El coronavirus va a marcar un antes y un después en el mundo entero. Nada será como estamos acostumbrados al menos hasta dentro de unos años o hasta que se encuentre una cura para una pandemia que va dejando cada día miles de contagios y muertes.
Todo ello ha provocado que muchos países hayan optado por decretar el estado de alarma, lo que ha hecho que se hayan paralizado las grandes competiciones deportivas y que todo esté cerrado, salvo ciertos espacios esenciales. Además, en varios de ellos no se puede salir a la calle ni para hacer deporte.
En España, los deportistas profesionales tienen que entrenar en sus respectivos domicilios y hacer malabares para estar en forma de cara a cuando se reanuden, si el Covid-19 lo permite, la temporada deportiva.
Asumir que ahora ya no pueden controlar casi nada, rendirse y aceptar la realidad es complicado para ellos debido a que no están acostumbrados a una situación como esta.
Joseba del Carmen (Vitoria, 1967), exjugador de baloncesto que estuvo en el Baskonia, exdesactivador de bombas de ETA y ahora coach de deportistas como Jon Rahm, Maverick Viñales, Abelardo (entrenador del Espanyol) o Marc Roca, entre otros, asegura que es lo que tienen que hacer ya es un aprendizaje necesario para afrontar "sin sufrir" este período de confinamiento a causa de la pandemia del coronavirus.
Pocos como él para ofrecer una visión transversal de cómo afecta a la preparación de los atletas la cuarentena por el coronavirus. EL ESPAÑOL ha podido hablar con él.
¿Cómo te encuentras debido al coronavirus y al confinamiento?
Llevo trabajando varios años de forma online, por lo que el teletrabajo no es algo novedoso ya que es mi día a día. En ese aspecto no me ha cambiado la vida, pero sí en lo personal por lo de no poder salir a la calle.
¿Cómo ves el tema del coronavirus?
Es preocupante por todo lo que está ocurriendo y hay que saber que tenemos que ser conscientes de que todos tenemos que cambiar como individuos y sociedad.
¿Cómo llegaste a ser coach deportivo?
Primero fui jugador de baloncesto en el Baskonia. Durante esta época estudiaba económicas y tenía una empresa familiar. Luego me metí en la Ertzaintza y me dediqué a desactivar bombas de ETA. Durante toda esta época me hice jugador de golf profesional y en 2008 empieza mi gran cambio. Me fui al campo a vivir a Santander y empieza mi transformación. Tuve un crecimiento personal muy grande y empecé a interesarme por todo el tema del coach deportivo hasta el día de hoy.
¿Irte a Santander y conocer a Jon Rahm fue un punto de inflexión en tu vida?
Yo le conocí cuando él tenía 12 años. Era un niño y jugaba al golf. Tenía muchas facultades, un carácter tremendo y jugábamos y entrenamos juntos. Nuestros caminos se separaron porque se fue a Madrid y yo a Santander. Años después nos volvimos a reencontrar cuando empecé con el coaching ya que le dije que si necesitaba algo que contase conmigo. Nos vimos y me pregunto acerca de mi forma de trabajar. Se lo dije y me comentó que empezáramos al día siguiente. Desde 2015 trabajamos juntos.
¿Cuándo decides exactamente qué quieres ser coach deportivo?
Todo empezó porque me jubilaron por tener una grave lesión de cadera y no podía andar ni desactivar explosivos. No me soportaba a mí mismo, no era feliz y decidí irme al campo. Ahí fue cuando dije que tenía que cambiar, encontrar la ilusión y desarrollarme como persona. Hice borrón y cuenta nueva y empecé de cero. Comencé dando clases de golf y a interesarme por todo el coaching. Me apasionaba el deporte, la competición y las personas que están bajo mucha presión y por eso me hice coaching deportivo.
¿Cómo deben afrontar los deportistas la situación del coronavirus?
Los deportistas deben comprender que ahora mismo hay algo en su sociedad, en su país, en el mundo, mucho más grande que ellos, que ha hecho que todos tengamos que parar y que no sabemos hasta cuándo vamos a estar en esta situación.
¿Cómo consiguen aceptar los deportistas esta nueva realidad?
Rindiéndose. Al final es no querer tener razón, no querer que las cosas sean como yo quiero. Es decirte: "perfecto, las cosas son como son y han de ser así. Aceptar las nuevas reglas del juego". Asumir que ahora ya no tienen el control y aceptar la realidad es complicado para ellos debido a que no están acostumbrados a una situación como esta.
¿A qué se enfrenta el deportista profesional?
Se enfrenta siempre a una dualidad: intentar ser perfecto a través del control o buscar la excelencia. Si apuesta por la primera vía, debe ser consciente de que "cuanto más control, más sufrimiento y más miedo".
¿Qué trabajas exactamente con los deportistas?
La aceptación de lo que está ocurriendo en tres niveles diferentes: el individual, el social y el global. No pueden enfocarse solo en una visión individual de un problema que va mucho más allá. Por eso trabajamos en este enfoque tridimensional, en cómo pueden aceptar esta situación y salir fortalecidos de esta situación.
Parte de mi trabajo con ellos consiste en recalcular objetivos para adaptarlos a la nueva realidad, como sacar un aprendizaje de esta experiencia o centrarse en el crecimiento personal, más que en el deportivo
¿Cómo son las visiones comentadas anteriormente?
Desde una visión individual tengo que aceptar que estoy jodido en mi casa, que no puede hacer un sprint de 80 metros, que no puedo coger un palo de golf, que no puedo ir en moto por los circuitos. Luego está la visión social, es decir, ya no estoy yo, está mi entorno, mi familia, mis amigos, está la empatía que siento por los demás. Y finalmente, hay una visión global: como raza humana, cómo va a afectar esto en nuestra forma de relacionarnos a partir de ahora y qué cosas tenemos que cambiar.
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