Paul McBeth seguramente sea un nombre poco conocido para el gran público. Su historia es la de un deportista de élite, de grandes éxitos, que ha dejado un legado imborrable y difícilmente superable en su disciplina. Con estas credenciales, su fama y su reconocimiento deberían ser mayores. Sin embargo, ha conseguido todo esto en un deporte que es casi desconocido para todos. Algunos puede que incluso no lo consideren ni deporte y que otros no sepan ni cómo clasificarlo.
Sea como fuere, lo que está claro es que Paul es lo mejor en lo suyo, que cada uno lo clasifique como prefiera. Y lo suyo es el discgolf, una disciplina que mezcla el gol con el lanzamiento de un disco que haces las veces de bola. Este deporte, muy practicado en los Estados Unidos y casi desconocido para el común de los mortales del resto del mundo, ha convertido a Paul en toda una institución. No solo es una leyenda, sino que es el mayor icono de este deporte y toda una fuente de generación de recursos económicos y publicitarios. Esto le ha llevado a ser toda una institución en su país donde es venerado por su talento y por su calidad.
Sus logros y sus éxitos prueban la cuantía de su legado, ya que Paul McBeth es cinco veces campeón del mundo de discgolf, cuatro de ellas ganadas de forma consecutiva, desde 2012 hasta 2015. Después, regresó en 2019 para recuperar su cetro mundial. Además, suma importantes victorias en grandes torneos en Europa y en Australia, por lo que ha extendido su reinado por todo el mundo. Tal es su éxito que suma más de 100 victorias en su extenso palmarés, las cuales le han reportado unas ganancias en premios superiores a los 500.000 dólares. Una auténtica barbaridad para tratarse de una disciplina tan poco conocida y que da una idea de la dimensión que ha adquirido este deportista. Y todo logrado en poco más de una década, por lo que se ha tratado de un éxito tan rotundo como fulgurante.
Un icono absoluto
Paul McBeth ha conocido el éxito en su paso por el discgolf. En una disciplina poco conocida en el mundo, este estadounidense de 30 años ha sabido encontrar su hueco, su hábitat, y se ha convertido en un absoluto icono que le ha reportado unas ganancias económicas que seguramente no esperaba cuando se enroló en esta nueva aventura. Los 500.000 dólares ganados en premios durante su corta carrera se quedan en una anécdota después de los contratos publicitarios que ha firmado en los últimos tiempos.
En el año 2019, Paul McBeth firmó un primer gran contrato de cuatro años con la marca Discraft. En dicho contrato, Paul era la imagen de los productos de esta marca, especialmente frisbees, el producto estrella de este deporte y que, además, si están patrocinados por su gran icono, se convierten en un objeto de obligada compra para todos los amantes de esta disciplina. Ese primer contrato le reportó unas ganancias de 250.000 dólares por temporada, en una vinculación que estaba prevista que durase cuatro años.
Sin embargo, el tremendo éxito de ventas, algo que ha reconocido la propia empresa Discraft, ha servido para multiplicar sus ganancias a pesar del gran contrato firmado con un hombre franquicia. Por ello, y para evitar que Paul pudiera dar el paso de abandonarles, han decidido blindarle con un contrato que ha historia en los Estados Unidos. Seguramente, sea la primera vez que se paga tanto dinero por algo tan poco conocido. McBeth ha firmado un contrato de un millón de dólares por temporada para los próximos 10 años. Sin duda, un contrato a la altura de otras súper estrellas de deportes como el fútbol o el baloncesto. Sin embargo, en un deporte casi desconocido.
El éxito y el crecimiento de Paul en tan poco tiempo ha sido tan repentino que a muchos les ha pillado por sorpresa. Este deportista de 30 años se ha convertido en un referente, en la imagen de un 'nuevo' deporte y en todo un icono para sus seguidores, los cuales no son pocos, ya que McBeth compagina su éxito como el mejor jugador de discgolf de la historia con su estrellato en Internet, que también lo tiene.
Además de practicante de esta disciplina, Paul McBeth es YouTuber, otro ámbito muy diferente que un día empezó con casi nada y que ahora lo tiene todo. En su canal de YouTube, Paul McBeth también muestra sus habilidades con el disco y da a conocer su deporte con la intención de que cada día llegue a más y más gente. La realidad es que no se puede tener mejor embajador. Su éxito aquí también es rotundo ya que ha conseguido alcanzar la cifra de más de 76.000 suscriptores, una auténtica barbaridad. Sus vídeos cuentan con cientos de miles de visualizaciones, teniendo su récord en más de 350.000.
Así ha llegado Paul McBeth hasta el estrellato más absoluto, con empresas como Innova, rival de Discraft, suplicando por su retorno tras dejarles en 2018 y aprovechando su éxito y su tirón entre las masas para crear su propia fortuna que, de momento, ya ha cerrado un contrato de 10 millones de dólares. El triunfo de esta persona que encarna en su figura un deporte es innegable.
Qué es el discgolf
Resulta extraño tener que hablar primero de su mejor jugador para poder entender después en qué consiste el deporte o, mejor dicho, la magnitud que ambos han adquirido a pesar de tratarse de algo minoritario. Es como si hubiera que hablar de Pelé o Maradona para explicar qué es el fútbol o de Michael Jordan para saber qué es el baloncesto. Paul McBeth ha conseguido algo que ninguno de ellos ha logrado, y no es solo que se reconozca su figura por encima de la disciplina, sino no generar dudas en el famoso debate del 'GOAT'. En el discgolf no hay Cristiano, ni Messi, ni LeBron James. En la cima está solo él.
El discgolf, en un resumen muy básico, se trata de un deporte muy parecido al golf que sustituye a la pelota por el disco y que en lugar de hoyos tiene unas cestas de metal, cuyo objetivo es que suenen cuando el disco se introduce en ellas. Se practica también en campos de golf que se acondicionan y requiere de habilidades especiales, a pesar de que no tiene una exigencia física elevada. Son muy importante la calma, el temple y la precisión para acertar con los lanzamientos, pero también se necesita fuerza en los brazos ya que algunos desplazamientos pueden ser superiores a los 100 metros. En esencia, se trata de meter el disco en la cesta en los menores intentos posibles.
Este deporte, a pesar de que hoy en día sigue siendo desconocido para gran parte de la población, tiene un origen muy antiguo, aunque no se regularizó hasta los años 70, cuando está fechado el inicio del discgolf moderno. Fue entonces cuando su seriedad y regularidad dieron un gran impulso a su repercusión.
Su expansión mundial
Sobra afirmar que el discgolf no es precisamente un deporte de masas, pero sí ha conseguido tener una importante repercusión en pocos años y convertirse en una disciplina en crecimiento que se ha extendido de una forma considerable por el global del planeta. De hecho, no es descabellado decir que ha conquistado el mundo, aunque lo haya hecho en pequeñas dosis.
Se calcula que existen más de 165.000 practicantes de este deporte en todo el mundo y que ahora mismo ha llegado hasta unos de 80 países, datos que prueban su éxito. La mayoría de esos participantes, más del 70%, se encuentran en Estados Unidos, donde empieza a ser un deporte cada vez más común y conocido, aunque en Europa empieza a sonar con bastante fuerza. Países como Finlandia o Islandia se empiezan a consolidar como potencias emergentes, aunque siempre a la sombra de estadounidenses y canadienses.
El discgolf, a pesar de ser todavía un deporte pequeño, puede presumir de tener una gran organización y estructuración que favorecen a su expansión. En la actualidad cuenta con una Asociación de Jugadores Profesionales y una federación a nivel mundial, dos asociaciones a nivel europeo, diferentes torneos y campeonatos de gran importancia como los Campeonatos del Mundo y hasta cuenta con su propia prensa especializada que cubre los eventos y se encarga de darles repercusión.
En España, el discgolf también es un deporte en claro crecimiento y que poco a poco va contando con un éxito considerable. Su poder de atracción le convierte en la elección de cada vez más gente que buscar hacer un deporte que no sea muy exigente y que se pueda practicar al aire libre sin necesidad de grandes elementos. El discgolf está regulado en España a través de la Federación Española de Disco Volador y de la Asociación Española de Discgolf. Esta última, que funciona como federación independiente, se encarga de gobernar las diferentes actividades y de sancionar los campeonatos de España. Juntas centra su trabajo y esfuerzos en velar por el desarrollo y la evolución de esta modalidad deportiva.
Los últimos datos que ofrece la Federación Española de Disco Volador hablan de la existencia de un total de 9 campos para la práctica de este deporte en territorio nacional, siendo Asturias su mayor reducto. Cada uno de ellos se mide en función de su número de hoyos, ya que los hay de 18, 9 y 3.
En estos momentos se reconocen 9 clubes censados y más de 35 registrados en las bases de la federación según apuntan los últimos informes. El número total de jugadores asciende a más de 1.000, teniendo en cuenta que en las primeras mediciones de 2006 era de tan solo 235 y que desde 2019 ha crecido en más de 100. Así es el discgolf, un deporte, o una disciplina, en crecimiento y que no ha sufrido en gran medida el azote de la pandemia ya que, a pesar de que muchas competiciones se han detenido, el hecho de practicarse al aire libre y la posibilidad de guardar grandes distancias de seguridad ha hecho que el número de participantes crezca en los últimos meses. Cada vez hay más adeptos al reino de Paul McBeth.
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