Carla Suárez: “El 90% de las jugadoras tenemos amigas en el circuito”
La canaria, que buscará una plaza en los cuartos de final del Abierto de Australia, charla con EL ESPAÑOL en Melbourne.
22 enero, 2016 13:43Noticias relacionadas
Carla Suárez (Las Palmas de Gran Canaria, España; 1988) está relajada después de alcanzar los octavos de final en el Abierto de Australia (6-4, 2-0 y abandono de la rusa Kulichkova). Por primera vez desde Roland Garros 2014, la canaria está en la segunda semana de un Grand Slam (se medirá a Daria Gavrilova) tras romper una barrera mental que arrastraba en los últimos grandes escenarios. Antes de intentar cruzar hacia la antepenúltima ronda, la número 11 del mundo conversa con EL ESPAÑOL repitiendo que se encuentra “fresca” y apuntando hacia la recuperación que ha experimentado su confianza.
¿Qué pasó en 2015? Empezó como un tiro, jugó las finales de Amberes, Miami y Roma, rompió la barrera del top-10 y luego se desinfló, entrando en un bache de derrotas.
Tuve un bajón mental y físico que me dejó la confianza por los suelos. Me enfrenté a situaciones nuevas que nunca antes había vivido. Y la realidad es que me costó acostumbrarme a que me fueran bien las cosas. Cuando entras en un bucle negativo no es fácil salir de ahí. Mis problemas empezaron después de Wimbledon. Perder con Ostapenko me hizo mucho daño, porque era un Grand Slam y por la forma de caer. No conseguí volver a sentirme como al principio de la temporada hasta prácticamente los últimos meses de 2015.
¿Fue por el vértigo de verse tan arriba?
No es vértigo. Yo entreno para esto. Simplemente, son situaciones nuevas. La gente se interesa más por ti, te pregunta más y te dice lo bien que estás jugando. Tienes que saber asimilar todo eso. Todo mi trabajo va enfocado a estar preparada mentalmente para digerir esos momentos.
¿El halago debilita?
No debilita si sabes llevarlo, aunque escuchas cosas que te provocan cansancio. Cuando continuamente te hablan sobre lo bien que lo estás haciendo, llega un momento en el que debes separar lo que puedes escuchar y aquello que toca aparcar. Se trata de filtrar. No dejas de creer en ti misma, pero te vuelves más débil.
¿Ha aprendido de aquello?
Sí, claro. He aprendido que en todo momento tienes que encontrar la fuerza mental para no venirte abajo y centrarte en lo que debes hacer. Yo quiero mejorar cosas que no tengo instauradas en mi juego y ahí tengo que seguir insistiendo. De las situaciones malas se puede salir sin ningún tipo de problemas si estás convencida de ello. Espero que la experiencia del año pasado me sirva.
Habla de mejorar cosas. En su caso, ¿es un tema de juego o mental?
De cabeza, en mi caso siempre ha sido un tema de cabeza. Puedo mejorar cositas pequeñas, como el saque o el revés cortado, pero son mejorías que se miden en pequeños detalles. Si tú estás bien mentalmente, el tenis te va a acompañar, con mejores o peores golpes. La dificultad del tenis es controlar la cabeza.
¿Cómo se entrena eso?
Hablando. Yo le traslado a mi equipo mis sensaciones para intentar que me conozcan más y me puedan ayudar. Al final, es un trabajo mío que debo hacer. Tenerlo como una rutina. Así es como más fácil va a salir. Por supuesto, muchas veces hay discusiones. Intento escuchar lo máximo posible, pero también opino. La que juega al tenis soy yo y las sensaciones son mías. Siempre hay disputas o cosas en las que no estás de acuerdo, pero intentamos llegar a un punto medio, intentar saber en todo momento cuál es el lugar al que queremos llegar. No siento que haya llegado a mi techo, no siento que tenga un límite. Siempre se puede jugar mejor y mejorar cosas.
Tiene 27 años, ¿no le preocupa retirarse sin ganar algún título importante?
En absoluto. Estoy jugando y sé que estoy trabajando bien. Tengo la conciencia tranquila de estar haciendo todo lo que está en mi mano para llegar lo más arriba posible, por intentar ganar más torneos. Cuando haces todo lo que puedes, como es mi caso, no puedes recriminarte nada. Es que todas las jugadoras luchamos por el mismo objetivo. Es imposible que todas seamos número uno del mundo.
¿Le falta mala baba?
Es mi gran asignatura pendiente. Me enfado, pero en pista podría expresarlo mucho más. Es algo que siempre me ha faltado, aunque no es fácil. Lo he mejorado a pequeñas escalas. Estamos en un deporte muy competitivo y me ha tocado lidiar con esto. Me gustaría tener un poco más de carácter. Yo relativizo mucho las cosas. Que una rival me saque el puño en la cara no me afecta. Ella está haciendo su trabajo, usando todas sus armas. En ningún momento me intimida eso, pero quiero tener más carácter.
¿Se pueden tener amigas en el circuito?
Evidentemente es complicado porque estamos en una competición individual, pero al final somos personas. El 90% de las jugadoras tenemos amigas en el circuito. Yo tengo amigas dentro del mundo del tenis. Eso es así y no lo voy a negar. Considero que tengo amigas dentro del circuito.
“Las tenistas nos odiamos todas. Literal. Y la que diga lo contrario miente”, dijo Garbiñe en El País.
No me gustaría seguir alimentando este tema. Realmente, me entristece un poco que lo piense. Lo puede pensar y lo puede decir porque tenemos libertad de expresión, pero me entristece un poco que Garbiñe nos meta a todas en el mismo saco. Entiendo que Garbiñe pueda decir que hay mucha rivalidad, mucha envidia o mucha competencia, pero creo que la palabra odio es una palabra muy fuerte. Al final, ella es libre de decir lo que realmente piensa, pero es algo que no beneficia al tenis femenino.
¿En un vestuario femenino se habla de cómo lleva pintadas las uñas la de al lado?
Yo veo que muchas jugadoras hablan entre ellas de esas cosas. Sin ir más lejos, en el vestuario de Roland Garros tenemos como un salón para hacernos la manicura. Es normal que al salir de ahí la gente te pregunte si te has hecho las uñas o qué color has elegido. Son cosas de mujeres que se hablan tranquilamente.
¿Por qué ya no va a jugar más dobles con Muguruza de forma regular?
En los Juegos Olímpicos jugaremos juntas, pero la exigencia es muy alta. Voy a hablar por mí: estoy sometida a un estrés muy alto. Con Garbiñe me siento genial, tenemos grandes resultados como pareja de dobles sin entrenarlo, pero estoy en una época de mi vida en la que quiero sacar el máximo provecho de mi carrera individual. A veces, tienes que renunciar a cosas. Vamos a jugar algunos torneos, pero serán muy pocos. Son decisiones mutuas. Podrá gustar o no, pero las que jugamos somos nosotras. Yo siempre hablo claro con Garbiñe y no tengo ningún problema con esta decisión.
¿Le pesa la soledad que conlleva estar viajando por el mundo todo el año?
Somos personas y la gente tiene que saberlo. Hay situaciones a las que no te acostumbras. Cuando llevas algunos años en el circuito te acostumbras a no estar con tus amigos o tu familia, pero es complicado. Intentas sacarle el lado positivo al hecho de tener que estar viajando por el mundo, aunque más sola que acompañada. Empezamos desde muy jóvenes y al principio cuesta. No es sencillo dejar tu casa. Hay gente que tiene la suerte de continuar viviendo en su ciudad, situación que no es mi caso. Son momentos delicados que van en función de las etapas del año. Hay soledad, pero con el tiempo lo vas llevando mejor. Precisamente, la última vez que lloré fue este fin de año hablando con mi familia.
La prensa internacional coincide en que usted es candidata a ganar un Grand Slam este año. ¿Qué quiere demostrar?
Me gustaría demostrar que puedo seguir estando arriba, manteniendo la regularidad y peleando por un hueco entre las mejores. Hace dos años que las puertas se han abierto bastante. En 2015, yo hice final en Roma, Safarova lo logró en Roland Garros, Garbiñe en Wimbledon, Bencic ganó en Montreal o Pennetta y Vinci en el Abierto de los Estados Unidos, por ejemplo. Todas sabemos que si Serena compite a su nivel, está un paso por encima del resto. Pero también es cierto que cuando ella pegue algún bajón hay bastantes candidatas a poder ganar uno de los títulos más importantes del calendario.
¿El dominio casi total de Serena es malo para el espectáculo?
Sinceramente, para el aficionado es más interesante que haya más variedad. Pero también es lo que hace grande a los mejores jugadores del mundo. Todos no podemos ser como Nadal, Djokovic o Serena. Si todos fuéramos iguales sería muy aburrido.
El próximo verano son los Juegos Olímpicos. ¿Qué importancia tienen para un tenista?
Para empezar, son especiales porque son cada cuatro años. Nosotros representamos a España todas las semanas, pero en los Juegos Olímpicos se valora más. Pero es cierto que el tenista tiene muchos torneos importantes antes. El objetivo de un jugador de tenis no es el mismo que el de un atleta o un nadador. En cualquier caso, es una cita que me hace ilusión, pero creo que el tenista tiene torneos mucho más importantes antes de que los Juegos Olímpicos.
Usted dijo que le gustaría jugar el dobles mixto con Nadal. ¿Cómo se le plantea algo así a un jugador como él?
Es hablarlo, preguntarle si le hace ilusión jugarlo. No nos vamos a engañar: Nadal tiene el poder de decisión. Si tú quieres una cosa y tienes que esperar a que pase, igual no pasa. También está Garbiñe, pero no tiene por qué ser una lucha entre nosotras. Simplemente es ver si Nadal, Ferrer u otros jugadores están por la labor de jugarlos.