“¡Bien hecho! ¡Venga! ¡Va!”. Los ánimos que nacieron del palco de Garbiñe Muguruza durante su partido de octavos de final del Abierto de los Estados Unidos se perdieron en mitad la tormenta ofensiva de Petra Kvitova y no tuvieron ningún efecto en lo que sucedió bajo las luces de la pista Arthur Ashe. Apostando por atacar a tumbar abierta, la checa eliminó del último grande de la temporada a la española (7-6 y 6-3) conectando 24 golpes ganadores que le costaron 42 errores no forzados, el peaje a una idea de juego devastadora que le dio la clasificación para los cuartos (se medirá el martes a Venus Williams, vencedora 6-3, 3-6 y 6-1 de Carla Suárez) y una victoria de prestigio contra la jugadora más en forma del mundo.
“No es una decepción muy grande”, reconoció la española, que pese a la derrota todavía podría alcanzar el número uno del mundo en función de los resultados de Karolina Pliskova (tiene que alcanzar la final para quitárselo) o Elina Svitolina (semifinales). “Es una rival que puede jugar increíble. Que yo esté en un buen momento no significa que estos partidos vayan a caer de mi lado”, prosiguió la campeona de dos grandes, que había ganado sus nueve últimos encuentros. “Si Kvitova está jugando así te da pocas oportunidades porque saca muy bien y sus primeros tiros son buenos y fuertes”, radiografío Garbiñe. “No me voy triste de Nueva York esta vez. Siempre se puede hacer algo más, pero aprenderé para la próxima”.
En 15 minutos, Muguruza mandaba 4-1 (con tres pelotas para 5-1) sin haber hecho nada especial para merecer esa ventaja. En 37, Kvitova había conseguido colocar el 4-4 en el marcador tras corregir un arranque muy errático, con un acierto por cada cuatro fallos. Desde el primer momento, el partido estuvo en la raqueta de la checa, que arrancó con la idea de llevarse por delante a su contraria y la mantuvo todo el rato, aunque de inicio le costó horrores no desangrarse por querer pegar siempre primero con esa violencia fabricada en las entrañas del mismísimo demonio.
Con el encuentro igualado, rozando el reloj la hora de partido, Kvitova empezó a reducir el número de errores y Muguruza se encontró luchando intercambios contra una pelota que superó en fuerza y velocidad a la suya. Aprovechando muy bien su condición de zurda para construir una jugada mil veces repetida (saque abierto y derecha al otro lado de la pista, completamente vacía), la checa fue deshaciendo los nudos del encuentro y se convirtió en una tenista absolutamente imparable, y eso que Muguruza no pudo reprocharse nada porque puso garra constante para intentar salir adelante.
De arreón en arreón, Kvitova superó todas aristas del partido. Primero, la checa sacó por la primera manga (5-4) y vio cómo Muguruza le rompía el servicio para llevar el primer set a un tie-break que comenzó perdiendo 0-2 y que acabó coronando de línea en línea. Después, reaccionó tras ceder su saque de entrada en el segundo parcial (0-1) quebrándole el suyo en blanco a Muguruza (1-1) y abriendo brecha (3-1) para acercarse al triunfo pidiendo paso. Finalmente, y tras dejar pasar un punto de partido al resto (5-3), la checa abortó tres pelotas de break (5-4) y levantó los brazos para celebrar unos cuartos de Grand Slam que le saben a gloria.
Después del horror de ser asaltada y acuchillada en su casa el pasado mes de diciembre, pasando cinco meses alejada de las pistas, a Kvitova se le volvieron a saltar las lágrimas. Esta vez, sin embargo, fueron de pura felicidad.