Joana Pastrana, unas zapatillas de heroína, un Mundial que defender y el dorado de Moralzarzal
La doble campeona mundial y de Europa ha abandonado Alcobendas por "falta de apoyo". Defiende el cinturón en Moralzarzal contra Ana Arrazola con todo vendido.
8 marzo, 2019 22:39Noticias relacionadas
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– ¿Le gusta la fama?
– Me da un poco de vergüenza. El otro día, por ejemplo, estábamos en la pista de atletismo entrenando y un chico me paró. Me preguntó si era Joana Pastrana y me hizo ilusión. Eso sí, me daría vergüenza ir por la calle y que me dijeran algo. No suele pasar. En Madrid, no saben quién soy porque el mundo del boxeo femenino no está muy reconocido. En el pueblo, cuando voy, pues sí, en el supermercado de toda la vida te preguntan. Me dicen: ‘Joana, ¿cómo llevas los partidos?’. Y yo les digo: ‘¡Muy bien, los voy ganando todos!’. Son mayores, no se enteran (risas). Es muy divertido”.
Hace algo más de un año de estas declaraciones de Joana Pastrana a EL ESPAÑOL. Entonces, ya era campeona doble campeona de Europa. Las estrellas la esculpían en silencio, pero el gran público, el ciudadano de a pie, todavía permanecía ajeno al devenir de una superdotada para el boxeo femenino. Sólo unos pocos, los entendidos y los expertos, reconocían su figura, vislumbraban el florecer de un brillo que hoy se observa con nitidez. Ahora, sí saben de quién se trata. “En la calle, la paran”, celebra su mánager, Álvaro Gil-Casares. ¡Y no es para menos! En este tiempo, se ha proclamado dos veces campeona del mundo, ha sido espartana para el videojuego Assasin’s Creed y se ha convertido, junto a otras cuatro mujeres, en capitana Marvel.
Qué demonios. Joana, incluso, ha sumado premios (como el Nacional del Deporte) a su extenso palmarés. Sin embargo, ese incremento mediático, esa exposición pública que ha convertido su charla con los medios en una rutina, no se ha trasladado en un apoyo económico del todo necesario. Es imagen de Oysho Sport Team y de Capitán Maní, pero no es suficiente. No para una doble campeona del mundo. ¿La prueba? Este sábado, a las 23:00 horas, defenderá el título Mundial frente a Ana Arrazola en Moralzarzal (Madrid). “¿Tan lejos?”, pensarán muchos lectores. Tiene una explicación…
Joana, durante este tiempo, había convertido Alcobendas (norte de Madrid) en su fortín, en un territorio inexpugnable. Allí, revalidó su título de campeona de Europa contra Judit Hachbold (previamente se lo había arrebatado a Sandy Coget). Y allí, también, ganó su primer mundial frente a Oezlem Sahin y repitió contra Thaweesuk. Ganó, en definitiva, todo lo que podía. Pero, entonces, tuvo que decir adiós al pabellón José Caballero, el de sus noches de gloria. “Le dieron el premio a la mejor deportista del año en Alcobendas y, sin embargo, nos subieron el alquiler del recinto. El apoyo era nulo”, denuncia su mánager, Álvaro Gil-Casares. ¿Solución? Cambiar de aires. No les quedaba otra.
¿El lugar elegido? Moralzarzal, cerca de la sierra, donde han apostado por ella y por el boxeo femenino –y eso, hoy por hoy, es de agradecer–. “Nos han dado todo tipo de facilidades, el pabellón nos sale gratis, tenemos vendidas prácticamente todas las entradas (en un recinto con una capacidad para 2.500 espectadores). Lo que no queríamos es perder dinero celebrando el campeonato del mundo, como sí ocurrió la última vez”, incide Álvaro. ¿Y Madrid, era una posibilidad? No. ¿La razón? El precio de los alquileres.
Joana, por tanto, lejos de la capital, en Moralzarzal, defenderá su título mundial contra la mejicana Ana Arrazola con una buena nueva: el combate se podrá ver por Gol T (el anterior no se retransmitió). Esta vez, cambiando sus zapatillas de Goku, con las que aplastó a Thaweesuk, por unas de capitana Marvel. Un día después, tras el 8M, se vestirá de heroína para retener el cinturón.
Antes, eso sí, tendrá que poner a sus pies a Ana Arrazola, también campeona del mundo (aunque por otro organismo) y prácticamente invicta desde 2015 (tan solo ha perdido un combate). “La gran diferencia esta vez es el ritmo que mete la mejicana”. Y, además, la preparación. Joana, esta vez, ha tenido que viajar a Bilbao para entrenarse con la pareja de Kermán Lejarraga (también campeón de Europa), zurda, como su rival, porque no había boxeadoras que reunieran esas características en Madrid.
Los tiempos cambian. Joana ya no es una desconocida. Ahora, en la calle, saben que es doble campeona del mundo, que es la mejor heredera posible de María Jesús Rosa (la pionera del boxeo femenino español), que sus fotos cotizarán al alza con el tiempo y que sus combates no serán arrastrados por la corriente del tiempo. Eso es una certeza. Pero no lo ha tenido (ni lo tiene) fácil. El brillo deportivo se puede conseguir, pero es difícil mantenerlo sin el apoyo económico. Tiene el beneplácito de los medios, la buena fe de una localidad (Moralzarzal) y el reconocimiento del público y del mundo del deporte. Sólo le falta el monetario para colocar, definitivamente, el boxeo donde lo merece. Ojalá.