La Champions de fútbol sala se encuentra en estos momentos paralizada. Hay cuatro equipos clasificados para la fase final, pero por increíble que parezca todavía no hay una sede clara donde se celebrará la gran fiesta del futsal. En estos momentos, la tensión empieza a crecer porque aunque faltan meses para el evento, aún no hay nada definido y los organizadores necesitan tiempo para poder concretar todos los detalles.
Lo que sí tiene la Final Four son fechas. Se disputará del 4 al 7 de mayo y pondrá el broche de oro a la temporada. La UEFA todavía no ha dado pistas de manera oficial sobre cuáles son los caminos que está explorando, pero ya tiene varias sedes que opositan a llevarse el premio que puede resultar de una guerra.
Esa guerra es la que están manteniendo Rusia y Polonia. El país con capital en Varsovia fue la sede elegida por la UEFA para organizar la Final Four. Sin embargo, algunos de los equipos clasificados cuentan con jugadores rusos que no podrían poner un pie en su territorio y, por lo tanto, no podrían disputar la pelea por el título. Así pues, el conflicto está abierto mientras UEFA intenta jugar sus bazas y mientras otros países como España, y en particular la ciudad de Palma de Mallorca, presentan sus proyectos.
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Los equipos clasificados para la Final Four son Anderlecht, que acabó con las aspiraciones del Barça, Palma Futsal, Benfica y Sporting. Los clubes en problemas son los lusos y desde las Baleares quieren aprovechar la coyuntura para quedarse con lo que para ellos sería un premio absoluto: la organización de la pelea por el título más importante. Quién le iba a decir a la ciudad de Palma que iba a estar pendiente de un balón y de una guerra.
UEFA, Rusia y Polonia
Rusia sigue causando estragos en el mundo del deporte. El país que lidera Vladímir Putin decidió hace casi un año invadir territorio enemigo y empezar una guerra contra Ucrania. Europa le dio la espalda y con eso también lo hizo su deporte. Hasta el punto de que algunas competiciones que se iban a disputar en territorio soviético cambiaron de sede. Así sucedió con la final de la Champions de fútbol del 2022, que pasó de San Petersburgo a París.
Ahora, la Champions de fútbol sala también está inmersa en problemas, pero no porque se juegue en territorio ruso y sí por influencia del país. La sede elegida fue Polonia, pero ahora existe un contratiempo logístico y político. Dos de las cuatro plantillas clasificadas para la pelea por el título, las de Benfica y Sporting de Portugal, cuentan con jugadores rusos en sus filas.
En total son tres, dos en el Benfica (Romulo y Chishkala) y uno más en el Sporting (Sokolov). Ninguno de ellos podría jugar en Polonia si finalmente se celebra allí la Final Four. Una situación que supone un problema ya que ninguno de los dos equipos está dispuesto a jugarse el título dejando fuera a alguna de sus estrellas.
Por el momento, este país prohíbe la entrada de ciudadanos rusos con visado de turista. Así pues, no podrían viajar aunque fuera por una cuestión meramente laboral. Y sin sus tres jugadores, quienes no viajarán serán los dos equipos lusos que, a pesar de la rivalidad que mantienen en el ámbito nacional, están dispuestos a unir fuerzas para intentar que la UEFA busque una solución.
El máximo organismo del fútbol europeo tiene claro que prefiere mantener su elección hasta el final. Por ello, ya está moviendo los hilos que tiene a su alcance para conseguir que la polémica Final Four se celebre en Polonia. Para ello necesita que el país organizador haga una especie de excepción que, aunque sea dentro de un ámbito deportivo, tendrá enormes repercusiones políticas.
Sería una concesión al estado que dirige Putin, el cual aprovecharía este mínimo gesto para celebrar una victoria sobre el batallón europeo. Algo al estilo de lo que sucedió cuando los jugadores rusos de tenis se arriesgaban a ser altavoces de Putin en Wimbledon en 2022. El resultado fue que, finalmente, no pudieron disputar el torneo para que no hubiera riesgo de victoria, especialmente en las figuras de Daniil Medvedev y Andrey Rublev.
Ahora, Polonia no quiere ceder ante las presiones de la UEFA porque supondría darle alas a Rusia, un país con el que ha mantenido muchos conflictos políticos y bélicos y con el que ha cruzado importantes amenazas en los últimos meses de tensión irrespirable. Ante esta situación, la UEFA, aunque no pierde la esperanza, está obligada a buscar alguna alternativa y de momento ya se preparan algunas candidaturas para albergar la famosa y polémica Final Four.
El sueño de Palma
Una de esas candidaturas que sueña con fuerza es la de Palma de Mallorca, ciudad que tiene a uno de los cuatro equipos clasificados y que sueña con ser total protagonista de una Champions que cuenta con su sello inequívoco. Los baleares se jugarán el título con Benfica, Sporting y Anderlecht en el primer año que disputan la competición.
Sin embargo, casi tanta ilusión como salir campeones les hace el hecho de poder organizar la gran fiesta del fútbol sala. El año pasado consiguieron llegar hasta la final de la LNFS y gracias a eso consiguieron plaza por primera vez para la Champions. Están viviendo un sueño y quieren llevarlo hasta el final.
Palma Futsal superó la primera ronda como primero de grupo a pesar de empatar a puntos con el Anderlecht y con el Kairat kazajo. Después, brillaron en la Fase Élite al terminar primeros de su grupo superando al Pliast Gliwice, al Novo Vrijeme y al FK Dobovec. Con su brillante actuación consiguieron una de las cuatro plazas que daban acceso a esta Final Four. Y ahora intentarán tocar la gloria.
Precisamente esa Fase Élite correspondiente a su grupo, el A, se disputó en Palma. Concretamente en el Palau Municipal de Son Moix. Y ese fue el primer ofrecimiento que Palma Futsal y la ciudad le hicieron a la UEFA para albergar la Final Four. Sin embargo, al no cumplir con los requisitos mínimos, especialmente de aforo, se hizo una segunda oferta, la del Velódromo de Palma. El primero tiene una capacidad de 3.920 espectadores, mientras que el segundo se eleva hasta los 6.600.
Una cantidad mucho más considerable y una oferta completa y sin fisuras. Por no hablar de la calidad de la ciudad, del clima y del atractivo que supone para las cuatro aficiones, teniendo en cuenta también que España es uno de los países de Europa y del mundo que con mayor fervor vive el fútbol sala.
Si la situación con Polonia no se resuelve, Palma quiere estar al quite para quedarse con la Final Four y seguir soñando con el evento y con el título. UEFA decidirá en cuestión de días, o quizás de semanas, con qué sede se queda, ya que el tiempo apremia y tanto para los organizadores como para los clubes clasificados urge poder empezar con todas las gestiones preparatorias de los viajes de las plantillas y de las aficiones. Para Palma, la luche vive y el sueño sigue.