.17s) —¡por fin explota en una gran cita internacional!— le roba por milésimas a Sergey Shubenkov (también 13.17s), campeón del mundo en 2015, y el único vallista que este año había sido capaz de bajar de 13 segundos.

"Gracias a Dios salió bien", explica el vallista español, que firma la cuarta medalla de la delegación española en Berlín. "Chocamos pero nos recuperamos, de mente sobre todo. Ha sido un año muy difícil porque he tenido mucha presión en la cabeza. Al principio quería demostrar mucho más de lo que yo sabía que podía dar, nos hemos metido mucha presión y tenía la cabeza llena de pensamientos negativos, sobre todo al comienzo de temporada. Pero ahora todo ha salido bien y hay que seguir adelante", explica Ortega, que se va a descansar feliz, con la mente liberada, y dejando una promesa: "Orlando está aquí para seguir peleando".