Pablo Carreño llegará a las 100 victorias como profesional si este miércoles gana su partido de segunda ronda de Roland Garros contra Taro Daniel. A los 25 años, el gijonés está en el mejor momento de su carrera, como demuestra su título en Estoril, las semifinales en el Masters 1000 de Indian Wells o su irrupción en el top-20, síntomas de la etapa dulce que vive.
Antes de buscar el pase a la tercera ronda en el segundo grande del año, EL ESPAÑOL juntó al jugador con Samuel López y César Fábregas, sus dos entrenadores desde finales de 2015 y responsables del crecimiento que ha experimentado Carreño, para revivir por qué decidió dar el paso de dejar a Javier Dudu Duarte (su técnico de siempre) y embarcarse en una aventura que hasta ahora solo le ha traído cosas buenas.
Pablo Carreño. Llevaba unos meses en los que veía que mi juego no progresaba. Estaba un poco frustrado conmigo mismo. Además, no tenía el mismo feeling con Dudu que antes, no avanzábamos. Mi intención era seguir creciendo como jugador y decidí dar el paso y hacer un cambio. Trabajar con Samuel estaba presente desde el primer momento, pero había cosas que no se podían hacer en esos momentos.
Samuel López. A mí me lo propuso Albert Molina en Valencia. Yo ya no estaba con Almagro, pero las condiciones me obligaban a subir a Barcelona. Podía viajar, pero al llegar de los torneos quedarme en Barcelona… no lo veía muy claro. Lo dejamos ahí aparcado.
P.C. Mis prioridades eran mantener a mi preparador físico en San Cugat del Vallés y también el centro de alto rendimiento como sede. Al margen, quería incorporar a mi equipo a un entrenador. La opción de Samuel no quedó descartada, pero sí a un lado por esas incompatibilidades personales. Seguimos mirando hasta que llegó el Campeonato de España por Equipos. Subisteis con el UCAM Murcia, ¿no?
S.L. Sí, eso es.
P.C. Se abrió también la posibilidad de que César se incorporase al equipo. Él tenía más disponibilidad de subir a Barcelona en algunos momentos. La intención era que yo fuese turnándome, pero César podría estar conmigo en Barcelona. Recuerdo la conversación que tuvimos. Estaba Juan Carlos Ferrero, Antonio Martínez Cascales, Albert Molina, Samuel y yo. César no sabía nada.
S.L. Hacía una semana que César lo había dejado con Tita Torró y estaba de vacaciones. En esa conversación pensamos que la figura de César era muy importante. ¿Cuántos años llevas tú en la Academia Equelite?
César Fábregas. 13 años.
S.L. Hemos tenido siempre muy buena relación y compartimos la misma filosofía. César era la persona perfecta, ¡pero se lo teníamos que decir! Y allí todo el mundo estaba seguro de que aceptaría.
Mi juego no progresaba, estaba un poco frustrado conmigo mismo
P.C. Fue un poco cosa de Ferrero, que tiene muy buena relación con César. Juan Carlos habló por él.
C.F. Cuando me lo dijeron ya estaba todo hecho. ¡Hablaron y listo! No, ahora en serio. Me hizo mucha ilusión. Yo te conocía desde hacía mucho tiempo. Al margen de pensar que tenías una gran proyección, eres muy buen chaval. Acababa de dejarlo con Tita y en los últimos tiempos estaba un poco obtusa la cosa. Me gusta mucho la competición, viajar y el tenis. Cuando me presentaron la oportunidad no dude en aceptar.
S.L. Cuando empezamos a trabajar con él nos encontramos al jugador que esperábamos. Tampoco es que hubiéramos coincidido mucho en el circuito, pero sí que había visto a Pablo algunas veces. Y César también.
P.C. Sobre todo en la etapa de júnior, aunque también durante su período con Tita.
S.L. Vimos a un jugador con ganas de cambios. Quería trabajar y tenía todas las antenas puestas cuando hablábamos con él. Hoy día sigue así, y el día que no tenga las antenas puestas iremos bastante mal.
P.C. Decidí hacer el cambio porque quería que las cosas mejoraran, retomar la línea ascendente que había perdido. Si quieres hacer un cambio tienes que estar más abierto. Estaba convencido de que vosotros dos me podíais ayudar mucho.
S.L. Tenías que contar tus sentimientos en competición, lo que notabas, lo que te pasaba. Me acuerdo que decías: ‘Samu, hay momentos en los que estoy jugando muy bien y de repente luego pierdo 6-2 y 6-2’. A nivel táctico también había que cambiar algunas cosas. Al final, todo estaba relacionado: intensidad de los entrenamientos, tener claros los objetivos… habías perdido un poquito eso y en esa línea trabajamos.
C.F. Son cambios y los hicimos, pero sin volvernos locos. Lo que era negro no pasó a ser blanco. Simplemente se hablaron las cosas con total naturalidad y se hicieron de forma progresiva.
P.C. Cambiar de un entrenador a otro ya es un paso. Aunque entrenes lo mismo lo haces de forma distinta. Muchos ejercicios que hacíais vosotros eran diferente a los que yo venía haciendo. Eso hace que los entrenamientos sean más amenos y que se pasen más rápidamente. El trabajo que hicimos en la primera pretemporada fue muy bueno. Y la fórmula de tener dos entrenadores es una gran idea.
Con dos entrenadores se puede funcionar perfectamente si los dos están muy coordinados
S.L. Tuve esa experiencia con Ferrero, aunque no tan marcada. Combiné semanas con Cascales y lo notaba en Juan Carlos. Había oxígeno al cambiar de técnico y eso es muy importante, tanto para el jugador como para el propio entrenador. Dices lo mismo, pero de otra forma. Cada uno tiene su carácter.
C.F. Es positivo para todo el equipo.
P.C. Yo ya había tenido dos entrenadores en mi etapa en el CAR de la Federación Española y también había funcionado muy bien la experiencia. Con dos entrenadores se puede funcionar perfectamente si los dos están muy coordinados, lo que ocurre en vuestro caso. Aunque viajé con uno siempre estoy en contacto con el otro, pero las pequeñas cosas que con la rutina se puede ir haciendo pesada la relación se hace más amena.
S.L. Y todo es más fácil cuando llegan los resultados. Tuvimos un principio de año muy duro, con sorteos complicados. Recuerda que yo te lo decía, que tenías que aprender a subir el nivel con estos rivales y que los resultados llegarían. Y llegaron. Nosotros nos hemos basado mucho en el crecimiento como jugador de tenis. El objetivo no es ahora y aquí, el objetivo es que vaya siendo cada día mejor jugador. Obviamente siempre queremos que ganes, pero por encima de ganar queremos que hagas bien las cosas. Es una línea muy difícil de separar, aunque el objetivo principal es mejorar. En ese sentido, estás muy comprometido.
C.F. Es muy fácil trabajar contigo porque estás muy receptivo. Siempre has demostrado muchas ganas de seguir mejorando, aunque hayas conseguido algunas victorias importantes en los últimos tiempos. Tienes bastante claro que lo importante es crecer.
S.L. También hay momentos complicados en los que nos toca decirte las cosas. No podemos estar con paños de agua caliente cada día. Si se ha hecho algo mal, se asume. Es una conversación, no una dictadura, pero normalmente tienes que hacer lo que decimos nosotros. Hay que buscar el momento para decir las cosas claras en todos los sentidos. Buscamos mejorar y seguir mejorando.
P.C. Soy receptivo porque creo mucho en vosotros, o al menos lo intento. Hay veces en las que me cuesta más. Depende de la derrota me duele más o menos, eso lo he ido mejorando también con el tiempo. Con 18 o 19 años iba a algún torneo con mi padre y me encerraba en la habitación.
C.F. En general, estamos contentos, pero queremos no pararnos. Estamos felices de ver que están saliendo las cosas, pero hay mucho camino por andar todavía. Tenemos objetivos de resultados, pero nuestra filosofía es alcanzar esos objetivos siguiendo el trabajo que proponemos.
S.L. Y nosotros nos marcamos objetivos de todo tipo, tanto a nivel físico, como a nivel técnico, como a nivel de ranking. A principios de año nos propusimos estar cerca del 20 y ese objetivo ha venido pronto. Ahora es una cuestión de seguir avanzando.
P.C. Por eso, la intención es acortar un poco el calendario, no jugar tantos torneos como el año pasado. Y hay que acortarlo quitando 250, no Masters 1000. Hemos quitado Marrakech, que lo jugué en 2016 y esta temporada no. El dobles, bajando un poco el ritmo. De aquí a final de año, si las cosas siguen bien, habrá más 250 que quitaremos.
S.L. Tú estás pasando etapas. Has salido de la etapa en la que estabas un poco frustrado después de perder el rumbo. El año pasado te volviste a ver como jugador de tenis, viste que podías pelear por cosas interesantes. Este curso has debutado en Copa Davis, has hecho la final de un 500, semifinales de Indian Wells… Ahora, Pablo es uno de los favoritos cuando llega a los sitios. Han hablado más de ti en el vestuario en los tres últimos meses que en toda tu carrera.
Han hablado más de ti en el vestuario en los tres últimos meses que en toda tu carrera
P.C. Y al rival también. Son ellos los que hablan en el vestuario.
S.L. Sí. A ti eso te afecta como una presión, pero también te da un estatus. Si sigues marcando tus líneas la gente cada vez te va a respetar más. Y eso te ayuda a ganar, aunque hay que saberlo llevar.
P.C. Por ejemplo, lo que pasó en la Davis contra Croacia fue muy complicado. De hecho, estaba contigo, acabé el partido y me fui al vestuario. Yo no quería estar con nadie, necesitaba estar solo y desahogarme. Te quedaste conmigo en el vestuario, me dijiste que tenía que levantarme y que el domingo confiara en mí.
S.L. Y sin ninguna duda el domingo te hizo crecer como jugador. La Davis debe ayudar a crecer, aunque hay algunos jugadores a los que les ha hecho daño. Incluso la derrota en la eliminatoria con Serbia te vino bien. Al margen, tú eres un jugador de Davis. Yo he conocido jugadores de Davis y jugadores que no lo son, hay de todo. Y no lo digo porque estés delante, lo digo porque eres un jugador de Davis. En Serbia perdiste, pero te ayudó porque la Davis te lleva a unas situaciones totalmente diferente a otras.
P.C. En esos momentos... es muy importante lo bien que nos llevamos. Es que vivimos todo el día juntos. Estoy seguro de que te veo más que tú a tu mujer y tus hijos. Es una relación en la que tiene que ir todo bien, tanto dentro como fuera de la pista. También intentamos hacer cosas juntos para que sea más llevadero todo.
C.F. Solemos ir a visitar sitios interesantes, a hacernos una foto para mandársela luego a tu madre…
P.C. A mí me gusta mucho estar en el hotel encerrado, pero Samuel me hace salir.
S.L. Realmente, hay muy pocos torneos en lo que podamos hacer cosas. Quizás, en un Grand Slam podemos salir el día de descanso para que veas la Torre Eiffel, que está ahí aunque parezca mentira. El año pasado en Nueva York, que jugaste la final de dobles con Guillermo García López, aprovechamos un día para ir en bicicleta por Central Park. Al final, el jugador tiende a estar en la habitación. Estáis cansados porque lleváis un ritmo de vida de entrenamientos y partidos, pero hay que disfrutar un poco de las ciudades en las que estamos. Lo del cine es más complicado.
P.C. Sí, es difícil, sobre todo por el tema del idioma. Con César intento ver alguna serie, pero siempre te quedas dormido. Ahora acabé de ver Vikingos y luego me he leído un par de libros. Ahora estoy pensando si volver a las series o buscar otro libro. Ahora en serio, os estoy agradecido por lo que me habéis aportado en este tiempo.
S.L. Yo creo que te he aportado ideas claras, aunque poco a poco.
P.C. Y César una alimentación impecable.
C.F. Yo… una alimentación sana y poco más. No, es broma. No soy muy rígido con eso. Es una cosa parecida a la de Samuel, una idea similar.
S.L. Quizás, yo puedo marcar un poco más las pautas, pero evidentemente César me da información con sus ojos y sus sentidos, y muchas veces tiene toda la razón del mundo. El objetivo conjunto se perfila mejor.
C.F. Tenísticamente la idea es la misma. Cuando llegué a la academia hace 13 años iba para quedarme un poco y todavía sigo… He estado siempre de la mano con Samuel durante muchos años. Tenemos una forma muy similar de ver las cosas porque yo he crecido con él. De entrenar, de jugar y de filosofía.
P.C. El miércoles tengo un bonito encuentro por delante. Roland Garros es especial, ya lo sabéis. Hemos tenido mucho tiempo para contar anécdotas y la de pasar la fase previa y jugar mi primer partido en un Grand Slam con Roger Federer ya os la he contado. He cambiado mucho desde entonces, nada que ver. No tiene nada que ver mi forma de encarar los partidos ahora. Soy un jugador diferente.