Ser deportista profesional es el sueño de muchos que incluso no tienen nada que ver con el mundo del deporte. Fama, éxitos, dinero y muchas circunstancias entrañan ese prestigio, pero también hay casos en los que el sueño se convierte en pesadilla. Solo hace falta ver ese testimonio con el que nos sorprendía Robin Soderling este fin de semana en el que admitía haber consultado cómo es un suicidio.
La presión de estar siempre en el candelero, la necesidad que parte desde los patrocinadores, representantes y aficionados de ganar, el hecho de no sentir las mismas sensaciones con tu forma de jugar al mismo tiempo y una prensa que no siempre conoce al protagonista y que vierte algunas opiniones que no ayudan, minan psicológicamente al profesional que, en ocasiones, no levanta cabeza.
"Tenía ansiedad constante, me roía por dentro. Me sentaba en el apartamento y miraba al vacío sin entender, el ruido más pequeño me provocaba pánico. Cuando una carta caía sobre el felpudo, me entraba tal pánico que caía al suelo. Si sonaba el teléfono, temblaba de miedo. Llegué a buscar en Google cómo suicidarme, cualquier cosa era mejor que esta vida en el infierno", sentenció en un programa de la radio pública de Suecia.
Sobre este caso hablamos con Adrián Quevedo, psicólogo deportivo español, que nos comenta que gestiona situaciones similares con jóvenes que se inician en el múltiples modalidades. "Para que una persona llegue a estos extremos, la persona tiene que tener unos rasgos como, por ejemplo, perfeccionistas, una persona que sea rígida mentalmente...", comenta el especialista en la gestión de las emociones dentro del mundo del deporte.
Separar el 'yo deportista'
Esto es solo la punta del iceberg de un problema que está instalado en el deporte profesional. Dejando a un lado los casos que se agravan por una muerte cercana, como el del mismo Ricky Rubio, al que le costó superar el fallecimiento de su madre y cayó en depresión, e, incluso, Andrés Iniesta, que necesitó ayuda tras perder a Dani Jarque, son muchos los profesionales que han sufrido ansiedad o, en el peor de los casos, han intentado suicidarse.
Soderling ha sido una de esas retiradas prematuras ya que a los 31 años, aunque llevaba tiempo sin competir, decidió que no podía dar mucho más al tenis. Una mononucleosis terminó por minar esa sensación de la que hablaba en la entrevista y provocó que colgase la raqueta. Aunque ha sido esa sensación de liberación que ha venido de la mano de su alejamiento del profesionalismo la que ha mejorado su estado psicológico.
"Solo había tres jugadores con los que podía perder, al resto les tenía que ganar. Si no, me sentía un fracasado", explicaba Soderling en la entrevista. Esto es un indicador "de la rigidez mental de esta persona y su autoestima", tal y como detalla Quevedo.
"Los deportistas a veces que están muy identificados solo mayoritariamente con la parte deportiva su identidad deportiva, existe una mayor probabilidad de que aparezca la ansiedad. La personalidad identidad de cada persona está compuesta por diferentes partes: mi yo hijo, mi yo hermano, mi yo pareja, mi yo estudiante... Si yo me identifico solo con mi parte deportiva y si mi autoestima depende de eso, con que pierda con uno de los restantes tenistas que decía él, su autoestima se vendrá abajo", concreta el psicólogo.
El hombre que cortó la racha de victorias consecutivas de Rafa Nadal en Roland Garros y que ha provocado una de las dos únicas derrotas que hay en el casillero del tenista de Manacor también denuncia que no se habla de esta cuestión en público. "Rara vez hablamos de problemas psíquicos en la élite deportiva mundial, por eso quería contarlo. A los que se dedican al deporte y a sus padres les digo que entrenen duro y se lo tomen con calma", explica Soderling, que ahora ayuda en su país a través de charlas y también siendo el capitán del equipo sueco de la Copa Davis.
"No es solo la exigencia personal, son las presiones de los patrocinadores e incluso de la propia familia. Cuando vas subiendo puestos y cada vez te entra más presión, es muy importante gestionarla bien. Entre los 20 mejores tenistas del mundo, físicamente son parecidos, la diferencia es la cabeza", explica Quevedo.
Otros casos
En el mundo de la natación estos casos suelen producirse en mayor grado. Hasta uno de los mejores nadadores de la historia como Michael Phelps ha visto como la depresión se hacía presa de su figura. "Luché con la ansiedad y depresión y me pregunté si quería o no estar vivo. Fue cuando llegué al punto más bajo cuando decidí pedir la ayuda de un terapeuta profesional. Esta decisión finalmente me ayudó a salvar mi vida. No tienes que esperar a que las cosas pasen", explicó hace aproximadamente un año.
"Me prepararon para ser ese atleta de éxito que todo el mundo admiraba. Pero después de un tiempo llegué al punto en que no me gustaba ser la persona que los demás esperaban que fuera. Quería ser quien realmente soy y eso me hizo tocar fondo: ya no quería seguir viviendo", sentenciaba el ganador de 28 medallas en los Juegos Olímpicos.
"Si soy un perdedor, ya soy un perdedor como persona. Ese extremo es producto de que el deportista no saber entender que también es persona antes que deportista. Hay una salud mental detrás de todo esto", detalla Quevedo uno de los enfoques de sus sesiones con jóvenes promesas.
Ansiedad y depresión
No hace falta irse tan lejos, porque en España hubo un caso que también coqueteó con el suicidio al mismo tiempo que se convertía en una joven promesa. Rafa Muñoz anunció en 2016 su retirada de la natación profesional y explicó lo que había vivido durante una carrera que le había llevado a conseguir el récord del mundo de los 50 metros mariposa en 2009.
Depresión, alcohol, soledad y dos intentos de suicidio; en eso se resume lo que hizo en su cuerpo la presión de no poder asimilar que no podía estar siempre en su mejor forma. "Tenía solo 20 años y no tenía esa madurez para asumir la repercusión mediática. Si no te han formado o asesorado, es duro. Me lo fui tragando. Te encierras tanto en el deporte que caes en ese pozo depresivo. Había estado sin nadar 15 días antes del Mundial de Roma y me fueron a ver mis padres porque no quería competir. Tenía miedo de lo que podía conseguir", explicó sobre lo que sentía antes de conseguir dos medallas en los Mundiales de Roma.
Tras eso desapareció para todo el mundo y se dio al alcoholismo. "Fueron cinco meses de mi vida los que bebí, pero no he vuelto. Intenté suicidarme dos veces. Vivía en un quinto, con eso te lo digo todo. Llegas bebido... Al final uno tiene sangre y cabeza, y me tuve que poner en manos de un profesional. Estoy orgullosísimo, se me abre el pecho, de haberlo superado. Quieres solucionarlo pero no sabes cómo. Cuando te pones en manos de un psicólogo empiezas a asimilarlo y te das cuenta de que has sido un capullo", explicó en 2016 en El Partidazo de COPE.
Todos estos casos hablan de ansiedad y depresión a la vez, dos cuestiones que pueden convivir. "En psicología se llama comorbilidad, son dos patologías que en un tanto por ciento se pueden dar a la vez. Tiene que ver con el hecho de cuando hablan de intentos de suicidio. Se ve el sufrimiento que hay dentro de la persona. Cuando no puedo gestionar ese sufrimiento, piensan en quitarse de en medio", detalla Quevedo.
Esos 20 años de Rafa Muñoz y, probablemente, no haber asimilado bien esa fama, le llevaron por el mal camino. "El éxito hay que saber gestionarlo. Trabajo con chicos que están cobrando con 18 años 20.000 euros al mes. Si no estás en un entorno que favorezca una educación en valores y no te educan para saber gestionar todo lo que viene de la mano con el éxito, la fama y la presión, puede acabar superándoles, pues se creen el rey del mambo", explica el psicólogo.
La gestión de lo no material
También el mundo del fútbol ha vivido estos ejemplos y tampoco hace falta irse muy lejos por que ambos han sido en nuestra Liga. Bojan Krkic surgió como 'El nuevo Messi' y eso siempre le persiguió. "Todo pasó muy rápido. En términos futbolísticos fue muy bien, pero no personalmente. Tengo que vivir con eso, con la gente que me dice que mi carrera no ha sido lo que se esperaba", explicó en 2018.
El catalán fue seleccionado para esa gloriosa Eurocopa de 2008 que finalmente España levantó y se le acusó de haber dicho no. "Y hay muchas cosas que la gente no sabe. No fui a la Eurocopa porque tenía problemas de ansiedad, pero dijimos que era porque me iba de vacaciones. Me convocaron para jugar en el España - Francia, mi debut internacional, y cuando me dio un ataque de ansiedad dijeron que tenía gastroenteritis. Pero nadie quiere hablar de eso. Al fútbol no le interesaba", argumentaba sobre ese episodio en el que se bloqueó el jugador del Barça por aquel entonces.
Bojan lo tenía todo, pero hay cosas que lo material no cubre. "Es paradójico. Por mucho que tú tengas (gente, amigos, ir al mejor profesional...) y otra cosa es que lo sientas; que te sientas valorado, comprendido y aceptado por tu entorno. Los profesionales lo que buscamos es encontrar qué es eso que genera el sufrimiento que no puedes sostener. Muchas veces viene porque las personas nos empeñamos en que una cosa sea de otra manera, cuando no eres así", detalla Adrián Quevedo.
Otro exculé como André Gomes aseguró que no pudo rendir al mismo nivel que en otros lugares por su salud mental. "Me pasaba en más de una ocasión eso de no querer salir de casa. Eso de que la gente te pueda mirar, tener miedo de salir a la calle por vergüenza. Me dicen que voy con el freno de mano. Y lo que más cuesta es tener consciencia de todo. Me molesta que me digan que puedo hacer muchas cosas buenas. Yo me pregunto a mí mismo: ¿y por qué no las hago?", explicaba en una entrevista en la revista Panenka.
"La exposición a tanta gente, como en las redes sociales, tiene esa doble vía por la que estás expuesto a más gente que te conoce. Si no sabes separarte de eso y mantenerlo con distancia, al final te puede acabar comiendo", explica Quevedo sobre este caso.
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