No fue un milagro, pero casi. Carla Suárez ganó el pasado sábado el torneo de Doha jugando con el revés a una mano, una rareza en el circuito femenino actual. La canaria (número seis mundial), Roberta Vinci (la 10) y Margarita Gasparyan (la 43) son las únicas jugadoras en el top-50 que todavía juegan así.
El pasado desvela un decrecimiento sorprendente. En 1999, cuando el tenis aún no había evolucionado hacia una era dominada por la fuerza y la potencia, 14 de las 50 mejores del mundo competían usando el revés a una mano. Además, cinco de las 21 jugadoras que llegaron al número uno en toda la historia (Goolagon Cawley, Navratilova, Graf, Henin y Mauresmo) lo hicieron exhibiendo ese tiro de museo. Hoy eso es imposible. O casi.
“Es por un tema de fuerza”, argumenta Suárez, que aprendió a jugar así porque su primer técnico empuñaba el revés a una mano y ya nunca lo cambió. “Con una mano generas menos potencia y con dos consigues bastante más. Los entrenadores actuales ven que el tenis va enfocado hacia la potencia y la agresividad. Al final, con el revés a una mano tienes menos estabilidad”, prosigue la canaria, que escucha constantemente los piropos que provoca ese bello tiro, pero también paga las consecuencias.
“Es muy bonito y puedes sacarle rendimiento, pero se sufre más a la larga. Antiguamente, se jugaba bastante más con el revés a una mano, se veía más. Conchita, Henin, Mauresmo… Antes se jugaba casi todo a una mano. La evolución ha hecho que las cosas cambien”.
Talento vs. potencia
Carla pertenece al reducido grupo de elegidas que los técnicos han etiquetado como talentosas. En un mundo de pegadoras, de jugadoras que revientan la bola desde las dos alas de la pista explotando el físico (cada vez más altas y mejor preparadas), sería casi imposible mirar de tú a tú a las mejores sin haber nacido bendecida con un don para hacer sencillo lo complicado, como demostró la española la semana pasada para levantar en Doha el trofeo más importante de su carrera.
Ella aprovecha como nadie las pocas virtudes de ese tiro: defiende bien con el cortado, logrando así cambiar el ritmo de los peloteos; abre mucho más la pista logrando buenos ángulos, porque el brazo tiene más alcance y recorrido; y juega con las muñecas, dando rienda suelta a su imaginación.
“Está claro que el revés a una mano sólo pueden ejecutarlo jugadoras que tengan mucho talento y coordinación, facilidad para jugar”, explica Xavier Budó, uno de los entrenadores de la canaria. “No es casualidad que cada vez haya menos tenistas con ese golpe. El tenis moderno se basa en la velocidad y también en la potencia, se juega muy rápido”, añade, desgranando la época actual donde las competidoras van siempre en sexta marcha, sin la riqueza táctica del pasado cuando la estrategia era igual de importante que arrearle fuerte a la bola.
“En cualquier caso, la excepción confirma la regla cuando hay fueras de serie como Federer o Wawrinka que te rompen la teoría. Pero tiene más inconvenientes que ventajas, y más en jugadores bajitos y de poca envergadura”, prosigue el técnico catalán, que trabaja a conciencia buscando que la número seis no pague el peaje de contar con ese golpe.
“Entrenamos mucho los apoyos, para que genere fuerza desde el tronco inferior. Y también la aceleración, que no empuje la bola sin acelerar. Tiene que medir perfecto el golpe”, cierra, haciendo referencia a la precisión que debe exigirse en cada punto.
94 de 100
Además de Carla, Vinci y Gasparyan, Tajtana Maria (90 del ránking), Naomi Broady (96) y Francesca Schiavone (97) forman parte de un club extraño: salvo ellas seis, 94 de las 100 mejores tenistas del momento usan las dos manos para golpear con el revés. Una estadística que no necesita interpretación.
“El revés a una mano es muy vistoso, pero requiere de una técnica mucho más alta que el otro”, coincide Marc Casabó, otro de los entrenadores de Suárez. “El revés a dos manos se empezó a usar para evitar la típica epicondilitis que tenía la mayoría cuando golpeaban a una mano”, continúa el técnico sobre la lesión conocida como codo de tenista, una inflamación de las inserciones musculares en la cara externa de esa articulación. “Al final, está relacionado con la fuerza. Jugar a dos manos es más natural porque la fuerza la suele ejecutar el brazo izquierdo”.
En vías de extinción
Así, la vida del revés a una mano se apaga en el circuito femenino. Es más fácil fotografiar una estrella fugaz que ver a una joven jugando así en las academias donde comienzan a formarse para aspirar a la élite el día de mañana. La mayoría de los técnicos han optado por enseñar a golpear a dos manos, desaconsejando el otro tiro aunque la tenista tenga capacidad para intentar practicarlo. A la larga, dicen, es un error del que terminarán arrepintiéndose.
“Creo que el revés a una mano acabará desapareciendo por completo”, explica Anabel Medina, que el pasado fin de semana ganó el título de dobles en Acapulco junto a Arantxa Parra. “Yo, como casi todo el mundo, empecé a jugar a dos manos porque mi primer entrenador lo enseñaba en clase así”, prosiguió la valenciana, de la generación del 98, cuando todavía ese golpe era bastante habitual. “Ahora, se enseña a utilizar la mano izquierda [la que acompaña] porque es más sencillo”, reflexiona la medallista de plata en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008.
“Si fuera entrenadora, lo enseñaría a dos manos, nunca a una”, reconoce Garbiñe Muguruza, una de las mayores exponentes de ese juego moderno que ha provocado el cambio. “Siendo chica, y como va evolucionando el tenis, creo que a una mano no tienes la misma fuerza y además puedes llegar a estar en desventaja en algunos momentos”.
“Es que gastas mucha más energía”, apunta Medina. “Tienes que posicionarte muy bien tras la pelota al tener un solo brazo. O tienes un buen juego de pies, o en muchas ocasiones el revés se vuelve un handicap”, insiste la valenciana. “Por ejemplo, los saques liftados por la zona del revés son muy difíciles de neutralizar porque la pelota sube por encima del hombro y golpeas con un solo brazo y en una posición sin fuerza. Los músculos son menos potentes”, añade. “En los chicos todavía no ha muerto y la diferencia es la fuerza. Ellos aún tienen la posibilidad de jugar a una mano a gran nivel, pero en chicas es muy difícil”.
El circuito masculino
A diferencia del circuito femenino, donde los ejemplos se pueden contar con los dedos de una mano, 21 de los 100 primeros jugadores del ránking ATP tienen revés a una mano. Tres de ellos están entre los 10 mejores (Roger Federer, Stan Wawrinka y Richard Gasquet). Federer, además, posee el récord de semanas como número uno (302) y el de torneos del Grand Slam (17) y todo eso lo ha conseguido usando un golpe en blanco y negro para la mayoría.
“Las chicas lo tienen casi todas a dos manos porque juegan muy largo y profundo”, razona Álex Corretja, portador de un fabuloso revés a una mano, labrado por Pedro Mora, el mismo que instruyó a Manolo Orantes y Juan Aguilera. “Realmente, a una mano tienes que tener mucho más control y quizás más talento para variar en el juego, como puede hacer Federer. Normalmente, acostumbras a tener mucho mejor revés cortado. En general, al jugar a una mano mueves bastante más la muñeca y juegas con un poco más de efecto, como el caso de Wawrinka o de Gasquet”.
Es la consecuencia de los nuevos tiempos. Aparecen nuevos materiales. Cambian las raquetas. Las pistas son distintas. La exigencia sube. La fuerza se impone. En consecuencia, el juego evoluciona. Que Carla ganase en Catar y se aupase hasta el número seis del mundo tiene un valor tremendo. Con esfuerzo. Con empeño. Con talento. Y con el revés a una mano, un golpe medio muerto.