Oro en el Europeo de 2020, bronce en los Juegos de Tokio, bronce en el Mundial de 2021 y plata en el Europeo de 2022. España lleva una racha en el balonmano masculino de cuatro fases finales obteniendo medalla y va a por la quinta. Para Ian Tarrafeta (Sabadell, 1999) sería la segunda de la que es partícipe.
Ian representa la nueva generación de los 'Hispanos' que poco a poco van ganando protagonismo en el equipo. Junto a él otros como Agustín Casado o más recién llegados como Dani Fernández. Tarrafeta es la 'joya, como se le viene apodando desde hace años. Su salto a la élite era de los que se podían prever con cierta facilidad.
Atiende a EL ESPAÑOL desde Cracovia, poco después de haber aterrizado. Allí debutan este jueves los 'Hispanos' en el Mundial contra Montenegro (20:30 horas). Las horas muertas en la concentración, Ian las pasa leyendo. Compagina su trayectoria en el balonmano con la carrera de Ciencias Políticas en la Universidad.
Celebró su 24 cumpleaños hace unos días, el pasado 4 de enero. Es de los más pequeños del vestuario de la Selección, pero en la pista está lejos de parecer un novato. Juega en el PAUC, en Francia, donde fue elegido en 2022 mejor jugador joven de la liga. Está acostumbrado a acumular premios individuales en su carrera.
El aficionado español se hinchará a escuchar el nombre de Ian Tarrafeta durante los próximos años. Un central indescifrable, que rompe muros contra los rivales. Él y Casado tenían la misión de cubrir los huecos de Raúl Entrerríos y Sarmiento y lo están resolviendo con nota. El futuro está asegurado, igual que el presente.
Estaremos de acuerdo en que España es uno de los equipos a batir en este Mundial.
Sí, por supuesto. Sobre todo por los resultados que la Selección ha obtenido en años anteriores, está claro que formamos parte de ese grupo de selecciones que son candidatas a la medalla.
Lleváis cuatro fases finales seguidas sumando medallas, cinco de las últimas seis... ¿Puede llegar a obsesionar mantener ese ritmo de resultados?
No, nosotros la filosofía que tenemos y lo que nos ha ayudado a conseguir los resultados de estos últimos años es ir un poco partido a partido, día a día. Tratamos, como dices, de no obsesionarnos con las medallas o mirar más lejos de lo que debemos.
Es difícil pensar en mayores méritos deportivos. ¿Se reconocen menos estos que lo de hace años?
Ahora la gente, entre comillas, se ha malacostumbrado a los buenos resultados de la Selección. Sí que es posible que la gente nos meta una presión de más, que ya se piensen que ya las semifinales están conseguidas y luego que sea lo que sea. Pero yo creo que hay que seguir valorando todo lo que se sigue haciendo. El balonmano es un deporte muy complicado. Y más en una competición como esta, que si tienes un par de malos partidos ya estás fuera. Así que hay que seguir valorando lo que consigue.
¿Recuerdas cómo te enganchaste tú al balonmano?
Mi padre siempre ha hecho mucho deporte. El balonmano era un poco el deporte principal en su vida y siempre que podía pues me llevaba a Granollers, me llevaba a Barcelona a ver partidos contra Ciudad Real. Recuerdo partidos contra León, contra Valladolid... Y vaya, lo recuerdo con mucha nostalgia. Encendías la tele y cada fin de semana tenías partidazos aquí al lado de casa. Así que con muchísima nostalgia.
Con 21 años, sales de la Liga Asobal y te vas a Francia. ¿No te dio vértigo ese paso siendo tan joven?
Bueno, era una balanza entre el vértigo y las ganas. También tenía muchas ganas de poder salir, de llegar a Francia que era una de las mejores ligas del mundo, con un proyecto muy interesante y la verdad que en ese momento no pensé tanto en el miedo, sino más bien en las ganas y la ilusión que me hacía poder vivir una nueva experiencia.
¿Tiene interiorizado ahora el jugador de balonmano español que para triunfar ha de salir a otro país?
Está claro. Veía también que jugadores más mayores que también estaban triunfando fuera, que tengo la obligación de salir. Yo estaba en Granollers y había visto como muchísimos de los jugadores que destacaban allí estaban obligados a salir. Y sí, en cierta manera, pues ya tenía interiorizado que seguramente tarde o temprano me iba a tocar y así fue.
Es tu primer Mundial, pero ya llevas tiempo con la Selección. ¿Te sorprendió el ambiente cuando fuiste convocado las primeras veces?
Como siempre he dicho, aquí se te integra muy rápidamente. Todos intentamos que te integres rápido en el grupo, que formes parte de lo que es esto. Todos nos llevamos muy bien. Entre nosotros hay un ambiente genial y seguro que es una de las razones por las que también cosechamos estos resultados.
En tu caso o en el de otros compañeros como Agustín Casado parece que se pone esa responsabilidad de coger el timón algún día tras los Alex Dujshebaev o Gonzalo Pérez de Vargas.
Sentimos que cada vez hay gente nueva que entra. Este año entran también Dani Fernández o Imanol Garciandia. Vamos viendo gente que va entrando porque al final se debe a una cuestión biológica. Jugadores que cada vez son mayores, que se van retirando y van dando un paso al lado de la Selección. Y evidentemente toca a jugadores más jóvenes, más nuevos, que vamos entrando, asumir esto. No lo diría responsabilidad, pero sí que poco a poco pues entramos para poder ayudar al equipo al máximo.
No hay que tener temor al cambio generacional por cómo ha ido tras los Juegos.
Hay varios factores que hacen que esto sea más fácil. Primero que el cambio no fue muy drástico. Fue bastante progresivo. Y después es que todos los jugadores que van llegando ya tienen experiencia. La Selección y Jordi [Ribera] se preocupan mucho por dar experiencia a jugadores jóvenes, les hace rotar durante las semanas internacionales y los jugadores que luego tienen oportunidades de hacer un Mundial o un Europeo ya tienen esa experiencia, ya conocen como funciona el grupo.
Hablando de ti, a horas casi ya del debut contra Montenegro, ¿cómo sientes que llegas al Mundial?
Muy ilusionado y con muchísimas ganas de vivir esta experiencia. La verdad que me he sentido muy bien. Esta temporada, sobre todo a nivel de lesiones, no he tenido ningún susto y la verdad que me siento en forma y con muchísimas ganas de que empiece el Mundial.
¿Cómo valoras la preparación de España durante las últimas semanas?
Muy positivo, muy positivo. Han sido un par de semanas de entrenamientos muy intensos, entrenamientos muy largos. Los partidos fueron una buena prueba de nivel para coger sensaciones, para que el equipo esté en confianza y creo que llegamos lanzados al primer partido del Mundial.
¿Cuál puede ser la clave en este Mundial?
Sabemos que somos un equipo que podemos sufrir contra cualquiera, pero a la vez podemos ganar también a cualquiera. Así que no hay que precipitarse. Sabemos que habrá momentos complicados, seguramente. Nosotros seguimos nuestra filosofía, que el juego colectivo siga pasando por encima de lo individual. Seguro que si hacemos lo mismo que hicimos el año pasado, con calma, con paciencia, llegarán los resultados.
¿Cuáles serían tus favoritas para alcanzar las semis?
Imagino que Francia y Dinamarca, los de siempre, van a estar ahí. Después pues imagino que también Suecia, que en los últimos años ha cosechado también muy buenos resultados. Y así pues como tapado podría estar también Islandia o Serbia, que ha hecho una muy buena preparación ganando un partido a Suecia. Y España, por supuesto -risas-.
Por último, ya que aún tenemos muy cerca las Navidades, ¿qué deseos has pedido para 2023?
Hombre, supongo que salud, que no haya lesiones y seguir disfrutando del balonmano como lo estoy haciendo hasta ahora. Ojalá poder vivir muchísimas más experiencias gracias a este deporte.