Así entrena Carolina Marín para volver a ser la mejor con ayuda de la realidad virtual
La jugadora española tiene un reto en mente junto a su entrenador para crear una nueva forma de preparación basada en datos y la creación de avatares.
13 noviembre, 2021 20:24Noticias relacionadas
Carolina Marín es un espíritu incansable. Solo así se consigue volver a lo más alto después de romperse la rodilla. Eso es lo que ha hecho la onubense, que nunca se ha rendido y siempre ha querido superarse a sí misma a pesar de todos los problemas que ha superado a lo largo de su carrera profesional. Ahora, vuelve a tener el mismo objetivo por delante, convertirse en la mejor después de superar otra rotura de ligamento cruzado.
Sin embargo, 'Caro' no solo es talento, técnica y brillantez, también es mucha constancia y mucho trabajo. Además, su nombre, y el de todo su equipo con Fernando Rivas a la cabeza, son innovación. Por eso, su carrera deportiva es un ejemplo de buscar cosas nuevas y de intentar conseguir los objetivos por caminos inexplorados. Solo así se puede hacer historia en un mundo que no estaba preparado para ella, sino para los jugadores asiáticos.
El sueño de Carolina
Ahora, Carolina tiene un sueño y un reto. Quiere ser de nuevo la número 1 del mundo y la gran candidata a todos los títulos importantes, pero quiere llegar hasta ahí a través de un camino que nunca se ha explorado en el universo del bádminton. Los nuevos compañeros de viaje de la andaluza son la realidad virtual, los avatares y en análisis de datos.
La volantista española, para muchos la mejor de la historia, quiere reinventarse para recuperar el cetro del bádminton a nivel mundial. Para ello, junto a Fernando Rivas y todo su equipo, quiere crear un nuevo método de entrenamiento que ha anunciado en el MARCA Sport Weekend y que es realmente complejo, pero de lo más novedoso.
Desde que Carolina aterrizó en el CAR de Madrid para ponerse a las órdenes de Fernando, ambos sabían que necesitaban un método diferente para triunfar al máximo nivel. Por eso, confiaron en la recogida de datos y en el análisis de información para cimentar su trabajo. La premisa no es otra que tener en cuenta la mayor cantidad de variables posibles dentro de un partido, de un set y de un punto. Es decir, intentar predecir aquello que va a pasar porque ya ha pasado antes y, por lo tanto, se puede volver a repetir.
Un rival puede emplear una jugada porque con ella consigue muchos puntos y así, Carolina tiene más fácil defenderse. Y por el contrario, Carolina puede elegir un tipo de golpe porque sabe que su rival es más frágil en ese tipo de circunstancias. Y así, con todos sus rivales y todos los partidos de su carrera para crear patrones de actuación. Un trabajo incansable que ha servido para hacer historia.
El reto actual es elevar esas técnicas a la enésima potencia, proyectando situaciones de partido de la manera más real posible y a veces sin salir de una habitación de hotel. Lo que para muchos puede sonar a videojuego, ellos lo quieren hacer verdad de la mano de la realidad virtual. Gracias a la enorme cantidad de datos que tienen recopilados en toda su carrera, el siguiente paso con el que sueñan es crear avatares de rivales a los que introducir esos mismos datos para crear un nuevo entorno de simulación virtual.
Ahí estaría el futuro al que quieren llegar y para el que ya están trabajando de manera paralela a la preparación que está llevando a cabo Carolina para superar su lesión. Para alcanzar esa cima trabajan codo con codo con Telefónica Tech y Pedro Alarcón, quienes ahora mismo son sus guías en estos trabajos de monitorización y análisis deportivo.
Avanzados a su tiempo
Esto que parece una revolución absoluta y que puede sonar a ciencia ficción no lo es tanto, ya que en el pasado, el equipo que lideran Carolina, Rivas y Telefónica Tech ya han conseguido otros espectaculares avances para mejorar el rendimiento de la onubense. Conquistar un mundo al que no estás ni siquiera invitado lleva su sacrificio y su tiempo y ellos lo han hecho pasando de papel, lápiz y un simple documento de Excel a toda esta locura en la que están inmersos.
Los resultados están a la vista, ya que no solo se aprecian en ver el extenso palmarés de Carolina, sino en cómo ha ido superando barreras. Rivas destaca que una de las más llamativas se produjo al ganar a la primera jugadora asiática de su carrera. Ellos tienen una mentalidad y una dinámica de juego diferente, pero para Carolina, gracias al trabajo previo, era como volver a jugar un partido que ellos ya habían ideado. Sabía lo que hacer en cada punto y en cada momento, como si les leyera la mente.
Con todo este armamento, que puede rondar los 2.000 o 3.000 datos en cada partido, son capaces de igualar el rendimiento de cualquier jugadora del mundo para que después el talento de 'Caro' marque la diferencia. Tras todo ese concienzudo trabajo, parece cuestión de tiempo que lo que reine en la pista sean los famosos gritos de la jugadora de Huelva.
Desde que se propusieron evolucionar más allá del modelo asiático y crear una guía diferente de actuación, siempre han sido unos adelantados a su tiempo y por ello han marcado la diferencia. Desde Telefónica Tech, quienes han acompañado a Carolina y Fernando en parte de este proceso, les definen como "innovación en estado puro" después de alcanzar una digitalización de datos y análisis casi sin precedentes.
El camino a la cima
Además de esta capacidad de trabajo y de la aplicación de la máxima tecnología, dentro de Carolina Marín hay un espíritu de superación que marca la diferencia. Así es como superó su primera lesión grave y en ello se está apoyando en esta segunda carrera para intentar recuperar su mejor nivel después de romperse el ligamento cruzado a finales del mes de mayo.
Carolina puede porque sabe que puede y así es como nunca ha contemplado la opción de tirar la toalla. El reto de volver a ser la mejor del mundo está más vivo que nunca y por delante tiene varios objetivos. El primero de ellos, aunque todavía está en el aire, podría ser llegar a ese Campeonato del Mundo que se celebrará en Huelva en diciembre. Una cita que tenía marcada en rojo en su calendario, al igual que la de los Juegos Olímpicos, y a la que todavía podría estar a tiempo de llegar.
Sin embargo, la onubense tiene claro que, aunque la cita en casa le hace especial ilusión, no va a hacer locuras, ya que el objetivo prioritario es completar una recuperación perfecta para volver poco a la competición y estar en los Juegos Olímpicos de París 2024 al máximo de sus capacidades. 'Caro' ganó el oro olímpico en Río de Janeiro en 2016 y no ha podido defender su corona en Tokio 2020. Mientras tanto, por el camino sueña con reinventarse y seguir descubriendo un mundo nuevo al bádminton y al deporte.
Mejoras visibles
Esa recuperación todavía avanza lenta, aunque con pasos firmes. Hace unas semanas subía a sus redes sociales sus primeras imágenes entrenando ya de nuevo en la pista, lo que suponía un gran avance en ese proceso de volver a la competición y dar por superada esta nueva fase de lesión.
También ha hecho considerables avances en su puesta a punto en el apartado físico con un trabajo incansable con el que pretende volver al mismo nivel que antes de la lesión o incluso por encima. El gimnasio teme a Carolina cuando algo se le mete entre ceja y ceja. Sin embargo, este tipo de preparación no solo se consigue a base de un trabajo que se ve, sino también del que no se ve.
De nuevo, Carolina está usando los datos para avanzar en su recuperación. Tiene un control diario de su estado, incluso cuando duerme, con el fin de saber qué grado de cansancio ha eliminado para preparar un entrenamiento específico de cara al día siguiente.
Esto se consigue, por ejemplo, mediante el control de su pulso y de sus ciclos de sueño para llegar a su recuperación muscular, articular y traducir de una manera exacta sus sensaciones. Gracias a estos avances es capaz de adecuar las cargas de trabajo y acelerar su proceso de recuperación para cerrar otro capítulo de lesiones y regresar al lugar que le pertenece, el número 1 del mundo.
[Más información: Carolina Marín, de vuelta: un Mundial seis meses después de romperse la rodilla y los JJOO de París]