Mónica Puig: “Desde que gané el oro tengo que ir con guardaespaldas por Puerto Rico”
La joven puertorriqueña de 23 años, gran triunfadora en Río de Janeiro, desvela en esta entrevista con EL ESPAÑOL las consecuencias de ser la primera medallista de oro en la historia de su país.
18 enero, 2017 00:59Noticias relacionadas
La única medalla de oro de unos Juegos Olímpicos en la historia de Puerto Rico descansa en una caja fuerte en casa de Mónica Puig (San Juan, Puerto Rico; 1993). A los 23 años, la número 46 del mundo cuenta en esta entrevista con EL ESPAÑOL cómo intenta lidiar con todo lo que se le vino encima después de ganar el máximo premio en Río de Janeiro en un sueño hecho realidad.
¿Cómo es el antes y el después de Mónica Puig tras el oro?
Muy diferente. Mucha más atención, más expectativas por parte de la gente. Estoy tratando de disfrutarlo todo lo posible. Fue un momento que llegó muy rápido, pero que también se fue a esa velocidad. Estoy muy contenta de lo que conseguí el año pasado en Río de Janeiro. Fue una locura. Obviamente, es muy bonito ver cómo me aprecian. Cuando volví de Brasil hicimos una celebración increíble, pero no me puedo quedar ahí. Tengo que recuperar la normalidad. Me toca jugar un torneo cada semana y si me despisto estoy fuera a la primera. Lamentablemente, la semana de los Juegos Olímpicos ya pasó y me tengo que olvidar de todo.
Esa semana, y sin grandes actuaciones previas, fulminó a Garbiñe Muguruza, Petra Kvitova y Angelique Kerber, tres campeonas de Grand Slam. ¿Cómo lo hizo?
No sé cómo pasó. En el primer partido fui entrando en ritmo, luego evolucioné y mi tenis se volvió mucho más sólido. Me mantuve bastante concentrada en lo que quería cumplir, en lo que tenía que hacer cada vez que entraba a la pista. Dentro de la pista fui una fiera. Lógicamente, si volviese atrás, no cambiaría nada de esa semana. Lo que más me gustó es que disfruté al máximo. Por las noches iba a cenar con la delegación, nos reuníamos en las habitaciones para ver algunas películas o hablar… el ambiente fue más relajado que el habitual en un torneo de tenis. Me ayudó.
La presión debió ser algo nuevo para usted.
Sí. Sentí muchísima presión, sobre todo en semifinales. Sabía que si ganaba me aseguraba una medalla. Cuando llegué a la final estaba mucho más relajada, más cómoda. Jugué sabiendo que tenía la plata, aunque perdiese. No esperaba ganar el oro siendo la 34 del mundo. Me agotó mucho toda la atención de los medios de comunicación y también de la gente de Puerto Rico. Me sorprendió. Soy joven y soy humana. No sabía cómo gestionar todo lo que vino después de la victoria, estaba con la cabeza en las nubes.
Habla de la gente de Puerto Rico. Allí se desató la locura con su victoria, ¿no?
Tengo que ir con guardaespaldas en Puerto Rico desde que gané el oro, tengo mi propio guardaespaldas allí. La gente me da las gracias y yo les pregunto el motivo. ¿Gracias por qué? Gracias a ellos por apoyarme, porque habría sido imposible seguir sin esa fuerza interior cuando las cosas no me han ido bien. Gracias al pueblo de Puerto Rico por todo lo que han hecho por mí.
¿Lo suyo es un milagro? Su país tiene pocos atletas y no demasiados recursos.
Tenemos una delegación de 40 atletas en Puerto Rico. Tuvimos muy buena representación en muchas pruebas y mis compañeros compitieron bastante bien. No somos una isla grande. Por eso, no espero ver una delegación de 200 deportistas. Va a ser siempre pequeña, pero con calidad. En Londres conseguimos dos medallas, una de plata y otra de bronce. Esta vez volvimos con un oro. Ya veremos si en los siguientes Juegos Olímpicos podemos mejorarlo.
¿La medalla es como un Grand Slam?
Sinceramente, creo que el oro olímpico es más difícil de ganar que un Grand Slam. Sólo tienes una oportunidad cada cuatro años y torneos grandes jugamos cuatro cada temporada. Cuando me pongo la camiseta de Puerto Rico todo el mundo dice que subo mi nivel, que soy mejor jugadora porque estoy jugando para mi país, para mi gente. Representar a Puerto Rico me llena de muchísimo orgullo. No sé cómo explicarlo, pero es muy especial.
¿Se ha ganado el respeto del vestuario con el triunfo en Río?
Quiero imaginar que sí, pero no lo sé en realidad. No presto mucha atención a eso. Cada vez que voy a la pista soy consciente de que será un partido durísimo, que todas van a ir un poco más a por mí. Yo sigo siendo la misma con todas, no he cambiado en ese aspecto.
¿Y en qué ha cambiado? Tiene solo 23 años…
Es una fase de aprendizaje, la que viene tras ganar algo tan grande. Voy a ir con un poco más de paciencia. Vamos a ver, gané algo grande y eso significa que lo puedo hacer. No fue suerte, pero todavía tengo 23 años y me queda mucho tenis por jugar. Hay que ir poco a poco. Lo más importante es seguir evolucionando y encontrar la manera de aplicar esas cosas dentro de la pista. Esta vida te obliga a madurar más rápido porque tienes que hacer más cosas que otra chica de mi edad. Gané la medalla de oro con 22 y tuve que controlar las distracciones fuera de la pista, como la prensa, la gente negativa, la gente muy positiva…. Fue una fase donde crecí muchísimo en mi vida. Lo que sí puedo asegurar es que si no consigo nada más en toda mi carrera al menos tengo esta medalla para agarrarme a ella.
Eso es, imagine que no ganase un solo partido más en su carrera. ¿Se podría retirar tranquila?
Siempre tenía el miedo de retirarme sin haber conseguido algo así de grande. Cuando gané la medalla de oro me senté en un sillón y pensé que nunca me había imaginado algo así, más allá de soñando. Ahora que es real lo puedo decir: he ganado un oro olímpico. Quiero más, pero si no ocurre esto se quedará conmigo para siempre.