Noche del 23 de febrero. Tiger Woods se desplaza en su vehículo particular dirección Blackhorse Road. En Europa se disputa la jornada de Champions League. En Estados Unidos salta la noticia. El golfista, referente del deporte y nombre propio de la disciplina, había sufrido un grave accidente de tráfico. Estaba hospitalizado, tal y como confirmaron por medio de un comunicado oficial las autoridades policiales. Pocos datos, mucha conmoción, total atención a las informaciones que se daban en el país. El estado de salud de Woods, en el aire.
Más de dos semanas después, Tiger Woods abandonaba las instalaciones médicas. Esta misma madrugada del 17 de marzo, hora española, el estadounidense confirmaba que continuaría con su recuperación en su domicilio. No hablaba ni de su estado, ni de sus intenciones de futuro, ni de las intervenciones sufridas. Su escueta publicación únicamente agradecía el apoyo recibido, las labores médicas y su nuevo paradero. "Feliz de decir que vuelvo a casa y continuo mi recuperación", reconocía por medio de esta nota.
Durante esos más de 15 días, Woods había recibido apoyo exterior y notables intervenciones en el interior del hospital. La operación, de hecho, se produjo horas después del choque. Su coche, que se había salido de la trayectoria de la carretera hasta aparecer a 30 metros en un secarral, había quedado completamente deformado. Sus lesiones eran graves. Por ello, fue tratado con una "larga cirugía en la parte inferior de la pierna derecha y el tobillo después de ser llevado al hospital".
"Sufrió importantes lesiones ortopédicas en la extremidad inferior derecha que fueron tratadas durante una cirugía de emergencia por especialistas en traumatología ortopédica", reconocieron. Su futuro estaba en el aire. Pero su presente, lo más importante, era optimista.
Las dudas del accidente
Va a hacer casi un mes desde que se produjera el accidente y aún hay muchas dudas en torno a por qué se produjo el accidente. Y es que, aunque las autoridades policiales han ido descartando explicaciones, existen especialistas forenses que están criticando la falta de concreción de la policía de Los Ángeles.
Uno de los nombres de mayor autoridad es el del sheriff Alex Villanueva, encargado de dar la mayoría de ruedas de prensa. Su versión fue la siguiente desde el momento del accidente: Woods pudo perder la vida, pero no había indicios de que hubiese tomado alguna sustancia. La zona era un punto habitual de accidentes y todo apuntaba a que había excedido el límite de velocidad. Poco después, en una de sus comparecencias, descartó definitivamente que se tratara de un accidente provocado por el alcohol y recalcó que había sido eso, un "accidente" sin más.
Sin embargo, expertos forenses han puesto contra las cuerdas estos testimonios. Según han publicado medios como USA Today, no se siguió el procedimiento indicado. Estos expertos cuentan que desde un primer momento se debía haber llamado a un especialista que comprobara si Tiger Woods había consumido alguna sustancia, algo que no se hizo y que se suplió con un análisis superficial de uno de los cargos policiales.
"Estaba lúcido, no había olor a alcohol, no había evidencia de ninguna medicación, narcóticos o cualquier cosa que pudiera ponerlo en duda. Así que eso no era una preocupación en ese momento", aseguraron desde la policía de la zona. Woods, cabe recordar, indicó que no se acordaba de los momentos del accidente. Por ello, los expertos aseguran que en ocasiones hay personas que con un análisis externo no llegan a dar síntomas de consumo. Y el análisis de sangre ya no tendría sentido.
Otra de las teorías que se barajan es que se tratara todo de un despiste como ir utilizando el teléfono móvil o una mala reacción al volante. Sin embargo, la falta de datos en el momento del accidente deja en el aire una investigación repleta de dudas y en la que, según confirmación policial, Woods no será acusado por ir bebido.
Por el momento, los más críticos echan en cara la poca actitud del sheriff de Los Ángeles. Su investigación no convence y hay quien le señala como gran culpable de la falta de datos.
Su reconciliación con el deporte
La carrera de Tiger Woods ha sido exitosa. Mucho. Era el mejor. El número uno. Aspiraba a conquistar el Olimpo del golf. A alcanzar los 18 Majors de Jack William Nicklaus. Todo hasta que en 2009 estalló el infierno que ocultaba en su vida privada. El golfista descuidó su intimidad, optó por romper su fidelidad familiar y se convirtió en un personaje repudiado por gran parte del deporte -y del negocio que este supone-. Hace más de una década comenzaba el principio del fin de este Woods.
Su mujer, Elin Nordegren, rompía la relación. Había descubierto que su esposo le estaba siendo infiel. Woods salió con su coche a toda velocidad y se estrelló con un árbol cercano a su casa mientras huía de su esposa. Primer accidente comentado subido a un vehículo. Tras esa revelación, numerosas mujeres aparecieron en los medios de comunicación asegurando que también habían tenido una breve relación con el deportista. Woods estaba en el punto de mira. Y no lo aguantó.
A finales de 2009 anunció una retirada de forma indefinida. Woods necesitaba recuperarse. Había confesado que era adicto al sexto. Los contratos publicitarios -siendo uno de los mejor pagados, su carrera, su familia. Todo perdido. Tenía que parar. Su último título llegó en septiembre de ese año. No volvería a ganar hasta tres años después. El norteamericano rehizo su vida, se recuperó y cambió. Volvió a competir e intentó hacer olvidar su peor imagen. Lindsey Vonn, esquiadora, se convirtió en su apoyo.
Sin embargo, Tiger Woods no encontraría la estabilidad necesaria. En 2015 volvió a aparatarse de la competición. En esta ocasión aseguró que quería recuperar su mejor versión. No quería ser un juguete roto. Solo jugaría cuando estuviera al nivel. "No es aceptable", llegó a advertir sobre su estado de forma. Su último título se había producido en 2013. Un dato que hablaba por sí solo.
Lejos del foco, tenía una segunda oportunidad. Y volvió a errar. En 2017, de nuevo en un coche, era detenido en unas imágenes que dieron la vuelta al mundo. Mal aspecto físico, dormido en su vehículo en una carretera secundaria y con mucha rumorología a su alrededor. En un primer momento se habló de que había tomado sustancias. Luego se indicó que su estado se produjo, principalmente, por mezclar medicamentos no debidos. Dos años después, en 2019, Tiger Woods volvió a acercarse al cielo del golf: ganó el Masters Tournament y acabó con un pasado oscuro.
Tras este accidente en 2021, justo cuando estaba pensando en llegar en plena forma tras una operación al Masters de Augusta, el mundo del deporte se volcó con él. "Es complicado explicar como me habéis llegado al corazón hoy cuando he puesto el televisor y he visto todos esos polos rojos. A todos los golfistas y todos los aficionados les digo que me estáis ayudando a atravesar estos momentos tan duros", indicó ante los homenajes que se produjeron. Y es que Nadal, Tyson, Jack Nicklaus o Justin Thomas fueron algunos de los que mostraron su apoyo ante el miedo por su colisión. Woods volvió a sentir el aliento de sus fieles y encara una nueva etapa en la que renacer.
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