El mar más turbulento del circuito ya tiene nuevo jefe. En el Abierto de Estados Unidos, Novak Djokovic se puso a los mandos del Consejo de Jugadores de la ATP y abrió una nueva etapa en el organismo que los tenistas utilizan como altavoz desde el que luchar por sus derechos: hasta junio de 2018, cuando concluya su mandato, el serbio será el encargado de velar por los intereses de los jugadores y liderar las reformas que planteen en la pelea por mejorar y crecer, un tira y afloja del que también forman parte la ATP y todos los torneos del calendario.
“Es un honor haber sido elegido”, aseguró Djokovic, que se mide este miércoles a Jiri Vesely por una plaza en la tercera ronda del último grande del año. “Es una responsabilidad, pero acepté con mucho gusto”, avisó. “Por supuesto, voy a darlo todo para contribuir a la evolución de este deporte. La primera reunión fue muy larga, pero productiva. En el consejo todos somos iguales. Fue interesante sentarse, escuchar y debatir sobre diferentes temas que están en marcha ahora mismo. Nuevas ideas y nuevas perspectivas”, añadió el número uno mundial. “Estamos todos en el mismo barco: la gente del consejo, la gente de la junta [ATP] y los torneos también… Todos compartimos la misión de hacer este deporte mejor”, se despidió el campeón de 12 grandes.
“No sé lo que le van a dejar aportar, no tengo ni idea”, se arrancó Rafael Nadal cuando le preguntaron por la elección del número uno. “Yo estuve en esa situación y estaría engañando si digo que fue una experiencia positiva porque no lo fue”, prosiguió el número cinco del mundo. “Se avanzó en algunas cosas, pero se hubiera avanzado igual desde fuera del Consejo de Jugadores”, se lamentó. “Las cosas que realmente se intentaron cambiar, que habrían sido positivas, nunca se llegaron a plantear realmente ni a hacer”.
Entre 2008 y 2012, cuando ocupó la vicepresidencia (con Federer de presidente), Nadal intentó varias reformas y ninguna llegó a buen puerto: por ejemplo, en esa etapa el mallorquín peleó por más torneos de tierra batida en el calendario o planteó la posibilidad de un ránking de dos años (en lugar de uno, que deja desprotegidos a los jugadores en caso de lesión). No consiguió nada y acabó dimitiendo, cansado de darle puñetazos a un muro que no se habría caído ni con dinamita.
“Esa época fue bastante especial”, recordó Joao Sousa, que se presentó como representante de los jugadores para el nuevo consejo de Djokovic y finalmente no salió elegido. “Estaban de presidente y vicepresidente los dos mejores jugadores del mundo, que eran Federer y Nadal. Rafa no salió muy contento porque no se hizo nada de lo que propuso, estuvo intentándolo sin éxito”, cerró el portugués, que superó su estreno en Nueva York venciendo 6-0, 6-1 y 6-1 a Víctor Estrella Burgos.
“Nadal es el reflejo de lo que piensan los sudamericanos y los españoles”, explicó Juan Mónaco. “Intentó hacer muchísimas cosas, propuso cambios para favorecer al tenista latinoamericano y al español, para que hubiese más torneos de tierra batida, para temas de ránking o para que se pensase un poco en el jugador en los descansos”, reveló el argentino. “Hablo mucho con él y desgasta ver que uno propone y no te hacen caso, propones otra cosa y no te hacen caso, propones otra distinta y siguen sin hacerte caso, todo lo contrario”, reflejó el número 94 del mundo.
La llegada de Nole al cargo pondrá a prueba su capacidad para gestionar todos los problemas del consejo, donde cada jugador mira por sus intereses, provocando que ponerse de acuerdo sea una batalla de opiniones e ideas enfrentadas. Y ahí están sus predecesores en la silla para confirmarlo.
“La elección de Djokovic ha sido una buena decisión”, celebró Feliciano López, que pasó a la segunda ronda del torneo después de la retirada del croata Coric. “En los últimos años se han hecho muchas cosas buenas. Obviamente es difícil porque nunca se va a poner a todo el mundo de acuerdo. Dentro de los jugadores hay mil opiniones diferentes. Cuando hay reuniones todos creemos cosas distintas”, añadió. “Pero estoy contento con el trabajo que han hecho en los últimos años. Djokovic me parece una persona bastante involucrada, consciente de lo que el circuito necesita para mejorar todavía más”, apoyó el toledano.
“No sé ni quién es el nuevo presidente, ni lo que hablaron, ni lo que van a hablar… No voy a las reuniones si no es obligatorio”, dijo Pablo Cuevas encogiéndose de hombros con cara de aburrimiento. “Si Rafa no pudo cambiar las cosas cuando estuvo ahí arriba, ¿qué puedo hacer yo? Me rindo antes de empezar”, declaró el uruguayo. “Cada vez quitan más torneos de tierra. La gira de Sudamérica pasó a ser Acapulco en cemento, ya hablan de hacer Río de Janeiro en cemento, Quito es tierra batida pero es como jugar en Marte [por la altitud]. Mi opinión no va a cambiar nada”, cerró Cuevas, uno de los pocos especialistas de arcilla que quedan en el circuito.
“Yo empecé a jugar al tenis profesional en 2004 y había seis o siete más de tierra batida”, le apoyó Mónaco. “A medida que fueron pasando los años han ido quitando torneos en arcilla para hacer más en cemento, algo que favorece a los americanos y australianos”, continuó. “Por eso, lo de Nadal es pelear contra viento y marea. Lo mejor que puedes hacer en ese caso es guardarte la energía. Ya somos grandes, tenemos una edad. Seguir peleando por algo que no va a pasar es absurdo”, zanjó el argentino.
“A mí me encantaría que todos los torneos fueran en hierba, a otro en tierra… pero en general se han hecho las cosas bastante bien”, le siguió Feliciano, siempre interesado en tener voz en asuntos importantes. “En la última época del tenis los jugadores han estado muy unidos, con discrepancias lógicas, pero se han conseguido muchas cosas. Cuando Rafa estuvo ahí tuvo sus discrepancias con otros miembros porque todos no podemos pensar igual. Es lógico además. Djokovic va a tener sus disputas seguro”.
Nadal llegó a la vicepresidencia del consejo con ilusión por trabajar y se marchó desilusionado tras ver que no todos remaban en la misma dirección, llegando a chocar en largos debates con los que defendían una postura opuesta a la suya. Así, el mallorquín se quitó de circulación en la política del deporte y se centró en su carrera, cerrando un ciclo de sensaciones agridulces.
“En cualquier caso, me alegro por Djokovic, que esté ahí si es lo que quiere”, reflexionó Nadal, que este miércoles buscará seguir adelante ante el italiano Seppi en el último partido de la sesión nocturna. “Ojalá que pueda hacer más de lo que yo fui capaz de hacer. Por eso, después de un tiempo de estar ahí dimití porque veía que yo no era capaz de desarrollar la labor que debía. Si uno no es capaz de representar bien lo que uno cree que tiene que representar, uno no es útil para el cargo. Y creo que cuando me fui yo no era útil para el cargo. Así de simple”.