Edna Imade, "el bicho" como le llaman sus compañeras del Málaga CF, es casi un metro ochenta de alegría y buen rollo y, aunque sus orígenes fueron complicados -nació cuando su madre huía de una guerra- como tantas historias de la migración, ese pasado contrasta con su brillante futuro como futbolista.
A finales de los noventa Nigeria sufrió golpes de estados, guerras, violaciones de derechos y sangre, y eso es precisamente lo que vivió su madre, Floren Imade, algo a lo que se enfrentan tantos que buscan un futuro mejor.
Floren, embarazada, cruzó junto a su pareja el desierto del Sáhara, pero fueron retenidos en Marruecos, donde nacieron Edna y su hermano mellizo Paul a la espera de una patera para cruzar el Estrecho de Gibraltar.
La futbolista del Málaga relata a punto de emocionarse en una entrevista con Efe que, en el transcurso de aquel arriesgado viaje, un día que el mar estaba agitado su hermano cayó al agua, pero un hombre pudo rescatar al entonces bebé.
Edna, que tiene tres hermanos, vive con su madre y Paul, con quien empezó a jugar a fútbol, pero quien recientemente ha cambiado de deporte y ahora le da al baloncesto además de estudiar el Grado medio de Técnico Superior en Animación de Actividades Físicas y Deportivas (TAFAD).
Duros inicios en España
Al llegar la familia a costas españolas, retuvieron a su padre y le trasladaron a Almería para luego deportarlo. Su madre dejó a los dos bebés en Algeciras (Cádiz) en busca de una solución para su pareja, pero cuando volvió descubrió que a sus niños ya le habían asignado una familia de acogida.
Edna recuerda que su madre "se volvió loca" y recorrió cada comisaría de Policía en busca de sus niños. "Ella no hablaba español, no entendía nada", apunta su hija, que explica que poco tiempo después Floren conoció a una monja keniata que les acogió en su convento.
Madre e hijos sobreviven con las ayudas que reciben y los pañuelos que su madre vende en un semáforo de Sevilla. "En Navidad suele traer un poco más porque la gente se solidariza", señala Edna, que sueña con ir algún día a Nigeria a conocer a su familia, aunque le dan miedo las enfermedades y la guerra.
La futbolista es puro músculo y exhibe una amplia sonrisa y entre sus compañeras es "la que siempre está bailando", admite porque no le gusta ver a nadie triste.
Sin embargo, sus inicios en su actual club de fútbol no fueron fáciles, y llegó a pensar que había cometido un error, pero tiene claro que no podría vivir sin fútbol y, aunque le costó separarse de su madre que se quedó en Carmona (Sevilla), hoy no se quiere ir del equipo.
Lucha contra la injusticia
A Edna se le rompe el corazón cuando ve gestos de racismo y cuando "por ser de otra raza, ya cierran la puerta y no te quieren conocer".
También lamenta la desigualdad imperante en el fútbol español y explica que si le pregunta a unos niños quién es Jer Hermoso (futbolista del Barcelona femenino), no lo saben, mientras que utilizan una camiseta de Messi.
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