Diego Ibáñez, cada año que pasa, se convierte en un personaje más famoso y más mediático. Va camino de convertirse en una estrella del ajedrez, pero él lo sigue afrontando con la inocencia que le dan sus todavía 10 años. A pesar de que todos a su alrededor saben que es muy bueno para su corta edad, siguen emocionándose con cada una de sus victorias y con cada uno de sus triunfos.
Este joven niño procedente de Vigo es toda ya una institución en su tierra y es que se está acostumbrando, edición tras edición, a vencer con autoridad a todos los chicos de Galicia que intentan desafiarle. Su fama se extiende más allá de su región y es que su progresión es meteórica. Por ello, tanto en su club como en su familia esperan que pronto pueda ser uno de los mejores jugadores del mundo.
Sin embargo, nadie en su entorno quiere meterle prisa y le acompañan y guían para que disfrute de cada victoria y aprenda de cada derrota. Siempre con la humildad que le ha caracterizado en su corta carrera profesional. Todavía no ha cumplido los once, pero el nombre de Diego ya empieza a sonar con fuerza después de haberse proclamado recientemente campeón sub12 de Galicia compitiendo contra niños mayores que él.
Su inteligencia brilla sobre el tablero como lo hicieron sus ojos la primera vez que descubrió lo que era el noble arte del ajedrez. Ahora, su deseo pasa por continuar con su vida cotidiana, con sus estudios y por seguir su aprendizaje en un mundo que le apasiona desde que era un niño. Más evidentemente de lo que todavía no es. No se pone metas, pero tampoco límites. Lo que es indudable es que si continúa con esta brillante progresión, pronto podrá dar muchas alegrías a nivel nacional ya que ha demostrado tener algo especial para este deporte. Un talento que también deberá ir madurando y templando con los años.
El rey de Galicia
Diego Ibáñez está de enhorabuena. El joven ajedrecista vigués se ha proclamado recientemente campeón de Galicia sub12 a pesar de que todavía tiene 10 años. Un éxito que no es el primero de su trayectoria, pero que ganó gracias a un golpe de suerte después de haber tenido un triunfo cómodo en su bolsillo y que dejó escapar fruto de los nervios. Es esa tensión y esa demostración de que vibra y sufre con lo que hace lo que más enorgullece a su familia. Por encima de las victorias está pasárselo bien.
Pero mejor se lo pasa uno cuando gana y Diego ya puede disfrutar del segundo trofeo que ha ganado en esta contienda. El 2021 ya se había proclamado campeón del mismo certamen pera menores de 10 años. Ahora ha dado un paso más y ha confirmado su brillante progresión, la cual le consagra como uno de los mejores jugadores de Europa de su categoría.
El triunfo de Diego no ha sido una cuestión menor, ya que se ha proclamado el mejor de entre más de 60 jóvenes seleccionados expresamente para el torneo disputado en Padrón. Para vencer, ha tenido que superar un total de ocho partidas y una contienda que se ha alargado durante más de tres días, lo que ha supuesto un enorme cansancio a nivel físico y, sobre todo, a nivel mental. Muchos consideran este tipo de eventos como una especie de maratón para el cerebro. Y ahí es donde Diego se desenvuelve como pez en el agua.
Su maestro, Roberto Páramos, explica así la dureza de este tipo de torneos, más teniendo en cuenta que se tratan solo de niños: "Es absolutamente maratoniano. Hay gente que se piensa que este deporte es ligero, pero los jugadores de más alto nivel llegan a perder hasta cinco kilos en los grandes campeonatos".
Para Ibáñez, esta victoria ha tenido un sabor especial ya que se ha producido en unas condiciones realmente extrañas. Diego ya se había ido del centro donde se estaban disputando las partidas fruto de los nervios y de la tensión. Él mismo se había dado por perdido y fue estando en el coche y a través del teléfono móvil como se enteró que tenía que regresar para celebrar el título que acababa de ganar.
El chico de solo 10 años llegó a la octava y decisiva ronda dependiendo de sí mismo. Estaba tercero en la clasificación, mientras que primero y segundo estaban completamente empatados. Si él superaba a su oponente, el título sería suyo. Y consiguió encarrilar pronto la partida que decidía el ganador del certamen. Sin embargo, los nervios le jugaron una mala pasada y dieron al traste con su ventaja. Al final, su rival y él terminaron firmando tablas y Diego casi se despedía así de todas sus opciones de triunfo.
Jorge, el padre del chico, lo explicaba así: "La tenía ganada, pero no sé si le pudieron los nervios, el caso es que acabaron acordando tablas". Sin embargo, la fortuna quiso que el resultado fuera suficiente para que se produjera un triple empate en la cabeza con Dani dentro del mismo. La organización tuvo que aplicar el sistema Buchholz, un método de puntuación que actualmente se utiliza para desempatar en los torneos. Y fue ahí donde Diego terminó saliendo vencedor. El chico se había marchado con su madre Natalia al no poder aguantar ni la tensión ni la desilusión por haber tenido la victoria en su mano y haberla entregado. Sin embargo, estaba destinado a seguir brillando.
Un motivo de gran ilusión
Esta victoria de Diego, y sobre todo la sensación de superioridad que estaba demostrando en esa partida decisiva, son un motivo de orgullo y satisfacción de todo su entorno. Pero también de una ilusión tremenda por lo que está por venir. Las expectativas son muy altas alrededor de uno de los talentos más importantes del ajedrez en España. En Galicia, en su categoría, demuestra no tener rival.
Por eso, en su familia no pueden ocultar su felicidad: "Diego es un niño sencillo y humilde, nada chulito. Lo ha vivido con muchos nervios, pero ahora tiene la satisfacción de haberlo logrado". Y es que el chico siempre ha soñado con estas victorias desde que se enamoró del ajedrez cuando tenía solo cuatro años. Encontró un tablero en casa de su tío, se quedó prendado de esta disciplina y se puso a jugar. Una vez dentro del club de su colegio, todos se dieron cuenta de que tenía un talento especial por las cosas que era capaz de hacer solo con cinco o seis años.
Ahora que ya ha cumplido el doble de años, Diego es una referencia en su club, el Lucena, que cuenta con jugadores de hasta 80 años. Allí es donde recibe la indicaciones de Páramos, su técnico, y que también forma parte de este prestigioso club. Ambos se ven dos veces por semana, sin contar las competiciones, para ir guiando los pasos de este joven cerebro que tiene en el ajedrez su punto de mayor expresión tanto deportiva como artística.
Vigo es una ciudad con gran tradición ajedrecista y el Club Ajedrez Lucena es uno de los más importantes de España. Por eso, tienen la esperanza de poder guiar de la mejor forma posible a este joven talento que ya deslumbra en Galicia y que promete llegar muy alto. Páramos, su guía, confía en que así sea.
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