La media luna que se asomó a la pista Grandstand llegó a tiempo de ver lo mismo que los pocos valientes que se quedaron en la grada. Para llegar a la tercera ronda del Abierto de los Estados Unidos por primera vez en su carrera, Garbiñe Muguruza derrotó 6-4 y 6-0 a la china Duan en un partido desagradable, que hasta casi las ocho de la tarde no tenía estadio asignado para jugarse, que empezó bien de noche en Nueva York y que terminó con la española sobreponiéndose a todo eso y atropellando (9-0 de parcial) a una rival decidida a hincarle el diente, finalmente inclinada por el juego hermético de la número tres, que sigue subiendo a zancadas la escalera tras la que espera el control del tenis femenino.
“Desde ayer venía hablando con la WTA y sabía que iba a ser un día un poco loco”, explicó Muguruza tras romper la barrera de ganar dos partidos consecutivos en el último grande del año para citarse el próximo viernes con la rusa Rybarikova, vencedora 7-6 y 7-6 de Krystina Pliskova, por el pase a octavos. “Lo he afrontado con mucha paciencia. He llegado muy pronto al club y he jugado muy tarde. Sabía el panorama desde el día anterior y me pedía tranquilidad. Es mejor saber la pista en la que juegas, está claro, pero estaba mentalizada de lo que me tocaba”, insistió. “Ahora mismo estoy muy contenta. Por alguna razón no podía avanzar aquí en Nueva York. Y no ha sido un partido fácil, pero he sido valiente y estoy en la tercera ronda”.
Con 87 partidos programados para el miércoles como consecuencia de la lluvia que llegó a cancelar 55 el martes, Muguruza y Duan salieron del hotel avisadas de que no empezarían a jugar antes de las seis de la tarde, pero sin conocer la pista en la que disputarían el encuentro. Como la jornada acumuló un retraso tras otro, con cruces larguísimos que se estiraron hasta el set decisivo, las dos oponentes se vieron esperando más de cuatro horas para arrancar a competir, y cuando lo hicieron eran más de las 10 de la noche en el estadio Grandstand, donde quedaban menos de 100 personas sentadas en las butacas.
De entrada, el drive de Duan sorprendió a la española. Con su gesto corto y rápido, la china le enseñó a su rival por qué tiene una de las derechas más fuertes del circuito, técnicamente muy parecida a la de Jelena Ostapenko, con ángulos cortos muy similares a los de la letona. La potencia de Duan volvió loca a Muguruza, que quiso igualar la apuesta agresiva de su contraria y terminó consiguiéndolo, mezcla de valentía y cabezonería, dos huellas del carácter de la Garbiñe que se presentó al planeta siendo una adolescente hace ya bastante tiempo, nada que ver con la jugadora madura que va camino de sentarse en el trono de la clasificación.
De la misma idea de juego nació un partido rebosante de fuerza. Al lado de Duan (1,85m y 84kg), Muguruza (1,82m y 73kg) pareció una miniatura. Con esa enorme envergadura, la china pudo castigar cada bola con una mala baba que la campeona de dos grandes asumió sin perder la compostura, incluso cuando su rival tuvo una bola de break (3-2) en el momento en el que peor lo estaba pasando Muguruza. Anular esa peligrosa ocasión fue como soltarse del todo: la española ganó 9 de los 10 juegos siguientes, su contraria se hundió en mil errores no forzados (acabó con 27) y así se clasificó por primera vez para la tercera ronda en el último grande del año. Ahora sí se puede decir: Garbiñe va más en serio que nunca.
Casi a la vez, Carla Suárez completaba una extraordinaria remontada ante la croata Lucic-Baroni (4-6, 7-6 y 6-2) y se enfrentará a la rusa Makarova (6-2, 6-7 y 6-1 a Caroline Wozniacki) por alcanzar la segunda semana de competición en Nueva York.