Los Juegos Olímpicos de Londres 2012 fueron y serán el recuerdo deportivo más valioso para Marina Alabau (33 años). La sevillana es campeona olímpica, mundial y europea en la especialidad de windsurf. Una deportista constante y que se ha sacrificado por cumplir el sueño de su vida.
Su palmares no ha parado de crecer desde que en el año 2006 fuera subcampeona del mundo en la categoría RS:X. Participó en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, obteniendo el cuarto puesto para finalmente ganar la medalla de oro cuatro años después. Ademas en 2018 consiguió la victoria en la categoría femenina del Campeonato del Mundo de Fórmula Foil, que se celebró en Portugal.
Su dominio también se instauró en Europa, donde ha ganado el Campeonato Europeo femenino de RS:X en cinco ocasiones: Limassol 2007, Brest 2008, Tel Aviv 2009, Sopot 2010 y Madeira 2012. Una campeona nata, que pese a todos sus triunfos ha tenido que pasar por momentos muy duros, como la muerte de su entrenador.
Una vida dedicada al windsurf
EL ESPAÑOL ha podido hablar con Marina Alabau, que desde sus inicios ya tenía claro su futuro, y no dudó en ningún momento cuál era su mayor sueño: "Empecé haciendo varios cursos, hasta que finalmente comencé a hacer windsurf. Desde el principio sabía que quería hacer eso". Un esfuerzo que finalmente se vio reflejado en el mayor logro de su carrera: "Cuando logré el oro en Londres sentí que todo el esfuerzo y el sacrificio había valido la pena. Una satisfacción y una alegría muy grande".
"Si me lo esperaba, donde se disputaron los Juegos fue donde gané el Mundial, era una zona que se me daba muy bien y sabía que tenía muchas opciones de medalla", afirmó tras recordar el mejor momento de su carrera deportiva. Finalmente la sevillana ya no competirá más en unos Juegos: "Voy a comenzar ahora un nuevo circuito de windsurf privado, y en principio ese es mi próximo objetivo, ganar ese título, ya que me retiré este año de la competición olímpica y no iré a Tokio 2020".
Cuando abandone su mayor pasión, la duda se instaura en si seguir ligada al deporte de su vida o dedicarse a otras cosas que no ha tenido tiempo de disfrutar debido a la competición. "No sé qué haré en el futuro, me dedico también a los temas inmobiliarios y me gustaría poder compaginar las dos cosas en el futuro", aclaró.
El lado más duro de este deporte
No todo ha sido un camino de rosas para Alabau. Destacó sus momentos más duros, en el que sobresale por encima de todos uno: "Mi peor momento fue cuando falleció mi entrenador en 2009, era un amigo muy grande, y mi mejor momento fue cuando gané la medalla de oro en Londres".
A pesar de ser un deporte muy gustoso y entretenido para el espectador, el deportista sufre varios contratiempos a la hora de llegar a cada competición. "Lo más duro es viajar con todo el equipo por todo el mundo y navegar en los días con mucho frío y lluvia". Pese a ello, no ha valorado echarse a un lado: "Nunca he pensado en dejarlo, he estado muy contenta. Las cosas buenas son más importantes y hay más que cosas malas".
El momento más tenso de su carrera fue en los días y horas previas a la disputa de los Juegos de Londres: "Cuando estás en los JJOO con opción a una medalla es muy duro y son momentos de mucho estrés. Te estás jugando tu carrera deportiva en una manga de 20 minutos. Te juegas mucho trabajo en muy poco tiempo. El estrés es enorme y son sensaciones bastante duras, menos mal que los JJOO son cada cuatro años. Lo pasé muy mal con los nervios, incluso no llegué a comer ni el día anterior ni el de la competición. Pero cuando cogí la tabla y me metí en el mar ya fue otra cosa y me sentí muy cómoda. Cada día lo valoro más".
Además, en su mente solo aparecía la posibilidad de salir de allí con la medalla de oro en su cuello. "Si no hubiese conseguido el oro, hubiese sido un fracaso. Lo hubiese seguido intentando, pero para mí no conseguir el oro era un fracaso", concluyó.
Una historia de trabajo duro y constante, que tocó la cima en 2012, con el momento más importante de toda su carrera. Tras dejar la competición olímpica, se ha centrado en nuevo circuito privado, pero su gen competitivo y sus ansias de victoria no han caído y así seguirán hasta el día que deje de competir. El mar ha sido, es y será su mayor felicidad.
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