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La polémica en torno a la nadadora transexual Lia Thomas vuelve a intensificarse tras la reciente demanda presentada por tres de sus excompañeras de equipo en la Universidad de Pensilvania (UPenn).

La acción legal, que también involucra a la Universidad de Harvard, la NCAA y el Consejo de Presidentes de la Ivy League, busca eliminar los registros deportivos de Thomas en la natación femenina y declarar que su participación fue ilegítima.

Esta demanda se produce en un contexto en el que el expresidente Donald Trump ha firmado una orden ejecutiva para impedir la participación de atletas trans en deportes femeninos.

El trasfondo de la demanda

Las exnadadoras Grace Estabrook, Ellen Holmquist y Margot Kaczorowski han llevado su caso a los tribunales alegando que compartir equipo y vestuarios con Thomas durante la temporada 2021-22 fue una experiencia "traumatizante".

Según ellas, las instituciones educativas violaron la ley federal al permitir que una atleta trans compitiera en categorías femeninas, lo que, según su demanda, atenta contra el Título IX, una normativa que protege la equidad de género en programas educativos financiados por el gobierno.

Las demandantes también buscan que la demanda se amplíe a una acción colectiva en nombre de las 206 atletas que compitieron en el Campeonato de Natación y Clavados de la Ivy League en 2022, donde Thomas logró el primer lugar en los 500 y 200 metros estilo libre.

Lia Thomas durante la Ivy League Swimming and Diving Championships en la Universidad de Harvard REUTERS

La controversia sobre sus marcas

Uno de los puntos centrales de la demanda es la eliminación de los récords deportivos de Thomas en la NCAA y en las universidades de la Ivy League. Las demandantes argumentan que sus victorias no fueron justas y que sus registros no deberían permanecer en la historia de la natación femenina.

Lia Thomas, quien compitió en el equipo masculino de UPenn entre 2017 y 2020 antes de su transición, se convirtió en la primera atleta trans en ganar un campeonato nacional de la NCAA en 2022.

Su participación generó un fuerte debate sobre la equidad en el deporte femenino, dividiendo opiniones entre quienes defienden los derechos de los atletas trans y quienes consideran que su presencia en categorías femeninas supone una desventaja injusta para las deportistas cisgénero.

El veto de Trump

El expresidente Donald Trump ha utilizado el tema de la participación de atletas trans en el deporte femenino como un punto clave en su agenda política. Recientemente firmó una orden ejecutiva que prohíbe la participación de mujeres trans en deportes femeninos en escuelas y universidades financiadas con fondos federales.

La medida se basa en el Título IX y busca reforzar la distinción legal entre el sexo biológico y la identidad de género en el ámbito deportivo.

En una ceremonia en la Casa Blanca, rodeado de atletas y activistas, Trump declaró: "La guerra contra el deporte femenino ha terminado". También aseguró que su administración presionará al Comité Olímpico Internacional para que adopte una postura similar.

Donald Trump firmando la ley que impedirá a las atletas trans participar en competiciones femeninas Reuters

La decisión de vetar a atletas trans en competiciones femeninas ha generado una fuerte reacción tanto en el ámbito político como en el deportivo. Mientras algunos sectores celebran la medida como un paso necesario para proteger la equidad en el deporte femenino, otros la consideran una acción discriminatoria que vulnera los derechos de las personas trans.

Por otro lado, el caso de Lia Thomas ha sido un referente en el debate global sobre la inclusión de atletas trans en el deporte de alto rendimiento. En estados como Georgia, legisladores han impulsado proyectos de ley similares a la orden de Trump, lo que podría marcar un precedente para futuras decisiones en otros estados.

¿Deben borrarse sus marcas?

La petición de eliminar los récords de Thomas plantea una cuestión compleja: ¿Es justo invalidar sus logros deportivos? Sus detractores afirman que sus tiempos y victorias no pueden considerarse legítimos debido a su historial de competición en la categoría masculina.

En cambio, sus defensores sostienen que Thomas cumplió con las regulaciones de la NCAA y que cualquier revisión retroactiva de sus marcas sería una medida injusta y discriminatoria.

Independientemente del fallo de la corte, el caso de Lia Thomas sigue alimentando un debate que trasciende el ámbito deportivo y toca cuestiones fundamentales sobre derechos, equidad y biología en el deporte.

Lo que ocurra con sus registros podría sentar un precedente que impacte a generaciones futuras de atletas trans y a la organización de competiciones deportivas a nivel global.