La selección española de balonmano derrotó a la selección de Brasil, pero dijo adiós al Mundial tras la derrota de Croacia ante Alemania, ya que tan solo le valía el empate al conjunto dirigido por Jordi Ribera.
Jordi Ribera, seleccionador español, conoce a la perfección el sistema defensivo brasileño porque fue quien implantó el 5-1 que utiliza el equipo sudamericano cuando fue su entrenador, por lo que España no tardó en encontrar las fisuras en la zaga brasileña.
España siempre las encontró en los extremos, donde Ferrán Solé y Ángel Fernández, muy abiertos en las esquinas o con desdoblamientos a la línea de seis metros, superaron una y otra vez a la defensa brasileña.
A diferencia de anteriores encuentros, en esta ocasión España sí recordó al casi infalible equipo que en el pasado Campeonato de Europa apenas falló un puñado de lanzamientos desde la línea de seis metros.
Todo lo contrario que Brasil, que careció de la efectividad que le permitió sorprender el domingo a Croacia, como demostró el único gol con el que el cañonero Haniel Langaro se marchó al descanso tras acertar tan sólo uno de los cuatro lanzamientos que intentó.
Pérez de Vargas, un muro en el inicio
Cuando los jugadores brasileños no se estrellaron con los brazos de los defensores españoles, lo hicieron con un sobresaliente Gonzalo Pérez de Vargas, que atajó hasta seis balones en la primera parte. Esa solidez defensiva permitió a España encadenar una recuperación tras otra, el combustible necesario para alimentar su veloz juego de contraataque.
Así, a la carrera, el conjunto español no tardó en despegarse en el marcador, que a los catorce minutos de juego reflejaba una renta de siete tantos (10-3) para los de Jordi Ribera.
España conservó una clara ventaja hasta el final de la primera mitad (19-13), pese a la irrupción del lateral Raul Nantes, que con sus potentes latigazos se encargó de evitar el desplome definitivo del equipo brasileño.
Pero ni el buen hacer de Nantes permitió a Brasil reducir la ventaja del equipo español, que respondió a cada gol del lateral con los tantos del pivote Julen Aginagalde y de un Joan Cañellas que demostró que España también puede presumir de lanzamiento exterior.
La segunda parte fue un monólogo español
El camino para romper definitivamente el partido no lo encontró España en ataque, sino en defensa, faceta en la que los 'Hispanos' subieron todavía un punto más su intensidad en el arranque del segundo período.
Una actividad frenética de piernas y brazos que acabó por cerrar todos los caminos al gol a un equipo brasileño que fue acumulando fallos.
El equipo español no lo desaprovechó, con un brillante Gonzalo Pérez de Vargas, y elevó su ventaja hasta los diez tantos (24-14) a los seis minutos de la segunda mitad.
Brasil apenas pudo recortar esa distancia, pese a que el técnico sudamericano Washington Nunes lo intentó todo, pero ni el ataque con dos pivotes ni los cañonazos de Langaro, que en la segunda parte sí se mostró como el peligrosísimo jugador que tumbó a Croacia, le sirvieron para acercarse en el marcador.
Los jugadores brasileños se vieron superados en todo momento por una defensa que siguió sumando recuperaciones de balón, para regocijo de un Aitor Ariño que ejerció de punta de lanza del contraataque español. Esa fórmula condujo a España a un contundente triunfo (36-24).
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