Carolina Marín, vigente campeona olímpica de bádminton, ha aplacado con un baile por sevillanas con su madre en el patio de su casa las ganas de volver a practicar su deporte y de besar y abrazar a su progenitora, con quien pasa en Huelva este periodo de confinamiento por la pandemia de coronavirus.
La campeona onubense, gran apasionada del baile desde pequeña, ha sumado esta nueva actividad a otras de ocio y domésticas que, aparte de su entrenamiento diario para mantener el tono muscular, ya realizaba, entre ellas la cocina, la lectura, ver series, la repostería o algunas manualidades.
"Lunes. Esto es lo más cerca que he estado de mi madre en toda la cuarentena", indica Marín junto a un vídeo publicado este lunes en sus redes sociales en el que baila una sevillana en el patio de su casa con su madre, Antonia Martín, en concreto la cuarta de las cuatro coplas de las que se compone este baile popular.
Para ello, eligió una sevillana rociera, lo que entronca con la gran devoción que profesa a la Virgen del Rocío, a la que el pasado agosto ofreció su medalla de oro en el santuario de la aldea de El Rocío, en Almonte (Huelva), días después de que se emocionara en el Ayuntamiento de la capital cuando los onubenses le cantaron la Salve rociera.
La también triple campeona mundial y cuádruple campeona de Europa, de 26 años, es una gran aficionada al baile desde que, cuando tenía 3 años, su madre la apuntó a clases de flamenco en la asociación de vecinos de su barrio de Santa Marta, hasta que a los 12 se volcó en el bádminton.
Carolina Marín pasa el confinamiento con su madre y a final de marzo, en una entrevista con Efe, reconoció que, cuando esto pase, lo primero que hará es darle un beso, ya que sigue a rajatabla las indicaciones de las autoridades sanitarias para evitar contagios, y luego ver a toda su familia y dar un paseo sola por las playas onubenses.
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