La historia de Maxime Mbandà ha impresionado al mundo del deporte y más allá. Ha pasado de correr pelota en mano en competiciones como el Seis Naciones a llevar una ambulancia por las calles de Parma para combatir al coronavirus. El jugador del Rugby Zebre y de la selección italiana se ha convertido en un héroe de su país.
Mbabdà se ofrecieron como voluntario para la Cruz Amarilla en Parma hace más de una semana. Su ejemplo ha sido seguidos por otros. En una conversación con Federugby, Mbandà ha dado a conocer su historia y el esfuerzo que está realizando por ayudar a la localidad en la que vive ante la crisis sanitaria que azota al mundo y con más fuerza en Italia.
"Estamos en una situación de emergencia total. Hasta hace unos días, la gente no había percibido cómo se encuentran los hospitales. Hay médicos, enfermeras que intentan salvar vidas las 24 horas del día, a veces sin turnos de descanso", explica sobre el calvario médico en el que se ha convertido la situación.
Su inspiración para ayudar fue su padre: "Mi padre es cirujano, ha pasado toda una vida salvando personas, su experiencia ha sido fundamental en mi iniciativa. Estoy agradecido con mis padres por haberme transmitido mi educación e instinto para ayudar a otros. Son cosas que algún día querré transmitir a mis hijos", cuenta.
11 horas al día
Su trabajo no cesa: "Hasta ahora he realizado un promedio de 11 horas de servicio al día. Trato de aligerar el peso del trabajo al que está sometido el personal del hospital. Cuando las órdenes de traslado de pacientes llegan del centro de operaciones, pasamos a la acción. Casi todas son por positivos por coronavirus, son pacientes que tienen síntomas leves y que pueden continuar la cuarentena en el hogar dejando camas gratuitas para los más necesitados", dice sobre su rutina.
"La preparación para las jornadas es larga y meticulosa, usamos trajes especiales, guantes, anteojos", cuenta. Sus jornadas requieren un esfuerzo increíble: "Una cosa importante que se debe hacer antes de entrar al servicio es ir al baño, porque nunca se sabe cuándo puede tener un momento para sus necesidades fisiológicas. Un día entré en servicio a las 9:30 y salí a las 18:00, ese día almorcé a las 18:30".
Por último, mandó un mensaje a todo el mundo y, en especial, a los jóvenes: "Si estás cansado de quedarte en casa y lo único que has podido hacer últimamente es quejarte en las redes sociales, intenta buscar, llamar a un número gratuito para averiguar si hay alguien que necesita ayuda, porque seguramente sea así".