Entrenando antes de debutar en el torneo de Miami, Grigor Dimitrov y Marin Cilic ven exactamente lo mismo: a Rafael Nadal devolviendo los saques que los dos le envían subido encima de la línea de fondo. El español, que se estrenará en el segundo Masters 1000 de la temporada el próximo viernes contra Dudi Sela (6-1 y 6-1 a Christian Harrison), lleva trabajando desde que llegó a Florida su posición al resto tras analizar algo evidente: las cuatro derrotas que ha sufrido esta temporada (Milos Raonic en Brisbane, Sam Querrey en Acapulco y Roger Federer en el Abierto de Australia e Indian Wells) han llegado a manos de jugadores para los que el saque es tan imprescindible como el agua en mitad del desierto.
"Es una cuestión de quitarle tiempo al sacador", resume a este periódico Carlos Moyà, uno de los entrenadores que acompaña al número siete en Miami junto a Toni Nadal. "Restando atrás tiene que apurar muchísimo para hacer un buen resto contra un sacador bueno. Es más arriesgado y es complicado que se quede luego en una posición neutra para disputar el punto, ya no digo ni ventajosa", sigue el mallorquín. "Restando desde la línea, y con una devolución normal, se queda en una posición mucho mejor para afrontar el punto con garantías".
Moyà vio en la grada la final de Acapulco contra Querrey y por televisión los octavos de final de Indian Wells con Federer, pero sacó la misma conclusión: cediendo metros al resto, lo que hizo a menudo, Nadal estuvo en desventaja para poder hacer daño sobre el saque del rival. En consecuencia, a la mínima que el partido se apretó (Acapulco) o perdió su saque pronto (Indian Wells) se le hizo una montaña porque se quedó sin opciones de darle vuelta al marcador, cada vez más lejos del fondo de la pista, cada vez más aculado contra la valla, cada vez más apartado del dictado de los intercambios.
"Lo probó el martes y también el miércoles", apunta el ex número uno mundial, que aterrizó en Miami el lunes por la noche y al día siguiente ya estaba poniendo el acento en ese aspecto concreto del juego durante el entrenamiento de Nadal. "Él mismo se da cuenta de que los grandes jugadores le cogen ventaja si se va lejos de la línea. Aunque no se encuentra cómodo muchas veces, tiene que intentar habituarse a que los rivales le van a jugar así. Mientras más veces lo haga entrenando, más fácil le será compitiendo", prosigue. "Siempre pensamos que cuanto más lo entrene, tanto conmigo como luego jugando sets, habrá más opciones de que se sienta cómodo en la competición", añade. "En cualquier caso, es algo que no debe aplicar siempre, se trata de variar".
Una vez, y aunque Moyà insiste en la importancia de la capacidad para elegir el momento de restar metido dentro de la pista o más atrasado, se trata de que Nadal salga de su zona de confort, que se atreva con algo que históricamente le ha costado, aunque también es cierto que lo ha hecho durante algunos tramos concretos de su carrera.
"Cuando tienes 20 años es distinto a cuando tienes 30", reflexiona el técnico del español. "El tenis evoluciona y hay que evolucionar de la mano, pero es algo que en el pasado ha hecho. No se le está pidiendo nada que no pueda hacer, ni mucho menos", asegura el balear. "Intentamos adaptar cada día el entrenamiento a lo que hemos visto en los últimos partidos que ha jugado. No hemos cambiado nada drásticamente, simplemente es seguir por el camino de lo que ha hecho bien durante esta temporada y mejorar los pequeños detalles que vemos. De eso se trata”.
En Miami, el último torneo antes de volver a la tierra batida y olvidarse un poco de esa posición al resto (en arcilla es completamente diferente), Nadal y la misión de seguir ajustando cosas para que 2017 le pueda seguir viendo competir por todo y contra todos.