Este domingo dos hombres saltarán a la Rod Laver Arena dispuestos a dar una nueva prueba de superación en la final del Abierto de Australia, convencidos de que a pesar de haber superado la treintena aún tienen algo que decir en el mundo del tenis: Rafael Nadal y Roger Federer.
Cuando se están buscando ya sustitutos para jubilarles, surgen de nuevo dos tenistas capaces de asombrar todavía y demostrar que no están enterrados, sino todo lo contrario, porque ante el empuje de los jóvenes han sabido mejorar su tenis, para adaptarlo a la velocidad y la fuerza de ahora.
El mérito de los dos finalistas es que aún teniendo Rafa, 30 años, y Federer, 35, ambos han llegado a la final sin vitola de grandes favoritos, regresando al circuito ambos a principios de este mes tras sus respectivas lesiones.
El español, tras recuperarse de una en la muñeca que le tuvo apartado desde el Masters 1.000 de Shanghai, casi dos meses y medio, y Federer, después de caer en Wimbledon, en julio, casi seis meses más tarde. De ahí la frase de Rafa: "será especial para los dos", y la de Roger: "hace muy poco estábamos los dos solo para jugar partidos de caridad".
Esta es la grandeza de ambos, y al final, el estadounidense Andy Roddick se salió con la suya, al ser el único que defendió que una final entre estos dos jugadores sería histórica, y "posiblemente la mejor de la historia". Se demostrará este domingo, aunque los precedentes, su rivalidad, y diferentes estilos de juego, así lo auguran.
Históricamente, Nadal domina a Federer con 23 victorias por 11 derrotas, y jamás ha perdido con él en este torneo, imponiéndose al suizo las tres veces que se han medido en Melbourne Park: en la final del 2009 (7-5, 3-6, 7-6(3) 3-6 y 6-2) y en las semifinales de 2012 (67(5), 6-2, 7-6(5) y 6-4) y en la del 2014 (7-6(4) 6-3 y 6-3).