La resiliencia, la capacidad de nunca bajar los brazos, el deseo de sortear las dificultades, esa obstinación por confiar ciegamente en sus posibilidades son aspectos intrínsecamente asociados a Josh Allen. El quarterback de Buffalo Bills, jugador en el que pocos confiaban al final de su periplo universitario e inicios de su etapa profesional es ahora uno de los tres principales candidatos a ser el MVP de la NFL, junto a el incombustible Tom Brady y el sorprendente Kyler Murray.
Los Bills, franquicia históricamente perdedora, ha encontrado, sin duda a ese Mesías que puede llevar a Buffalo a saborear las mieles de un campeonato. La temporada pasada se encontraron con unos Kansas City Chiefs intratables, pero este domingo se tomaron su particular venganza cuando les vencieron de forma incontestable en Arrowhead. Allí, su hombre referencia se salió demostrando su gran estado de forma y que es uno de los mejores quarterbacks del momento.
Este camino que ahora toca las mieles del éxito no fue tan fácil. Joshua Patrick Allen nació el 21 de mayo de 1996 en Firebaugh, California. Esta pequeña localidad agrícola californiana apenas cuenta con 7.600 habitantes y tiene los servicios mínimos. Para encontrar un centro comercial tienen que desplazarse por lo menos 30 kilómetros y es que a este joven no le llegaban a ver ni los ojeadores. Era un chico de granja y su padre era un modelo a seguir para continuar con la saga generacional.
Joshua creció como un atleta multidisciplinar y competía en todos los deportes que podía. Si pudo estudiar en el High School de Firebaugh fue en gran parte gracias a que su abuelo donó gran parte de los fondos para su edificación en 1970. A pesar de que Josh destacaba, ninguna universidad le ofreció una beca deportiva. No había participado en ningún campamento para quarterbacks y su nombre no sonaba. Allen entró en la Reedly Junior College, una universidad menor, donde hizo buenos números
1.000 correos
Aún así, nadie le llamó para su segunda temporada universitaria. Josh, con un carácter muy marcado, decidió enviar más de 1000 correos electrónicos a cada 'head coach', coordinador y entrenador de quarterbacks de todo el país. Lo único que solicitaba era una oportunidad: "Hola entrenador, me llamo Josh Allen y soy quarterback en Reedley Junior College...". Solo dos programas mostraron cierto interés: Eastern Michigan Eagles y Wyoming Cowboys.
Craig Bohl, entrenador jefe de los Cowboys, había visto como su quarterback se marchaba a Syracuse y decidió ir a la granja de Allen. Vio similitudes con Carson Wentz y se marchó con la firma de Josh. Tras una lesión de clavícula que le impidió jugar en ese segundo año, un tercero muy bueno hasta el punto de querer presentarse al Draft y se lo desaconsejaron y un cuarto algo peor, los Bills pusieron todas sus esperanzas en este joven quarterback.
Ahora, tras tres temporadas de experiencia, parece estar listo para su gran salto. El '17' renovó su contrato este verano hasta 2028 hasta el punto de que podrá ganar 258 millones de dólares; al menos 150 estarán garantizados. Su ejemplo de resiliencia podría encontrar su gran premio en esta temporada 2022.
[Más información: El entrenador de la NFL que deja su equipo por ser acusado de racista, homófobo y misógino]