Nadie en septiembre de 2013 podía esperar que el crack Ricardinho se iba a convertir en la estrella que hiciera resurgir a un histórico del fútbol sala español como Inter Movistar. Pero, menos aún, se habrían imaginado que después de siete años en la entidad de Torrejón, ganando prácticamente todo e impulsando tanto al club como a la liga nacional, el portugués iba a abandonar el equipo por la puerta de atrás.
Ricardinho se ha convertido en uno más de tantos casos en los que los desencuentros entre la directiva y el jugador se cargan un precioso matrimonio deportivo. En este caso, los hijos afectados serían todos los aficionados y los terceros perjudicados los seguidores de la liga de fútbol sala en España.
Esa historia de amor entre el goleador y el Inter Movistar ya es cosa del pasado. No hay contrato de por medio que les una y, para ver imágenes nostálgicas de Ricardinho celebrando algo con la camiseta verde, hay que retrotraerse a unos meses antes de la pandemia que ha asolado el mundo entero y España en particular.
Con la llegada del coronavirus y la paralización de todas las competiciones deportivas se comenzó a fracturar una relación que, en pretemporada, se había reforzado públicamente con las declaraciones del jugador. Fue por aquel entonces, cuando el equipo se preparaba para la actual campaña, cuando Ricardinho trasladó a la directiva que iba a dejar el Inter a final del curso.
"Hablé con el club el tercer día de la pretemporada y les dije que pensaba que era el momento de dejar un club que me ha dado todo y que me ha hecho crecer tanto como jugador como persona... al igual que le he hecho crecer yo". El propio jugador explicaba su decisión para evitar rumores y críticas innecesarias.
Siempre, eso sí, recalcando que "no fue una manera de querer negociar, sino de decírselo" al Inter. Él quería seguir "siendo profesional" y "dar lo mejor" para terminar la temporada con "una página de oro". En sus planes no entraban, como es obvio, la llegada de una pandemia mundial y los problemas económicos a raíz de la aplicación de un ERTE.
Ya se hablaba de la posibilidad de que se marchara a Francia, como se ha acabado cumpliendo con el tiempo gracias a su acuerdo con el ACCS Futsal. Pero el despedirse de la entidad sin haber disputado ningún minuto en el regreso de la competición era casi imposible de imaginar.
Los problemas con el ERTE
El coronavirus ha dejado tocadas todas las economías mundiales. Al hablar del mundo empresarial uno piensa en pequeñas y medianas empresas, o grandes multinacionales. Sin embargo, el sector del deporte, tan influyente en la sociedad española e importante a nivel financiero, también ha recibido un duro golpe del que es difícil recuperarse.
El Inter Movistar, al igual que muchos otros clubes del mundo del fútbol sala, el baloncesto o el fútbol común, ha tenido que realizar un ERTE a sus trabajadores para poder sobrevivir a meses de parón a nivel de ingresos. Aquí, la relación que en septiembre se había fortalecido llegando a un entendimiento para salir del club, se fracturó por completo.
Ricardinho denunció públicamente las irregularidades que la entidad estaba teniendo con su salario. El portugués criticó la falta de comunicación por parte de su directiva y dejó una pésima imagen del equipo en el que aún militaba. Durante una entrevista, la estrella dio todo tipo de detalles acerca de la dura situación económica que estaba viviendo.
"No sé si soy o no jugador del Inter", reconocía un Ricardinho que lamentaba la "falta de contacto" que los encargados del club estaban teniendo hacia su persona. "Creo que merecía más cariño, un simple mensaje". Lo más preocupante, y que más dolió en las oficinas del club de Torrejón, fue sus revelaciones sobre temas económicos.
"Desde que entramos en el ERTE solo cobré 3.000 euros de un salario que ronda los 50.000". Unas palabras que encabezaron decenas de titulares tanto en España como en su propio país. Viniendo de una figura como la suya, con una gran repercusión en todo el planeta, suponían un verdadero boom hacia un club histórico y de prestigio como Inter Movistar.
El adiós más triste
La pregunta que se hacía Ricardinho sobre si era o no jugador del Inter se pudo resolver cuando se retomó la dinámica deportiva. El coronavirus dio un respiro y, a medida que España se desconfinaba paulatinamente, las competiciones deportivas comenzaron a reanudarse.
La Liga Nacional de Fútbol Sala fue una de ellas. Como el resto, se vio obligada a innovar para poder terminar la temporada y no otorgar merecimientos deportivos de forma injusta. Un formato de apenas una semana en Málaga y donde se produjeron grandes sorpresas como la eliminación del Barcelona en cuartos y contra el Levante.
Ricardinho entró en las convocatorias. Pero las imágenes hablaban por sí solas. Entrenamientos en solitario, apartado de las conversaciones entre el técnico y los jugadores en pleno partido... Incluso en el momento de la celebración, cuando el Inter consiguió ganar una nueva liga, aparecía en un extremo en la foto de celebración.
El portugués no contó en absoluto en todo el playoff y su rostró no reflejó gran alegría. Los aficionados que tanto habían disfrutado con tener al mejor jugador del mundo no pudieron verle despedirse del club como esperaban: en la pista y siendo clave en un nuevo título.
Al fin y al cabo, se cumplió su deseo: "Preferiría no volver a jugar con el Inter porque, después de todo lo que pasó, la relación con el club está muy minada". Palabras de la estrella mundial semanas antes del playoff.
Ricardinho siempre será historia
Pese a que la salida de Ricardinho del Inter no ha sido la mejor, el jugador ha hecho historia y formará parte de todos los éxitos cosechados por la entidad. Más allá de su calidad en el terreno de juego, el atacante despertó de nuevo el interés en el futsal nacional.
Contar en tu liga con el mayor talento de la década no es baladí. Y menos si tu afición es ir a ver a tu equipo al Jorge Garbajosa de Torrejón. Gracias a Ricardinho, que ha dicho adiós al equipo sin hablarse con la directiva y sin jugar sus últimos minutos en el último formato, Inter Movistar recuperó el trono en España y el orgullo en Europa.
Su llegada en la 2013/2014 puso fin al dominio del Barcelona. Primer año, primer título. Y, además, MVP del curso. Cosas del destino, siete años después, con 34 primaveras a sus espaldas, acumula cinco títulos de mejor jugador del mundo -antes solo tenía uno-.
El portugués es imborrable y su huella motivo de orgullo. Llevó al Inter a la gloria nacional después de cinco años sin saber lo que era ganar una Liga, ganó cinco seguidas, se llevó dos Champions y siete títulos más entre Copas del Rey, Supercopas de España y Copas de España.
Casualmente, recuperando ese sentido del destino, Ricardinho se marcha a Francia con el mismo objetivo de relanzar el deporte que ama. Y lo hace junto a Carlos Ortiz, base fundamental del Inter estos últimos 12 años, para implementar una base de éxito en Francia. Este, sin embargo, sí ha sido despedido con honores.
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