Antonio Serradilla ha vivido un año 2021 terrible, pero ahora empieza a ver la luz al final del túnel. Este joven jugador de balonmano de 22 años que milita en las filas del Logroño recibió hace unos meses la peor noticia de toda su vida. Unos problemas que sufría en un ojo habían terminado convirtiéndose en un tumor. Lo siguiente era someterse a una compleja intervención quirúrgica para extirparle el globo ocular dañado.

Era la cima de la montaña de un terrible viaje, pero no el final del trayecto, ya que quedaba un vertiginoso descenso que podía traerle más problemas. Mientras la humanidad ha vivido preocupada por la pandemia, Antonio ha tenido otro drama más que poner al lado de la Covid-19 para perder el sueño por las noches, pero no la ilusión por seguir jugando al balonmano durante el día. 

Todo empezó con unas pequeñas en molestias en su ojo derecho y con una nubosidad que se instaló en su visión. Lógicamente, Antonio decidió ir al médico para saber qué le estaba pasando, pero en ningún momento se imaginaba que todo podía terminar de una forma tan dura y que aquello que empezó siendo una pequeña nube iba a terminar con algo tan crudo como un tumor. 

Antonio afrontó esos dolores y el impactante diagnóstico con la entereza que le caracteriza e hizo frente a unos meses que han sido realmente complicados. Sin embargo, siempre tuvo claro en su cabeza que la meta era volver a hacer lo que más le gusta, jugar al balonmano, aunque tuviera que adaptarse a una nueva vida, algo que todavía sigue haciendo. 

Antonio Serradilla durante un partido con la selección española de balonmano Europa Press

Rendirse no era opción

El golpe que se llevó el jugador español cuando recibió la dura noticia fue terrible, al igual que cuando conoció que la única solución viable era extirpar el ojo, lo que le haría perder la visión del lado derecho por completo. Sin embargo, demostrando una fortaleza y una entereza admirables, Antonio no se rindió y se propuso pelear hasta el final. 

A pesar de haber llorado mucho durante estos meses y de haberlo pasado realmente mal, siempre tuvo claro cual era el final del camino, volver a jugar al balonmano al máximo nivel. Fue lo primero que le preguntó a los médicos después de conocer el terrible diagnóstico y a pesar de que estos no le dieron grandes esperanzas, él tenía ya fijada su mente en su gran reto. 

El regreso al deporte era empresa complicada, pero eso solo lo hacía más ilusionante. Antonio ha pasado un verano complicado, unos meses realmente extraños, pero después de más de tres meses de tensa espera, ha entrado en una fase de su recuperación que le permiten regresar a los entrenamientos. La gran ambición de volver a vestirse de corto está más cerca que nunca y ya sueña con regresar a la Liga Asobal y a jugar partidos de competiciones europeas. 

Una adaptación diferente

Ahora, Antonio tiene por delante un duro proceso de adaptación que es muy diferente al de una pretemporada normal. No solo tiene que recuperar el fondo y la forma física, sino que tiene que acostumbrarse a jugar en sus nuevas circunstancias y hacerlo como si no hubiera perdido la visión parcialmente. Es decir, rendir como un jugador más en una situación excepcional. Pero está preparado para su nuevo reto. 

Serradilla ya ha conseguido volver a los entrenamientos después de haber estado durante tres meses completamente parado, sin hacer casi nada para no tener problemas con la herida, los puntos y los restos de una operación que, además de en su mente, estaban también en su rostro. Pero ahora comienza el momento de la verdad para él. 

Antonio Serradilla, jugador español de balonmano RFEBM

Antonio tiene que volver a aprender a jugar prácticamente. Practicar un deporte y hacerlo en élite después de haber perdido la visión total del lado derecho no es una cosa menor, ya que hechos tan cotidianos como coger un balón, botarlo o incluso correr o lanzar a portería se han convertido en desafíos totalmente nuevos para él. 

El hándicap más importante es que para poder situarse correctamente tiene que mover constantemente la cabeza de un lado a otro para suplir la pérdida de visión periférica que tiene con su nueva situación. Estos movimientos tan bruscos y seguidos, junto la intensidad del juego, pueden llegar a provocarle incluso mareos, por lo que requiere en un duro proceso de aprendizaje y aclimatación.

Además, su readaptación está siendo total, ya que otra cosa que debe recuperar es el control de las distancias, las cuales varían en la percepción que su cerebro recibe al haber sufrido la pérdida de su ojo. El campo, las porterías y hasta su propio cuerpo parecen distintos desde este nuevo punto de vista. Nuevas tareas que ir recopilando su regreso a la competición. 

Soñar con romper barreras

La ambición de Antonio en estos momentos en los que se acerca su retorno a la élite no tiene límites. Después de todo lo que ha sufrido en los últimos meses solo quiere volver a sentirse profesional del balonmano y disfrutar de la que es su pasión. Jugar al máximo nivel con un solo ojo es una de las grandes barreras que Antonio está a punto de romper.

Antonio Serradilla durante un entrenamiento BM Montequinto

 

Con solo 22 años, este espigado jugador que roza los dos metros de altura no se pone límites ni techo, ya que quiere llevar su carrera lo más lejos que pueda y tiene claro que esto que ha sufrido no le va a detener ni le va a limitar. Desde un primer momento tiene decidido romper los parámetros de la EHF, quien debe evaluar su estado antes de volver a jugar y quien debe dar el visto bueno a las nuevas gafas que tendrá que llevar como protección. 

Este sevillano se ha bajado desde Logroño hasta casa para acudir a una óptica de su tierra para que le hagan estas nuevas gafas a medida y personalizadas con las que ir cumpliendo sus sueños de aquí en adelante. Con el visto bueno de la EHF, todo será camino por andar y disfrutar. Y Antonio no se conforma con poca cosa. En su regreso al éxito, ya sueña con volver a jugar en Europa y con quitarse una gran espina. 

Serradilla sueña con volver a la selección española, con la que debutó en el año 2019, y cumplir una de sus grandes ambiciones personales, disputar unos Juegos Olímpicos. De no haber sido por este percance, podría haber estado en Tokio 2020, pero la vida le tenía reservada una prueba mayor que ha superado con nota y con la medalla de oro más grande que pueda darse. No obstante, la vida sigue y Antonio ya mira hacia su regreso y, echando la vista hacia el futuro, hacia los Juegos Olímpicos de París 2024

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