El exatleta estadounidense Dick Fosbury murió el pasado domingo a los 76 años tal y como se encargó de informar su agente en un comunicado. El que fuera uno de los saltadores de altura más importantes en toda la Historia del atletismo dijo adiós dejando detrás de él un legado imborrable y un gran éxito deportivo como la medalla de oro conseguida en los Juegos Olímpicos de México 1968.
Ray Schulte, el representante de Fosbury, anunció el fallecimiento del mítico atleta: "Con el corazón encogido tengo que anunciar que mi viejo amigo y cliente Dick Fosbury falleció en paz mientras dormía el domingo por la mañana tras una breve recaída de un linfoma. Dick será muy extrañado por sus amigos y por los aficionados de todo el mundo. Una verdadera leyenda y amigo de todos", apuntó en el escrito.
Fosbury fue un pionero en el salto de altura ya que es el hombre que cambió la manera de entender y de ejecutar esta disciplina del atletismo. Hasta su irrupción allá por la década de los 60, los saltadores se enfrentaban al listón frontalmente para, después y en pleno salto, girar su cuerpo. Sin embargo, el estadounidense ideó una técnica muy diferente que sorprendió al planeta y que resultó ser mucho más efectiva.
Esta técnica es la que, de hecho, se usa hoy en día. Fosbury pensó que era mejor escorarse antes de encarar el listón justo antes de saltar y de esta manera caer de espaldas sobre la colchoneta. Es la forma en la que todos los atletas saltan actualmente, pero hace años todo era muy diferente.
Oro en los JJOO
Richard Douglas Fosbury llegó a saborear, gracias a su novedosa técnica, las mieles absolutas del atletismo. El de Portland fue oro en los Juegos Olímpicos de México 1986 gracias a su salto de 2,24. Aquella fue su primera y única medalla en una cita olímpica, pero fue un éxito que quedará en la memoria del atletismo para siempre.
El estadounidense se presentó allí con su nueva manera de encarar el listón, algo que sorprendió a los allí presentes. En aquellos Juegos Olímpicos ejecutó su nueva técnica de salto y dejó boquiabiertos tanto a muchos de los entrenadores de sus rivales como al público de Ciudad de México. De hecho, se escuchó un "olé" de admiración en el respetable.
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En aquella final, Fosbury fue superando todas las alturas que presentaba el listón y llegó hasta los 2,22 sin fallar, con una tarjeta de presentación inmaculada. Sin embargo, no se quedó ahí porque estableció una nueva marca personal y con los 2,24 que alcanzó logró colgarse la medalla de oro al cuello.
Aquella nueva manera de saltar se fue implantando poco a poco y fue imitada por el resto de sus competidores. Así, en los JJOO de 1980 hasta 13 de los 16 saltadores que se dieron cita en la final utilizaron la técnica de Fosbury. Todo ello hasta llegar a la actualidad, donde todos los atletas de salto de altura afrontan el listón de la misma manera.