El muay thai es el deporte nacional en Tailandia, una práctica con una larguísima historia pero que tenía vetadas a las mujeres desde hace décadas. Ahora, el progreso se abre paso en un mundo tan tradicional como el del agresivo deporte tailandés, y una española será protagonista en este nuevo aperturismo, Desirée Rovira.
Además de Rovira, originaria de Cádiz, las tailandesas Aida Looksaikongdin y Sit Chora, la argentina Milagros Andrea López y la iraní Zaira Shokoui acabarán con el tabú. "Abrir una puerta a un lugar donde pensabas que nunca ibas a pelear es histórico. Estamos abriendo el camino a una nueva era en este deporte", ha dicho a EFE Desireé Rovira.
El 12 de agosto Desireé se enfrentará a la tailandesa Somrussamee, ese mismo día la turca Zehra Dogan se verá las caras con Petchnamnung Fairtex. Las participantes se enfrentarán al menos tres veces hasta que lleguen a semifinales donde lucharán las dos mejores combatientes de cada grupo.
Desde su creación en 1945, el cuadrilátero del Rajadamnern ha sido un terreno vetado para las mujeres por diversas supersticiones. No les permitían ni tocar la lona porque pensaban que podía perturbar a los espíritus que protegen el ring.
Aunque en realidad la casa del muay thai en Bangkok fue construida en 1941 en Bangkok, pero la Segunda Guerra Mundial retrasó su inauguración. Se trata de una meca de este deporte: los boxeadores tailandeses sueñan con pelear aquí, ya que es el máximo galardón pelear y ganar en el Estadio Rajadamnern. Es un aspecto cultural porque en el país del sudeste asiático la cobertura mediática que se hace a las estrellas masculinas de este deporte podría equipararse con el de los futbolistas en España. Son verdaderas estrellas idolatradas por los seguidores de esta disciplina.
Ahora le toca a la española Desireé Rovira hacer historia en el cuadro femenino. La andaluza de 35 años reconoce que son "tradiciones a respetar en su país y su deporte nacional" llegando a asumir "que nunca iba a pelear donde lo hicieron lo más grandes del muay thai", ha indicado sobre las prohibiciones que impedían a las mujeres pelear al máximo nivel en Tailandia.
Y es que el caso de Rovira no es el de la típica chica que encontró rápido su vocación y siempre peleó por llegar a lo más alto. Empezó con 30 años en esta modalidad y declara que "las artes marciales nunca me habían gustado". Ahora todo ha cambiado, tanto que se ha mudado a Tailandia para poder desarrollarse al máximo profesionalmente. Para ella lo más difícil de vivir en Tailandia es estar lejos de su familia y amigos.
Una pasión creciente
La protagonista de esta historia disputó su primer campeonato en 2017. "Al principio me lo tomaba como una forma de fitness", contaba hace unas semanas a EL ESPAÑOL. Compaginaba los entrenamientos con dos trabajos, por lo que intentaba sacar el tiempo de donde podía para entrenar. "Pero entonces me di cuenta de que el muay thai me gustaba mucho", confesaba la gaditana.
La luchadora se marchó a Tailandia por vez primera al año y medio de comenzar a practicar este deporte que aúna budismo y cultura. "Quería conocer este deporte desde su cuna, así que me fui". Con sus ahorros, estuvo tres meses. Al regresar a España, se dio cuenta de que su vida ya no era la misma. "Tenía trabajo estable, familia y amigos, pero no era feliz", resumía a este periódico.
Y es que en 2019 se convirtió en campeona del Mundo de Muay Thai en la categoría amateur, y subcampeona del mundo en categoría semiprofesional, por lo que ya tenía una carrera que no le invitaba a dar marcha atrás. Antes ya había logrado ser dos veces campeona de España y tres veces de Andalucía. Actualmente es la número 3 del Mundo por la WBC Muaythai en su peso (50,8 kilos).
Desirée decidió instalarse en el 7Muaythai gym de Rayong. Se fue a la cuna del muay thai para prosperar y lo ha logrado. Además, durante la pandemia se quedó en el país asiático para seguir mejorando y esperando una oportunidad. Peleó y ganó, volvió el pasado octubre y desde entonces ha ido escalando y encandilando al público tailandés con sus victorias.
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La española cada vez es más respetada en Tailandia, por ello recibió la primera oferta para pelear en la categoría que mejor se adapta a su cuerpo (-50 kg) hace unos meses. Una prueba más de su éxito en los últimos tiempos.
De hecho, a mayor éxito, mayores premios. Las ocho contendientes que lucharán a partir del 12 de agosto en el cuadrilátero Rajadamnern optan a un premio de 1 millón de baht (una cifra cercana a los 27.410 euros).
Tradición previa a la lucha
Todo está ya preparado para que comiencen las hostilidades, pero antes de los combates hay toda una liturgia detrás que va en consonancia con las tradiciones del país y del deporte. El 9 de julio se celebró una ceremonia, con velas, incienso y ofrendas florales, para pedir a la deidad que protege el cuadrilátero que permita los combates entre mujeres.
Y es que aunque la popularidad internacional del muay thai se encuentra en auge, mientras en otros países las mujeres pueden pelear sin restricciones, en Tailandia el proceso de apertura ha sido más lento.
"La sociedad ha cambiado, así como el papel de la mujer. Las mujeres son competentes en todos los sectores, también en el deporte y en el boxeo", apuntaba también a EFE Tienchai Pisitwuthinant, el director del grupo promotor. Otro de los recintos más emblemáticos, como el estadio Lumpini, también en Bangkok, celebra desde el año pasado veladas de combates femeninos.
Pero no es oro todo lo que reluce. Ese aperturismo se está produciendo, pero aún está muy lejos de definirse como una situación igualitaria entre hombres y mujeres. A pesar de que se les permita entrar en el cuadrilátero y competir, aún sobreviven otras polémicas tradiciones como requerir que las mujeres entren al ring a ras de lona, en lugar de saltar por encima de las cuerdas superiores como hacen los hombres.