Doce puntos de sutura duelen menos que perder el título mundial de la manera en la que lo hizo Kiko Martínez (Granada, 1986) el pasado fin de semana. El púgil español cayó derrotado ante las tretas de Josh Warrington, que peleó en su Leeds natal y bajo el amparo y la permisividad de un árbitro también británico.
El combate por el título acabó siendo una encerrona para el campeón que lo defendía. Kiko lo ponía en juego por primera vez tras conquistarlo el pasado mes de noviembre ante Kid Galahad, que pese a nacer en Doha (Catar) se crio en el lugar de la pelea, Sheffield. La diferencia entre una velada y la otra estuvo en las estrategias de cada oponente, tirando Warrington de una táctica antideportiva.
A los dos primeros minutos de la contienda llegó el primer cabezazo de Josh Warrington que dejó a Kiko grogui para el resto de la pelea con un importante corte en el rostro. Hasta el cuarto round no llegó la advertencia del árbitro británico, Marcus McDonnell, al púgil local por sus embestidas constantes con la cabeza. El defensor del título mundial del peso pluma acabó con tres heridas abiertas.
Con la decepción y el rostro lleno de heridas y magulladuras, tocó emprender el viaje de vuelta a España. Pronto volvió a dejar claro Kiko Martínez que está hecho de otra pasta. Ni 48 horas pasó de descanso absoluto, volviendo a ejercitarse sobre una bici estática en su casa pese a las secuelas que le dejó la pelea de Leeds.
El motivo de que Kiko no diga a basta a sus 36 años es su familia. Su mujer y sus niñas. Ellas le acompañaron en el proceso más duro que pasó en toda su carrera, los dos años en los que estuvo trabajando día y noche los 365 días para tener su oportunidad por el título mundial. "Una vida de monje", como explicaba 'La Sensación' en una entrevista a EL ESPAÑOL, que tuvo su recompensa en Sheffield en noviembre.
Hasta en la más difícil de las derrotas hay una lección y Kiko se lo quiso hacer ver a sus hijas: "Puedo perder o ganar, pero enseñarle a mis hijas a no rendirse hay que levantarse", escribía el púgil en sus redes para acompañar el brutal vídeo en el que aparecía volviendo al trabajo dos días después de la velada.
Otra muestra de los valores de Kiko Martínez fue el gesto que tuvo con 'el malo de la película', el ahora campeón Josh Warrington, que acabó en el hospital tras la pelea del sábado. Si bien no trascendió en un primer momento, el inglés acabó con la mandíbula y la mano izquierda rotas.
La impactante imagen del Guerrero de Leeds con la mandíbula muy inflamada tras la operación (solo podía comer líquidos) llegó a Kiko. Su reacción fue de absoluta deportividad: "El sábado éramos rivales. Hoy somos compañeros. Dese que te recuperes pronto, campeón". En ese momento no pensó en lo ocurrido en el ring, tampoco que los cabezazos se repitieran de su primer cara a cara en 2017, lo importante era mandar ánimos a un compañero de profesión.
El futuro de 'La Sensación'
La pregunta que todo aficionado al boxeo se hace es si Kiko Martínez volverá a subirse al ring. La duda ya estaba en el aire antes de la pelea, ya que a sus 36 años solo podía mirar a un horizonte con un número reducido de contiendas. Tenía la ilusión de seguir "dos o tres años más", como reconocía en la previa, con el sueño de atar un contrato final que diera el respaldo definitivo al trabajo de toda una vida.
La respuesta real solo la tiene Kiko. Su equipo le recomienda parar y colgar los guantes. Su adiós, en todo caso, no sería una decepción. 'La Sensación' tiene una de las mejores carreras pugilísticas en España: cinco títulos de Europa y cuatro del mundo en dos pesos. Su reacción de campeón en los días posteriores a la pelea de Leeds agranda su leyenda.
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