Nadal y un saque en continua transformación
El español, en octavos del Abierto de los Estados Unidos, ha ido modificando su servicio como consecuencia de las lesiones y los problemas de coordinación.
4 septiembre, 2017 00:25Noticias relacionadas
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Las fotografías no engañan a nadie. La imagen de Rafael Nadal sacando en 2005 no tiene nada que ver con la de 2007 y 2008, ni con la de 2010, ni tampoco con la de 2014. La de 2017, por supuesto, también es algo distinta. El mallorquín, que nunca se ha distinguido por tener un servicio espectacular, ha ido cambiando la forma de poner la pelota en juego durante toda su carrera, consiguiendo hacerlo unas veces más fuerte, algunas con picos de velocidad altísimos y otras con muchos problemas, dándole a sus rivales la oportunidad de atacarle desde el primer tiro. ¿Por qué esa continua transformación en un golpe tan importante?
“Los golpes de todos los jugadores van cambiando y es difícil hacer un mismo swing toda la vida”, explica Toni Nadal, tío y entrenador del tenista. “En el caso de Rafael ha sido especialmente difícil porque tiene una coordinación un poco complicada. Yo lo comparo con Rivaldo, que driblaba muy bien, pero haciendo movimientos extraños muchas veces”, prosigue el entrenador balear. “A veces, le cuesta lanzarse la pelota muy alta o hacer la pausa para no salir antes con el cuerpo. Todo eso afecta”, subraya la persona que ha pilotado la carrera del campeón de 15 grandes desde que era un crío.
“El saque es una de las cosas que ha ido en continua evolución a lo largo de mi vida”, reconoce Nadal, que hasta ahora en el torneo tiene unos buenos números al servicio (73% de puntos ganados con primero y 61% con segundo). “Al comienzo jugaba con los pies muy juntos. Después tuve que cambiar esa posición por la lesión en el pie. Me apoyaba demasiado en el escafoides, que lo tengo roto desde hace mil años. Luego tuve problemas de rodillas que me hicieron ajustar otras cosas…. Mi saque nunca ha sido el mejor del circuito, así que hemos ido buscando soluciones para mejorarlo”, sigue el número uno. “Es cierto que desde hace ya algunos años mi swing ha cambiado poco y mi servicio está bastante equilibrado”.
En 2010, dos días antes de empezar a jugar el Abierto de los Estados Unidos, Nadal se decidió a probar en un entrenamiento con Juan Mónaco una empuñadura ligeramente distinta (agarrando la raqueta con la mano más abierta, impidiendo que la muñeca tuviese menos juego) que terminó utilizando en el torneo. Cuando el español celebró el título de campeón, que le permitió convertirse en el tenista más joven (24 años) de la Era Abierta (desde 1968) en completar los cuatro torneos que forman el Grand Slam, los números decían que se había coronado igualando la marca de Andy Roddick, que ganó el torneo en 2003 cediendo tan solo cinco saques. La diferencia es evidente: el estadounidense pasó a la historia como uno de los mejores sacadores de siempre, el español no será recordado por eso cuando lo deje.
“El saque de Rafael en 2010 era totalmente diferente, casi no podía flexionar porque tenía problemas en la rodilla”, recuerda Toni Nadal. “Cambiamos la empuñadura en un entrenamiento con Mónaco poco antes de empezar el torneo. Y se puso a sacar bien, muy bien”, continua el técnico mallorquín. “Luego no consiguió mantener ese saque durante mucho tiempo y volvió a cometer otros errores. Los movimientos van cambiando. Vas jugando y hay días en los que sientes la pelota de forma distinta. Esto te cambia el movimiento inevitablemente y si es continuado lo acabas haciendo bastante diferente”.
“Cuando no tienes mucha confianza en un gesto intentas adaptarte y buscar diferentes opciones”, reflexiona Carlos Moyà, otro de los técnicos del número uno del mundo. “Son pequeños cambios que casi no notas”, matiza el ex número uno del mundo. “¿Qué ocurre? Que en un período de varios años sí que se nota. Yo, por ejemplo, no sacaba igual a los 20 años que a los 30”, cierra el campeón de un grande.
El Nadal que buscará este lunes los cuartos en Nueva York no ha cambiado la empuñadura para sacar como hace siete años, pero sí ha trabajado mucho el armado de la secuencia entera, tirándose la pelota más alta, intentando relajar el brazo, lanzándose antes a por la bola y cayendo más dentro de la pista después del impacto. Tras cumplir de sobra el objetivo que se marcó a principios de temporada, que pasaba por no bajar de 150 kilómetros por hora en el segundo servicio, Nadal sigue intentando reforzar su tiro más débil: ganar en pista dura sin saque es prácticamente imposible.