El nombre de Lin Dan quizás no sea muy reconocido para el gran público. Sin embargo, para aquellos que aman y conocen el mundo del bádminton se trata de algo sagrado. No es una exageración afirmar que Lin es el mejor jugador de la historia de este deporte, poco conocido en nuestro país, pero que se trata de todo un acontecimiento en zonas como Malasia, China o la India.
En esos países, los jugadores de bádminton son idolatrados, admirados y perseguidos como aquí lo pueden ser las estrellas del fútbol, del baloncesto o del tenis. Auténticos héroes e ídolos de masas entre los que ha destacado Lin Dan durante los últimos 15 años.
Lin no solo se convirtió en el mejor jugador del mundo de este deporte, sino que lo llevó a otro nivel completando récords y registros que no se habían visto nunca antes y que habrá que esperar mucho para se vuelvan a repetir, si es que se consiguen.
Además, Dan tiene tras de sí una historia apasionante, a la altura de una estrella mundial que ha tocado el cielo de su deporte y que ahora dice adiós debido a las lesiones y sin poder cumplir su último sueño, estar en los Juegos Olímpicos de Tokio 2021.
Un final amargo
Lin Dan ha puesto fin a su carrera en una situación difícil e ingrata para un jugador tan grande. Tras 20 años de trayectoria, muchos de ellos en la más absoluta élite, las lesiones cada vez más difíciles de recuperar le han obligado a parar y echarse un lado, dejando paso a las nuevas generaciones que han crecido viéndole hacer lo que nadie más podía.
A sus 36 años, el mejor jugador de la historia del bádminton dice adiós tras haberlo conseguido todo y haber instaurado una hegemonía nunca antes vista. El propio Lin reconoce que lo ha dedicado y entregado todo por este deporte que ha llevado a la categoría de arte durante dos décadas, ya que sus inicios se remontan al año 2000. Hoy, su forma física no le permite rendir al nivel de los mejores, por lo que el adiós es obligado. Es ley de vida dejar camino a los cachorros más jóvenes cuando el león ya no puede aguantar su ritmo, tal y como transmite el propio Lin.
Dan asegura que no está dolido por su retirada, ese duro momento que siempre tiene que llegar, incluso para los más grandes, pero que espera con ansia poder ver a sus sucesores y volver a escuchar el himno de China con caras nuevas que lo defenderán y darán todo por él.
Atrás deja una carrera brillante con 666 victorias y un legado casi inigualable para que sirva de inspiración a las nuevas generaciones que siempre lo tendrán a él como un referente, a pesar de que su modestia le impida considerarse como tal.
Un jugador de piano y ejército
La historia de Lin Dan no solo es grande por sus triunfos, por su longevidad, por sus éxitos, o por ser referencia mundial de un deporte conocido por muy pocos, también porque tiene capítulos y pasos que son realmente curiosos pero que han forjado a un campeón de leyenda.
Los padres del joven Lin tenían para él un camino escrito, un deseo fuerte que querían ver florecer en su hijo y para el que le destinaron. Sus progenitores soñaban con que fuera un gran pianista, y por ello le condujeron sus primeros pasos en la música intentando que su talento y su pasión crecieran.
Sin embargo, no contaron con un pequeño detalle, la viveza de un crío que eligió su destino de forma casual. A los 5 años, Lin cogió su primera raqueta y sintió una conexión total, casi algo mágico, místico, una sensación extracorpórea, como si de pequeño se hubiera visto 20 años después siendo el absoluto dominador del bádminton.
Tras coger su primera raqueta ya no hubo vuelta atrás. La simbiosis entre su mano y la empuñadura fue tan fuerte que nunca más dejó de jugar, de aprender, de ganar y de competir hasta convertirse a un deporte que terminó siendo su mayor pasión.
El piano perdió todo su protagonismo ya que el talento y la perseverancia del chico hacían presagiar algo muy grande, aunque quizás era imposible calcular a cuanto ascendería su grandeza. A los 9 años, Lin ingresó en la academia deportiva de su provincia, Fujian, y no paró de crecer en un deporte muy valorado en la mayoría de los países orientales.
Dan creció jugando al bádminton y arrasando a todo aquel que se ponía delante de él para intentar batirle. Tanto es así que desde muy joven ingresó en el equipo del Ejército Popular de Liberación. A partir de ahí, un saludo militar le acompañó siempre en cada partido.
Esta etapa le ayudó a formar una personalidad fuerte que ha sabido sacar en momentos complicados de su carrera y que le ha permitido rendir siempre al máximo nivel, sin rendirse por muy difícil que estuvieran las cosas. Tanto es así que con 18 años decidió dar el paso al profesionalismo para crear lo que sería una carrera legendaria, una carrera que llegaría hasta el fin del mundo, como reza uno de sus tatuajes.
El nacimiento de ‘Super Dan’
El talento de Lin Dan era, y es, tremendo. Los años ya no perdonan al que un día fue un joven con una proyección incalculable y que desde muy joven arrasó a sus rivales. Sus enormes capacidades físicas y atléticas, su talento y su juego vertiginoso hicieron de él un rival incómodo y temido que no tardaría en consagrarse.
Su crecimiento apenas duró tres años, ya que con 21 escribió la primera gran página de su enorme leyenda. En 2004 llegó nacimiento de 'Super Dan'. En ese año llegó su primer entorchado en el All England Open, el torneo más importante y con más historia del bádminton junto con el Mundial. Un triunfo tan sorprendente como épico que le sirvió para crearse un nombre dentro del circuito mundial y para que nadie volviese a olvidar quien era Lin Dan. Había nacido una leyenda.
Su rival en aquella mítica final, el danés Peter Gade, le bautizó con el apodo de 'Super Dan' por su increíble manera de jugar, su combatividad, su velocidad, su resistencia en la pista que le hacían prácticamente imbatible. Un auténtico superhéroe que no llevaba capa ni antifaz, simplemente su raqueta y una habilidad inigualable.
Antes de aquella mítica victoria ya había conseguido sumar sus primeros torneos en Corea, Dinamarca, Hong Kong y Suiza, pero la victoria en el All England Open le abrió las puertas de la élite de par en par. Un nuevo fenómeno había llegado para quedarse.
El jugador perfecto
Desde aquel 2004 en adelante todo fue una carrera de éxito. Un jugador imparable que ganaba en cualquier escenario y que arrollaba a todos sus rivales. Su colección de títulos empezó a ser infinita y, paralelamente, desarrolló una enorme rivalidad deportiva contra el que sería su gran 'enemigo' en la pista, Lee Chong Wei.
Entre los dos crearon una carrera legendaria por el trono mundial del bádminton que arrasó a todos, creando una de las historias más bonitas del deporte, a la par que crecían otras rivalidades como la de Roger Federer y Rafa Nadal. Dos colosos del deporte tocados por una varita que se batían en cada torneo y que se respetaban sabedores del gran potencial que atesoraban.
Sin embargo, el crecimiento de Lin Dan era sideral, casi inabarcable. Tras aquel All England Open fueron llegando títulos de una gran importancia como sus primeros cuatro Mundiales, su oro olímpico en Pekín y demás entorchados que fueron formando un palmarés inigualable.
Tal fue su dominio que en el año 2011 tocó el cielo y se convirtió en el primer jugador en la historia capaz de completar el 'Super Grand Slam'. Aquel año consiguió cerrar un círculo mágico tras haber levantado, al menos una vez, todos los grandes trofeos del bádminton nacional y mundial. En 2011, Lin Dan ya se había proclamado ganador de la medalla de oro en los Juegos Olímpicos, campeón del Mundial, vencedor en la Copa del Mundo, y había ganado también la Thomas Cup, la Sudirman Cup, el Super Series Masters Finals, el All England Open, los Juegos Asiáticos y los Campeonatos de Asia.
Una auténtica proeza, una hazaña inigualable, un triunfador sin parangón. Mérito que le hicieron merecedor indiscutible de vitola, no solo de mejor jugador del mundo, si no del mejor de la historia.
No obstante, sus méritos y sus logros no se quedaron ahí ni mucho menos. Tan solo un año después de alcanzar el 'Super Grand Slam', Lin consiguió defender su oro olímpico de Pekin y revalidarlo en Londres 2012, algo que nadie había hecho desde la entrada del bádminton como deporte olímpico en Barcelona 92. Y, por si esto fuera poco, en 2013 sumó su quinto Campeonato Mundial y su convirtió en pentacampeón del mundo.
Una carrera de éxito
Lin Dan ha tenido una larguísima carrera deportiva de casi 20 años, muchos de ellos como el mejor jugador del mundo. Es cierto que la edad y las lesiones han ido mermando a un jugador imparable, pero no han evitado que se convierta en un deportista casi invencible durante más de una década. Su gran estado de forma y su infalibilidad de alargaron, prácticamente, desde el año 2004 hasta el año 2014.
Y, aun así, en sus dos últimas temporadas a su máximo nivel, en 2015 y 2016, fue capaz de seguir sumando títulos, como el All England Open con el que cerró su palmarés. Un palmarés que asciende a la friolera de 66 títulos, una auténtica barbaridad, y en los cuales ha sumado un total de 666 victorias, números de leyenda para un jugador de otro planeta.
Sus eventos fetiche son el All England Open, donde ha resultado ganador en seis ocasiones, el Grand Prix Gold de Alemania con otros seis títulos, y el World Series Premier de China con cinco triunfos.
Además, ha cosechado una plata en los campeonatos del mundo, cuatro medallas de oro, dos de plata y una de bronce en los Juegos Asiáticos y otros cuatro oros, una plata y dos bronces en el Campeonato Asiático.
Tras sus cinco campeonatos del mundo y sus dos oros olímpicos se esconde un jugador con un enorme potencial físico y un gran talento, lo que le hacían un rival muy completo. Capaz de aguantar intercambios de golpes hasta la extenuación, su época más brillante y de plenitud le permitía realizar cambios de ritmo muy explosivos e inesperados para sus rivales ante los que nada podían hacer.
Su enorme potencia física le permitía llevar los partidos a un desgaste extremo, siempre imprimiendo una velocidad alta que de repente cambiaba y destrozaba a sus contrincantes. Era como un látigo que sacudía sin piedad y sin previo aviso y destrozaba a cualquiera que se encontrase al otro lado de la red.
Esa zurda mágica ha ejecutado como una corriente eléctrica a multitud de rivales sin que estos casi pudiesen darse cuenta, una auténtica maravilla, como una cobra que mecía su cuerpo para, con un movimiento a la velocidad de la luz, morder a su rival y dejarlo sin respuesta.
Sin despedida desde Tokio
Las continuas lesiones hacían ver a Lin Dan que el final estaba cerca. Una carrera, por muy larga que sea, siempre tiene un principio y un final, y el final de su camino estaba ya muy cerca. Además, la edad tampoco perdona y a sus 36 años le era casi imposible competir contra los nuevos talentos del bádminton mundial.
Sin embargo, su último gran sueño era llegar a los Juegos Olímpicos de Tokio y poder despedirse desde la cita olímpica, la que sería la cuarta de su carrera deportiva. No obstante, su mala temporada habían complicado sobre manera esta idea, ya que se situaba el decimonoveno del ranking mundial, lo que no le permitía tener un billete para los Juegos. Además, el aplazamiento del mayor evento mundial del deporte debido a la pandemia del coronavirus provocaba tener que prorrogar la agonía física durante un año más, algo a lo que no estaba dispuesto. Esperar hasta 2021 no era una opción. Por eso, hace unos días ha decidido anunciar de forma definitiva su retirada.
Esta triste pero entendible retirada, cierra una carrera magnífica de éxitos, pero sobre todo de liderazgo y del establecimiento de una figura titánica e histórica que además supone una cierta coincidencia espacio-temporal. Su retirada en este 2020 llega tan solo unos meses después de la de su gran rival Lee Chong Wei, el cual tuvo que decir adiós de una manera muy desagradable en 2019 debido a un cáncer.
Así termina la historia de una leyenda del bádminton como es Lin Dan, conocido desde aquel mítico All England Open como 'Super Dan' y que ha creado un mito alrededor de una figura querida y admirada.
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