La selección española femenina de balonmano accederá a la segunda fase del Europeo de Francia con cero puntos en su casillero, tras caer este miércoles por 32-26 ante Hungría, en un encuentro en el que el conjunto español, carente de la más mínima solidez defensiva, se vio abocado desde el principio a una contundente derrota.
Como si todavía siguiese anclada en la dolorosa derrota encajada el pasado lunes ante Holanda, al conjunto español le costó un mundo meterse de lleno en el partido, especialmente en defensa, donde las de Carlos Viver apenas recordaron al agresivo equipo de las dos primeras jornadas.
Todo un problema para las españolas que necesitan que los encuentros se muevan con el marcador lo más bajo posible, en torno a los veinte goles como cifró Viver antes del inicio del Europeo, para aumentar sus posibilidades de victoria.
Cifra que ya se antojaba casi una quimera con los cuatro tantos (4-2) que España encajó en los cinco primeros minutos de juego. Una dinámica que condenaba casi irremediablemente al equipo español a la derrota.
Un vaticinio que la selección española pareció dispuesta a negar con los cuatro goles consecutivos -dos de Mireya González y dos de Nerea Pena- con los que las españolas lograron dar en los siguientes cinco minutos la vuelta al tanteador (4-5).
Reacción que no tardó en comprobarse como un mero espejismo, ya que ni la efectividad de las laterales españolas sirvió para hacer reaccionar a una defensa, incapaz de contener a las jugadoras húngaras que llegaban a posiciones claras de gol con una pasmosa facilidad.
Una auténtica sangría que acabó por contagiar al ataque español, que se desplomó por completo en el momento en el que tanto Mireya González como Nerea Pena bajaron sus porcentajes en el lanzamiento exterior.
Sin capacidad de anotar, pese a que Carlos Viver lo intentó todo, rotando una y otra vez a las jugadoras de la primera línea, y, sobre todo, sin la solidez necesaria para frenar el ataque magiar, la selección española se condenó a una durísima noche.
Una pesadilla en la que tuvieron un papel protagonista la extremo izquierdo Nadine Schatzl y la lateral derecho Noemi Hafra, autoras de cinco tantos cada una en la primera parte, que castigaron y de que manera cada desatención defensiva del equipo español.
Goles y más goles que dejaron a España con una desventaja de cinco tantos (19-14) al descanso, que supuso tan sólo un anticipo, del severo correctivo que le esperaba a las españolas en el segundo parcial.
Y es que si en el primer período España fue un juguete roto en las manos de la selección húngara, en el segundo la cosa empeoró todavía más para el equipo español, que tan sólo logró anotar un tanto en los ocho primeros minutos de la segunda mitad.
Un escaso bagaje ofensivo que permitió a Hungría dispararse definitivamente en el marcador, como reflejó la desventaja de diez goles (25-15) con la que las contaban la españolas apenas empezado el segundo período.
Contundente marcador que no acabó con los errores constantes del equipo español, en el que todo era imprecisiones, como reflejó los dos minutos con los que fue sancionada Paula García al hacer mal un cambio ataque defensa.
No obstante, España, que llegó a perder hasta por once goles (30-19) no cejó en su empeño de maquillar lo máximo posible el marcador, consciente de que non podía dilapidar con una sonrojante goleada todo el crédito ganado en sus dos primeros partidos del torneo.
Un objetivo que las españolas lograron en parte al dejar finalmente en seis goles (32-26) la desventaja final de un equipo español que arrancará el próximo viernes ante Alemania la segunda fase del torneo con cero puntos en su casillero.
Todo un problema que para España, que se medirá en la segunda fase además de con Alemania con las selecciones de Rumanía y Noruega, que necesita acabar lo más alto posible en este Europeo para acercarse a los preolímpicos de acceso a los Juegos de Tokio.