Rodeado de una manta de paraguas, en otro día lluvioso que obligó a reordenar toda la jornada, Rafael Nadal venció 6-3 y 6-4 a Kevin Anderson y se clasificó para jugar los cuartos de final del Conde de Godó contra Hyeon Chung, vencedor 6-1 y 6-4 ante Alexander Zverev. El mallorquín, que como en su estreno en Barcelona se enfrentó a unas condiciones difíciles (pista lenta y pesada), se quitó de encima a su contrario jugando el mismo tenis brillante que ha mantenido desde la final en Montecarlo. [Narración y estadísticas]
“Siempre hablamos de la dinámica de ganar o la dinámica de perder”, se arrancó Francis Roig, uno de los entrenadores del campeón de 14 grandes. “Ahora juega un poco de memoria, lee más las jugadas, sabe mejor en qué lugar colocarse, la toma de decisiones es más rápida… lo hace todo más fácil”, prosiguió el técnico catalán. “Los automatismos los tiene. Hoy ha ido en la dirección que buscamos: queremos que juegue así. Contra Anderson se ha ido con la pelota hacia delante con la derecha, ha utilizado el revés para abrir ángulos y el cortado cuando tocaba. En resumen, ha jugado más dinámico que ayer”, celebró Roig.
“Desde el primer torneo del año he tenido sensaciones positivas, he jugado a un nivel muy alto y hasta el día de hoy se ha mantenido”, le siguió Nadal. “Mañana será un partido difícil seguro. Ahora hay que estar preparado como siempre para sufrir, para luchar y dar lo mejor otra vez”, añadió el número cinco mundial, que nunca se ha medido con Chung. “Solo así hay opciones reales en cada partido. Por suerte, me siento bien, estoy muy contento con mi inicio de temporada”.
Tras casi cuatro horas de espera, Nadal arrancó con break a favor (2-0) y a Anderson se le hizo imposible el partido. El sudafricano, un pegador de mucho cuidado, se encontró con sus dos mejores armas (el saque y la derecha) empequeñecidas como consecuencia del agua y el frío. Con muchos problemas para mover la bola de lado a lado, el 66 mundial no tuvo forma de meterle mano a los intercambios con Nadal, bien agarrado a la pista con la consistencia que le exigió el duelo.
El mallorquín, transformado en un Nadal de tierra después de una buena adaptación que duró algunas semanas, encadenó a Anderson atacando con decisión la bola y dando más pasos hacia el jugador que quiere ser. Entremedias, el balear volvió a sorprender en el armado de la jugada con un servicio notablemente evolucionado: contra Anderson, por ejemplo, el español solo dejó escapar nueve de los 49 puntos que jugó al saque.
“Hemos hecho bastante hincapié en el segundo saque”, recordó Roig, que estuvo presente en los entrenamientos de pretemporada donde Nadal se esforzó por mejorar ese golpe. “Cuando tiene más confianza en el segundo, se atreve a tirar más con el primero. Y le pondría un plus: en los momentos importantes el porcentaje es muy alto y gana muchos puntos con su saque”, añadió el entrenador del balear. “Si en un set hay dos juegos que no tiene que jugarlos le da mucho porque cuando resta juega mejor, más tranquilo. Le ayuda para apretar al rival”.
Así, Nadal celebró su séptima victoria consecutiva sobre arcilla, la número 26 de la temporada (por cinco derrotas), y se plantó en otros cuartos de final, vislumbrando ya las rondas importantes del torneo. A estas alturas, y tras cuatro meses de temporada casi inmejorables, la realidad es cristalina: el mallorquín ha vuelto a hacer del triunfo una rutina y esa es la mejor noticia posible para aspirar a cualquier desafío que se le ponga por delante.