“Yo solo quería volver a jugar”. La frase de Juan Martín Del Potro tras alcanzar la tercera ronda del Abierto de los Estados Unidos es el recuerdo a días negros como la boca un lobo. Después de cuatro operaciones en las muñecas (tres en la izquierda y una en la derecha), el argentino decidió intentarlo por última vez y su apuesta le salió bien: tras ganar la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro (venciendo a Novak Djokovic y a Rafael Nadal por el camino), Del Potro le dio continuidad a ese resultado en el último Grand Slam de la temporada, donde en 2009 celebró su único y primer grande. Antes de enfrentarse a David Ferrer por el pase a octavos, los pensamientos de retirada han quedado aparcados para siempre.
“Es un partido que puede ser un punto de inflexión”, avisó Francisco Fogués, entrenador del alicantino, en el jardín de jugadores del torneo. “David es muy consciente de las opciones que tiene. Se ve capacitado y confiado. Luego ganará o perderá, pero está listo para hacer un buen partido y ponerle las cosas muy difíciles al argentino”, continuó. “Ya no se trata de ganar o perder. Si compite, si está cerca de su rival, si muestra su mejor versión, también le va a ayudar de cara al futuro”, aseguró el técnico valenciano. “Llámese de cara al futuro o llámese de cara al tramo final de su carrera. El partido viene en el momento perfecto”.
Si para Del Potro es la oportunidad de confirmar su recuperación con el formato más exigente posible (partidos al mejor de cinco mangas) llegando a la segunda semana de un Grand Slam, Ferrer aterriza en el cruce intentando dejar atrás un momento delicado. Tras muchos años en lo más alto, el español se ha quedado atrás en esa carrera con los mejores. Ha salido del top-10 después de seis años seguidos. No ha ganado ningún título en 2016. Tiene más victorias que derrotas (28-17), pero está lejos de sus registros de otros cursos. A los 34 años, y aunque parezca increíble, es un jugador que afronta un nuevo proceso de reconstrucción.
“Es un poco saturación, pero no solo de este año”, reflexionó Fogués, que además de ser el entrenador del número 14 es una de sus personas más cercanas. “Es una acumulación. Han sido 15 años de una carrera muy regular, sin apenas lesiones. La única lesión importante fue la del año pasado, de apenas dos meses”, recordó el técnico sobre los problemas en el codo que el español sufrió en mitad de la temporada. “Por su estilo de juego, para estar ahí arriba tantos años y para ganar tantos partidos, necesita estar al 100%. El año pasado fueron muchos partidos y esta temporada lo ha pagado, tanto a nivel físico como a nivel mental”, reflejó. “Quizás, no hemos sabido darnos cuenta o reconocerlo. Creo que el problema era ese. Hemos parado, hemos descansado un poco y estamos listos para afrontar nuevos objetivos”.
Así, el alicantino se mide a Del Potro en un partido trampolín que tiene claro cómo encarar, como bien sabe su técnico. Ferrer, con un 6-3 en el cara a cara frente a su contrario, necesita imponer un ritmo alto contra el revés de su rival (la diana sobre la que los rivales disparan para probar cómo está la muñeca) y alargar el partido hasta el extremo, convirtiendo cada punto en una tortura. Aunque Del Potro tiene el saque y la derecha, su cuerpo sigue sufriendo cuando los encuentros se vuelven duros y exigentes, normal después de tanto tiempo fuera. Ferrer está por encima de todo eso.
“Lo estoy viendo bien, creo que está mejor que hace unas semanas, sobre todo a nivel competitivo”, dijo Fogués esperanzado. “Ha tenido una racha en la que no ha sido lo regular y lo constante de siempre, pero está en el camino para volver a ser el Ferrer competitivo y guerrero que está ahí cada partido y cada semana. La verdad es que estamos contentos y con muchas ganas de afrontar el partido”, declaró. “Al final, es una etapa nueva. Ferrer tiene mucha experiencia, pero quizás a día de hoy se plantean situaciones diferentes que él desconoce. Le está costando un poco, pero comienza a encontrar el camino y va a volver. Estoy seguro de que volverá el Ferrer de tantos años, siendo plenamente conscientes de que quizás la mejor versión suya a los 34 años no la vamos a ver de nuevo”.