El surf es uno de los deportes más bellos del mundo. Imágenes increíbles y acciones que parecen estar hechas para el alcance de solo unos pocos. Pero todavía puede elevarse la dificultad prácticamente al máximo con la manera de enfrentarse a las olas de Kerby Brown. Su propio padre ha llegado a decir que cuando ve a su hijo surfear "es como invitarme a ir a su funeral".
El surfista australiano protagoniza el impactante documental Facing Monsters. Una cinta en la que ese halo misterioso que envuelve a las olas gigantes deja paso al morbo que suponen no ya estas, sino las olas con más peligro del mundo. Deporte de una belleza pocas veces comparable. Pero sobre todo y ante todo, un deporte extremo.
Kerby Brown analiza en su película que no se deja llevar por la corriente de cabalgar las mismas olas que el resto de estrellas del surf. Él busca algo más. Algo que encuentra en las olas peligrosas, esas que ponen a su familia con el corazón en un puño. Surfear al borde de la muerte: olas de aguas profundas que chocan brutalmente con arrecifes para nada profundos.
Así define el surfista su pasión por esta modalidad: "No me gusta esa escena. Para mí se trata de alejarte de todo. Muchas de las olas que observo son áreas realmente remotas y vírgenes. Eso es un gran atractivo para mí, alejarme de mi día a día normal, desconectarme por completo, sumergirme en algunos de los elementos naturales más crudos y poderosos: el océano".
Desafío a la muerte
El surf llegó a su vida cuando era tan solo un niño, gracias, en parte, a la figura de su padre. Su primera meta fueron las olas gigantes. Pero este dio paso al de las más peligrosas. "Olas realmente pesadas, desafiantes e impredecibles. Es un sentimiento tan especial, me hace sentir vivo. Ahí es donde me siento más cómodo, en el océano, lejos del ajetreo cotidiano de la sociedad", explica.
En el documental se le puede ver desde sangrando y magullado hasta cabalgando olas imposibles para dejar sin aliento al espectador. Igual que sin aliento deja la imagen en la que se le ve flotando en el agua bocabajo. Secuencias en las que su amado océano lleva a Kerby Brown a golpearse de manera violenta contra el arrecife. De ahí esa icónica frase de su padre: "Es como invitarme a ir a su funeral".
No es solo él. También su hermano Cortney. Los hermanos Brown mano a mano. Su padre Glenn, sufriendo desde el otro lado. Kerby, el gran protagonista, surfea esas olas peligrosas, aunque con ello ponga su vida en un serio riesgo. En muchas de esas cabalgadas ha acabado directamente saliendo disparado a las rocas.
"Tuve tanta suerte. Me lanzó y básicamente fui directamente al arrecife. Me atraparon. Tuve montones de cortes, moretones y esas cosas. Pero creo que caí en el ángulo correcto, así que no me hice ningún daño serio. Obviamente, ahí estás a merced del océano", dice Kerby Brown. "La gente no pensaba que fuera una ola real. Es donde abrí mi mente por primera vez a diferentes posibilidades", asegura el australiano.
"Hay algunas olas en las que no sabes si vas a salir bien porque te tiran contra las rocas. Esa es la parte más peligrosa de surfear estas olas. Literalmente no hay agua abajo", señala. Precisamente, en el largometraje hay una secuencia en la que se puede decir que volvió a nacer, porque ese brutal golpe pudo costarle la vida. Pudo haber muerto.
Kerby Brown define esta modalidad del surf extremo como "una adicción". "Tal vez tenga algunos tornillos sueltos", bromea el australiano. El surfista que se aburrió del circuito. De la rutina de cabalgar las mismas olas que el resto. Y que se refugia en este increíble deporte para alejar sus demonios: "Siempre he tenido mis propios demonios personales con los que he luchado. Cuando no tengo el océano, y cuando no estoy surfeando, tiendo a recurrir al alcohol y las drogas para superarlo". Facing Monsters, una película biográfica en la que se aprende que "los riesgos están siempre ahí".